El viernes 20 de julio del 2018 llego motorizado con un frío que «apretaba los tornillos». Llevaba en una mano el casco y en la otra una bolsa llena de facturas para que compartamos en la charla. Nunca había hablado con él, pero si escuchado historias fantásticas.
Es un personaje que todo el mundo sabe quién es. Es un «loco lindo». Todos estamos un poco locos. ¡Los únicos que no están locos, lamentablemente yo nunca los conocí! ¡Si no estamos en el manicomio, es solo por cuestiones de espacio!
Es de La Cantera, Avellaneda y Concejal Veiga. Límite con Las 28 Puñaladas. Ahí al lado del Arroyo Concordia que hoy está entubado. Y vagaba por las cortaditas. Ahí era figura. Ese fue su barrio de toda su vida. Entre cortadas y callejones, era Rey. Un Rey bueno. Un buena onda que inspiro buenos juicios sobre el boxeo y sus deportistas. Siempre sacudiendo la bolsa «a los chirlos». Pegaba tan fuerte que hamacaba los árboles. Cuando una parra tiritaba era signo de que abajo estaba el entrenando…. O enseñando. Era una imagen hermosa. Del Rey Bondadoso. No un Rey Mala Onda, como dijo un vecino escritor y muy amigo. Generaba ese halo. Colgaban la bolsa de la parra de don Delaloye, dueño de la Farmacia Las Heras, y se acercaban los curiosos a «ver esa postal». Le enseñaba a toda la «banda loca» que andaba siempre con él.
Además, era un temible pegador, muy aguerrido, fachero, bondadoso, pero demasiado bueno para su propio bien como guerrero de la categoría Welter. Sus clásicos con Bernardo «Cococha» Narváez dividían a los barrios. Sus contiendas eran excitantes y de ida y vuelta. Pegaba pero cobraba lindo también. Peleo con Carlos Herrera, con Rómulo Ibarra, con Hugo Luero, con Luis Suárez, la trilogía con Benito Zumoffer, con Luis Portillo, con juan Ramón Olivera, con Juan Ramón «Kid» Ramírez… Siempre daba buenos espectáculos. Por eso se dice que «nadie llenó el Ferro como él». Y que gozaba de un fuerte magnetismo con la gente.
Yo no sé si el lo sabrá, si será consciente de lo que se dice siempre de él: «que está loco, que no quedo bien de tantas peleas, que esta perdido en el alcohol, pero que es un loco lindo, generoso, un muy buen tipo. Siempre más preocupado por los demás que por el mismo. Pero se olvida un poco de las cosas…». ¡Vamos a preguntarle ahora que lo tenemos acá si es tan loco como dicen! Esto dijo un buen loco, que lleno como nadie el club Ferrocarril. Bienvenido Rodolfo «El Pato» Rojas a “La Ley del Boxeo”:
«Hola muchacho. Muchas gracias por la invitación. Muy contento de compartir esta mesa con vos. Yo soy de La Cantera, iba ahí nomás al club La Cantera, un gimnasio antiguo y «Cuna de Campeones» en Concordia, donde hoy está el monumento al boxeador. Andaba ahí sí, acomodaba las sillas, las mesas, hacía mandados. Yo era chico, uh… paso mucho tiempo…Jugábamos ahí todos los días en el arroyo, ahora ya no está más».
“Arranque a trabajar como cadete en la Farmacia Las Heras, con Don Delaloye. Me trataban de bien ahí. Lili, que todavía está muy bien ella… Hacía los mandados, lavaba autos. A veces paso en la Ambulancia y los visito a todos. Todavía me retan mucho… Son gente muy buena”.
“Entrenaba mucho en el patio de la casa de «Chichín» Chamorro. No teníamos elementos deportivos ni grandes planes de trabajo. Hacíamos una colecta, vendíamos cosas para conseguir un buen par de guantes, una venda, alguna bolsa… Había mucha pobreza en esa época como para tener algo bueno, Federico. La gente nos ayudaba mucho, colaboraba el barrio, pero para tener lo mínimo indispensable…”.
«Después me entrenaba «Banana» Enrique, luego me llevo Juan Carlos Pradeiro al Luna Park, me fui a Buenos Aires, sí. Le gané a Eduardo Contreras, a Rómulo Ibarra, con «Cococha» peleé tres veces. Cuando peleo Bogado con Aguilar en el club Libertad por el título, yo gane por KO en el 2º».
«Como boxeador yo no quería lastimar a nadie, ni hacer daño. Por ahí, si noqueaba, era porque pegaba fuerte, pero no… Peleaba demasiado seguido. Muchas peleas. En todos lados. Cuatro veces por mes, demasiado. Me cansé, se me fueron yendo las ganas».
«Era muy de estar con mi familia, me gustaba quedarme en casa con la vieja. Se fue ella y ya todo fue distinto. Me deprimí mucho. No sabes los ravioles que hacía, fideos, ¡los pucheros! La «ropa vieja». Unas sopas hacía (se besa la punta de los dedos apretados). Y yo aprendí a hacer todo eso (se ríe como siempre)«.
«Yo me arrepiento de no haberme cuidado más en mi carrera, no entrenaba bien… qué sé yo, me equivoque. Había empezado a fumar, a tomar. Iba a bailar al Libertad, al Ferro, todos los fines de semana había dos mil, tres mil personas. Íbamos al San Martin caminando. Era calle de ripio, no había tanto peligro. Yo bailo de todo. Folclore, tango, lo que venga, tengo muchos amigos músicos. Pero me hundí en la bebida, quede atrapado en el alcohol”.
«Ahora estoy viviendo en Rawson Sur y Humberto Primo. Con mi “Negrita”. A mi negrita le hago riojanas, milanesas, lasañas. Hago asado con mi primo Merini, el papa del que trabaja en Video Cable… ¿lo conoces? Si de ese. Buena gente. Yo por ella recupere todo, había perdido todo, me había dedicado a la vagancia y estaba muy mal. Estuve perdido y me aliviaba con el alcohol. Mi vida era un desastre. Ella, no sabes lo buena que es conmigo…».
«Yo me arrepiento de no haberme cuidado más en mi carrera, no entrenaba bien… qué sé yo, me equivoque. Erré el camino. Como no tuve una mejor conducta… Lamentablemente había empezado a fumar, a tomar. Iba a bailar al Libertad, al Ferro, todos los fines de semana había dos mil, tres mil personas. Íbamos al San Martin caminando. Era calle de ripio, no había tanto peligro. Yo bailo de todo. Folclore, tango, lo que venga, tengo muchos amigos músicos. Pero me hundí en la bebida, quede atrapado en el alcohol”.
«Yo era ferroviario. Vendía pollos y asados en el ferrocarril, Me gustan las carreras de caballo, me gusta mucho, sí. Loco por los burros. Un día fui, vendí y gané. Me emborrache con mis compadres, me acosté en el ferrocarril, y cuando me levante no me dejaron ni «los federales». Y eran los «amigos» que siempre estaban conmigo tomando ahí…Me habían robado todo».
«Trabaje en Mosaicos Albarenque, con los hermanos. Fui remisero en Remisería «Centro» de “El Cabezón” Moulia, tengo carnet profesional para manejar una Ambulancia. En la actualidad soy chofer de la Asistencia Pública. Sí, siempre manejando a cualquier hora, ayudando en lo que pueda. Y, no puedo estar loco, ni tomar, tengo que estar bien, si no no me dejan manejar. Sos un peligro para vos y los dem´´as».
«Decían que estaba loco, sí, han dicho tanto… Criticaban todos, pero no le guardo rencor. Todos hablan. Nunca me molesto tampoco, no… Yo andaba bien, tenía todo y les daba nomás a los otros, no me importaba la plata. No quiero tener plata. Cuando tuve plata me fue re mal. Necesito salud y vida sana. Anduve tan mal, como tantos otros…«.
«Le agradezco todo lo que hace por mí la gente de Concordia. Gracias a ellos, ando caminando. Estaba re flaco por el alcohol. Tenía como 60 kilos, ahora estoy en 80. Estuve muy mal, muy triste, y muy solo. Me acostaba siempre borracho…».
«Yo hago unos asados que no sabes, tenés que venir a comer Federico un día… Vengo bien y tan feliz. Gracias a la Iglesia que me recuperó, al Señor que es el más generoso. Recibí ayuda. Cocino de todo con la patrona. Somos compañeros, de a ratos, discutimos como toda pareja, viste. Conmigo ella no tiene días malos. Yo jamás le vengo con «mala cara» del trabajo. Al contrario, hablo con ella siempre, somos compañeros…».
«Ella está escuchando el programa. Me dijo que tenga cuidado con lo que vaya a decir, pero yo… ¿Qué voy a decir Federico que complique? Nada malo. Que me perdonen porque soy medio bruto, nomás, ja, ja, ja. Pero Dios me hizo así. Y les agradezco de todo corazón por lo que hacen por mí. Vamos a volver un día con el gimnasio «Pato» Rojas, y a sacar buenos valores para la gente de Concordia… Gracias a todos».
Al Pato se le ve la pureza de su corazón «de toque», enseguida te das cuenta de que no «complica». Su vida ha sido el barrio, los amigos, los amores, y algún que otro festival de boxeo o bailable. Hubo de todo y eso, malogro su vida.
Luego se cansó, se le fueron yendo las ganas… Y empezó a querer experimentar otras cosas que la vida tiene para ofrecer… Los bailes y los caballos. Se le fue «la vieja», dejo el deporte, y ya todo fue distinto. Se quedó sin sus sostenes. La familia, el deporte, y los amigos eran una red de contención. Y sin eso… Se nos vino a pique.
Ha pasado un «Bailador de Madrugada». Como «El Chúcaro»: «No le duran mujeres. Las gasta en el baile hasta hacerlas morir….». Se comenta que le sacaba brillo a la pista. Y música al cuerpo. Las salidas, los vicios, los amores, el bar de Ruca, los llantos de madrugada, las promesas, y las traiciones…
En la actualidad es chofer de la Ambulancia en el Policlínico Ferroviario y anteriormente en la Asistencia Pública. Siempre manejando a cualquier hora, ayudando en lo que pueda para llegar lo más rápido posible a socorrer en una emergencia. Una vida y su familia están esperando por los Médicos y por él. Es siempre lindo verlo vivo. Peleándole a la vida, como todos… Hasta que nos ponga knockout.
LA LEY DEL DEPORTE