Hay que entrenar en grupo porque el equipo te sostiene en los momentos de desgano y falta de motivación. El grupo te alienta, te levanta el espíritu, y los compañeros son personas sanas, o tratan de serlo. Ya que con el solo hecho de practicar un deporte y competir habla de que están determinados a intentar vivir sanamente y sintiéndose bien. El grupo es una célula que nos impermeabiliza de las grandes epidemias, como son todo tipo de adicciones.
El entrenamiento exige un esfuerzo físico y mental. Y la consecución de los objetivos requieren de cierta disciplina y regularidad, que no siempre se consiguen. A veces se complica con el laburo, el estudio, la familia, la plata, las lesiones, u otras alternativas de diversión más fáciles, pero más nocivas.
Es cierto que muchos deportistas prefieren ejercitarse en solitario y andan bien. Esto se debe a que trabajan mejor de forma individual, se concentran, sus costumbres y mañas hacen que prefieran estar solos «en su mundo», y no pendientes de nadie más, que de ellos. Tienen la mente plena en lo que están haciendo y son «cabezas de acero».
Pero a muchos, la monotonía y la soledad son factores que no nos ayudan a que seamos constantes. En algún momento nos puede hartar. Y quizás la «cabeza de vago» comience a «rumiar».
Lo mejor sería tener la dualidad de poder hacerlo con el grupo, y solo también. Sin embargo, entrenar en solitario tiene muchas desventajas. Es más difícil encontrar tus límites. No tenés a nadie al lado para que te ayude a dar ese último empujón, nadie presencia tus progresos, y no tenés a ningún amigo que te motive a dar «la milla extra».
El ejercicio en solitario puede llegar a ser realmente aburrido, ya que se convierte en una actividad monótona, y con la cual se va perdiendo el interés. En consecuencia, puede darse el caso de que poco a poco dejes de tener ganas de continuar. Y esa es una muy mala opción. Acordate de porque empezaste y buscale «la variante».
Con los muchachos es más probable que cumplas tus compromisos. Si decidiste quedar con un amigo para salir a correr o a montar en bici, lo más probable es que hagas todo lo posible por no cancelar ese compromiso. No querer dejarlo «plantado» es una razón de peso para que nos comprometamos a realizar el ejercicio, a no fallar, a pesar de que ese día no tengas ganas o prefieras hacer otros planes.
Una charla de tu amigo puede ayudarte a levantar el ánimo, y a dar el 100%. Tener al lado a un amigo que logre motivarte y sacar lo mejor, puede ser clave en tus entrenamientos.
El hecho de ver como tu amigo consigue sus objetivos hace que inconscientemente tú también te obligues a mejorar, sin ponerte ninguna excusa. Te vas a divertir más con alguien al lado. Mientras haces deporte con un amigo podés hablar, ponerte al día, aprender de sus técnicas y conocimientos, escuchar anécdotas, comentar la última carrera, pasarse datos de equipamientos en buenos precios, animarse mutuamente a viajar juntos a una carrera, comer asados, pizzas, tacos o guisos… En definitiva, es más sencillo conseguir que el entrenamiento sea ameno, entretenido, y enriquecedor, cuando se entrena acompañado.
Hacer deporte con una persona a la cual no conoces puede ayudarte a entablar una amistad, te abre la cabeza. Empezás a compartir objetivos, hablarás durante los descansos y estarán casi todos los días viéndose, por lo que es inevitable que acaben conociéndose mejor. Es un «hermano de batallas», con el que pasarás muchas horas entrenando, sufriendo, y disfrutando.
Además, el hecho de que una persona note que mejora como deportista gracias a un compañero, hace que esa amistad se refuerce más y sea vital para tus logros. Y entrenar acompañado es una manera fácil de hacer grandes, buenos, y sanos amigos.
Es muy fácil relajarse durante el entrenamiento si vas en solitario. Nadie puede decirte nada, no tenés por qué dar explicaciones, te podés mentir a vos mismo, y terminas haciendo un trabajo de «regeneración». Que muchas veces son imprescindibles.
Cuando creas que vas a darte por vencido y veas que tu amigo sigue adelante, sacarás fuerzas para no rendirte, cerrar la «capocheta», y completar tu entrenamiento «sudando sangre», y satisfecho. Aunque detonado, hiciste lo que te habían programado. ¿Quién no se ha pegado a unos pies como si se le «fuera la vida» en unas series en la pista, soldado a una rueda en la ruta, o chupado en succión en la pileta?
Puede que te guste más hacer deporte en solitario. Sin embargo, y ojalá nunca te ocurra, puede darse el caso de que te lesiones en el medio de un ejercicio, que sufras algún calambre, o que te marees estando «solo con tu alma». Si esto te ocurre estando solo puede ser peligroso y hasta que te consigas contactar, puede pasar mucho tiempo. Con los pibes podés ser atendido en el momento, y tendrás la ayuda suficiente, hasta que un profesional pueda atenderte apropiadamente.
Entrena a veces solo «como kung-fu», pero creo yo, llama a tus compañeros y amigos para superarte. Vas a tener una vida deportiva mucho más placentera, entretenida y hasta, sin quererlo, competitiva. Hablan el mismo idioma y las anécdotas e historias asombrosas de «largas epopeyas» y «viejas leyendas» empiezan a florecer y entretener.
LA LEY DEL DEPORTE