FEDERICO "LOBO" MULLER

MECANICO DE BICICLETAS LUIS «EL LUCHO» LANER EN LA LEY DEL DEPORTE (3/9/2019)

EL INVITADO DE HOY SE GANA LA VIDA DESDE HACE MÁS DE CINCUENTA AÑOS HACIENDO Y ARREGLANDO BICICLETAS. «EL MAGO DE LA BICICLETA». TANTO A LABURANTES, ESTUDIANTES Y AFICIONADOS, COMO A DEPORTISTAS PARTICIPANTES Y PROFESIONALES. ES EL MECÁNICO DE LA SALUD. PORQUE PARA ANDAR EN BICI NO NECESITAS MÁS COMBUSTIBLE QUE TUS MÚSCULOS Y DE PASO NO CONTAMINÁS EL MEDIO AMBIENTE. SI TE MANEJÁS EN BICICLETA, COMO UNO, TE HACÉS UN GRAN FAVOR. Y LE ESTÁS HACIENDO UN GRAN APORTE A ESTE MUNDO.

EL INVITADO DE HOY SE HA IDO ADAPTANDO AL PASO DEL TIEMPO Y AL PROGRESO. CON GRAN ÉXITO Y PRESTIGIO. PORQUE SABE Y  ES UN APASIONADO DE LO QUE HACE. ES UN “LOCO DE TALLER”. TODA UNA VIDA GANÁNDOSE LA DIARIA CON HERRAMIENTAS EN LA MANO. PARA ÉL, ES COMO UNA EXTENSIÓN DE SU BRAZO. VIEJA ESCUELA.

EN CONCORDIA LA GENTE LE DEMUESTRA SU APRECIO. SE SIENTE EL CARIÑO QUE LE TIENEN GENERACIONES DE CICLISTAS Y DE JORNALEROS. SUPER RESPONSABLE Y DEDICADO. ÉL HA HECHO MUCHAS COSAS SIGNIFICATIVAS PARA EL CICLISMO Y EN LA VIDA MISMA. LE DAMOS LA BIENVENIDA AL MECÁNICO DEL CICLISMO LUIS “EL LUCHO” LANER A «LA LEY DEL DEPORTE»:

«Hola «Lobo», muchas gracias. No me esperaba semejante introducción. Me emociona mucho. Me acuerdo de tu madre que me traía la bicicleta. Una gris y azul. Hermosa (Pantera GT) Y hablábamos mucho. Muy amena y amigable. Ella me contaba de su vida y la llevó mucho tiempo al taller. Tengo un gran recuerdo de ella. Vos también la trajiste un par de veces para que le haga unas reparaciones. Si hará años que nos conocemos. Y sigo trabajando con las bicicletas. Toda mi vida en esto. Amo lo que hago».

«Soy del barrio de Pompeya. A Del Valle, 671. Bien frente a la Iglesia. Jugábamos a la pelota en el Parque Ferré y en los campitos de la zona. Ahí estuve hasta los dieciocho años. Fui a la Benito Garat, por supuesto, que pregunta. Era bueno, hasta abanderado. Al barrio volvía siempre porque tenía a mi novia. Quién es hoy mi señora, de ahí. Nos conocemos desde niños. Le mando un gran saludo que me está escuchando. Después de casados íbamos porque aún estaban mis suegros. Así que no sentí tanto mudarme. Nunca rompí el vínculo con «El Pompeya».

«Mi padre era Ferroviario y mi mamá Ama de Casa. Él hizo el servicio militar en Federal y cuando salió se hizo Ferroviario. Trabajaba en las vías. Si había un descarrilamiento estaba para asistir. Patrullaban en «Las Zorras», vigilando que no haya anormalidades. Tengo un hermano mayor que se llama Néstor Ramón, y uno más chico que es Ramón Alfredo. A papa lo trasladaron a la Estación Central. Ya estaba en los Talleres. Iba a laburar con un amigo de él que vivía en Concejal Veiga y Vélez Sársfield, que tenía otro sentido. Iban corriendo carreras en la bicicleta. A «todo pedal». Tenía una Roma Sport italiana muy buena».

«Jugaba al futbol como todos, pero yo prefería la bicicleta. Andaba por adentro del caño, si me subía encima no llegaba a los pedales. Me gustaba la velocidad. Un fanático. En secundaria fui a Técnica. Me gustaba mucho trabajar en los talleres. Como se cayó el techo de la escuela nos dividimos. Mecánica y Electricidad en Técnica Número 1. Hojalatería y Carpintería en Técnica Número 2. Pero no terminé. Cuando empecé a laburar con el camión ya no pude seguir».

«Mi hermano tenía un problema cardiaco y yo escuchaba que no alcanzaba la plata para tratarlo en Buenos Aires. Había que pedir un préstamo para viajar, alojarse, y todo eso. Y me quedo grabado en la cabeza. Me identifiqué con la situación y salí a buscar trabajo. Empecé en la bicicletería de «Mingo» Fransoi. Limpiaba los vidrios, el salón y después al fondo a armar las bicicletas. En aquel entonces venían todas desarmadas. Hacerlas completas desde cero. Desde los catorce a los diecinueve».

«Después me fui a la Fábrica de Jugos y Empaque de Citrus en Las Tejas. Había un hermano de mi padre que trabajaba ahí. Estuve un par de años. Después me hice camionero. Eran tractores. Te acalambrabas los brazos estacionando. Muchos años en las quintas y en los mercados. Ahí he visto de todo. Es otro mundo. Vi tiros, apuñalamientos, delincuencia… La vida en los Mercados Centrales es un «mundo aparte».

«Nunca deje de arreglar bicicletas los días libres. Le atendía a un amigo, después a un grupo de ciclistas. Cuando quise acordar tenía una clientela hermosa. Deje el camión y el sueldo que me daban cierta estabilidad. Eso me generó presión para poder pagar las cuentas. Había que arremangarse y trabajar en las bicis. Pero nunca hubo problemas al final. Acá estamos todavía trabajando en lo que me apasiona. Son inseguridades que tuvo uno…».

«Se corría en el centro, en el Parque Ferré, en la Costanera. La Doble Federación. No había rutas en muy buen estado. Todo ripio. Había que llevar todo por si había que reparar en la banquina. En aquel entonces andaban Jorge «El Ñato» Tugnarelli y Jose María Martínez. Había mucha gente. Y de otras ciudades… Yo corrí en bici y en pedestrismo. Pero mi pasión fue el taller. El ciclismo me entró debajo de la piel desde muy joven y nunca me abandonó. Aún tengo ganas de trabajar»

«Soy muy obsesivo con el trabajo. Las cosas las hago bien o bien. Cuando llegaron las de Mountain bike no teníamos repuestos ni herramientas. Había que fabricar todo. Ahora desde que la electrónica entró en las bicicletas, la precisión debe ser 100 %. Me la paso horas y horas tratando de hacer el mejor trabajo posible. Con el objetivo de que el cliente quede satisfecho. Yo también. Y otra cosa… Hay que hacerlo en tiempo. Porque ellos deben entrenar, trabajar, correr, etc.».

«Hoy los fines de semana me voy al campo, ahí estoy tranquilo, disfrutamos de la naturaleza, trabajamos la tierra, cuidamos de los animales, leo, escucho la radio, después nos volvemos para acá». 

«Tengo una arritmia cardíaca. Me la detectaron el año pasado. Nunca pensé que me iba a pasar esto a mí. No me preocupa la muerte. Sí, me preocupa mi mujer, mis hijos, y mis nietos. Tengo cuatro hijos y seis nietos. (Los nombra y habla de ellos. Entran mensajes de saludos y se quiebra. Se le abre el corazón de tanto afecto y amor que están viniendo desde las redes sociales. Se los ganó por goleada). Me preocupa como van a estar ellos. Sí, van a poder vivir bien y felices. Uno cuando muere… bueno, ya está. Ya murió».

Al final agradece a la «vida que le ha dado tanto». Se siente un bendecido por su trabajo y su familia. Con los valores de antes como bandera. Agradecido por todo lo que construyó. Ha hecho mucho por él y los otros. Y la vida le devolvió mucho siempre. Es una manera inteligente y conveniente de vivirla.

FEDERICO «LOBO» MULLER

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