
En las charlas de prevención de Consumos Problemáticos hablamos en el Correccional de Menores con chicos detenidos por robos, violaciones y asesinatos. Casi todos, cuando «liquidaron» a un desconocido, o a una abuela, estaban intoxicados con alcohol, drogas, y pastillas. Se «empastaron» para relajar, no sentir miedo, ni terror, ni nada, ante el peligro de mandarse «un moco» gigante, que les cambiara la vida para mal y para siempre.
Y, como no sienten nada por ellos, ni por la situación aterradora, tampoco por los demás. Son niños con un monstruo dentro. «Satanases de los Infiernos» listos para la «el día final». Y arruinar varias vidas en el proceso, incluida la de ellos mismos.
Cuando están presos sin chumbo ni drogas son chicos tan vulnerables y queribles como cualquiera. ¡Cuando la poli los garrotea… lloran pidiendo por sus vidas! Por eso es tan importante tratar de sentir y transitar esos sentimientos y emociones. Sin evitarlos o taparlos con consumos o conductas problemáticas. Sentir y hablar de nuestros sentimientos y pensamientos me liberará y me muestra como estoy, y que siento.
Sentir y expresar cómo nos sentimos, para mí no fue fácil. Quizás quería sacar todo de adentro, pero lamentablemente no sabía como, ni me animaba. Era un ejercicio que evitaba «a toda costa», y ni sabíamos como se hacía.
«Me hacia la cabeza» de que si sabían de mi enojo, bronca, angustia, vergüenza, o miedo; me harían bullying, me burlarán, o agretearán.
La mayor parte de la ansiedad y estrés que sufrí en mi vida estaba causada por una creencia muy nociva, de creer que es mejor «morderme la lengua» antes que decir cómo me sentía. Así construí paredes que me aislaban y me encarcelaban.
Es natural que sintamos cierto bloqueo para abrirnos, quedar desnudos, da miedo y nadie nos ha enseñado cómo hacerlo. Nos enseñan lengua, matemáticas, geografía, pero no mucho a expresar nuestras emociones. Se ha dado por supuesto que es algo que tenemos que «traer de fábrica».
Permite que los demás empaticen con nosotros. Las emociones se contagian. Cuando los demás saben cómo nos sentimos, inconscientemente conectan con nosotros y se pondrán en «nuestro lugar».
Segundo, reduce el malestar. Al expresar mis emociones en voz alta le estaba poniendo un nombre y blanqueando. Y es liberador y diluye la presión de tener todo comprimido y escondido.
Y tercero nos volvemos más atractivos. Cuando somos capaces de ponerle nombre a la emoción, nos perciben como alguien más humano, demostramos sensibilidad, honestidad y valentía, sin miedo a ocultar nada.
El primer paso para expresar nuestros sentimientos es identificarlos correctamente. A menudo nos sentimos mal, pero no tenemos en claro exactamente de qué manera ni por qué. Cuando sientas una emoción, encuentra un lugar en el que puedas estar tranquilo durante un par de minutos, y cerra los ojos.
A continuación, intenta reconocer la emoción básica a la que corresponde de las siete posibles: tristeza, alegría, enfado, asco, miedo, desprecio, nervio, o sorpresa.
Aceptar que somos capaces de sentir todo tipo de emociones también aumentará nuestra fortaleza psicológica, y mejorará nuestra capacidad de enfrentarnos a los malos momentos.
Hay una serie de verbos sensitivos como “siento”, “noto” o “percibo” que no pueden ser rebatidos porque se refieren a mi estado interno, y eso es algo que no se puede discutir.
Aunque en el momento en que expresas tus sentimientos quieras ser escuchado, todo el mundo tiene esa necesidad en las situaciones de alta carga emocional. Y suele ocurrir que, cuando hay una emoción enquistada dentro, se nos olvida que probablemente la otra persona también esté sintiendo algo que quiera expresar.
En mi tratamiento en «El Arte de Volver» había «grupo de sentimientos», donde uno le decía que sentía al otro, por lo que dijo, no dijo, por sus actitudes, hechos, etc. Y el otro tenía que escuchar mirándolo a los ojos, sin posibilidad de defenderse, contradecirlo, o querer ganar en el debate.
Era para aprender a expresar mis sentimientos y necesidades, y para saber recibir lo que el otro sentía con actitudes. Dos personas frente a frente, rodeados de todos los otros compañeros y operadores. Es una escena que al principio da miedo y vértigo, pero que humaniza y enseña mucho.
Seremos mucho más inteººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººligentes y estaremos mejor adaptados si conocemos nuestras emociones y sabemos cómo manejarlas constructivamente. En la vida diaria tomamos decisiones basándonos en una evaluación emocional rápida y no necesariamente consciente de la relación costo-beneficio, de las distintas alternativas.
No lo haremos adecuadamente si no empezamos por aceptar nuestras emociones negativas intensas que originan tensiones y también las aprendemos a manejar sin rechazarlas.
Es importantísimo aprender sobre nuestro mundo emocional porque nos pone en mejor disposición de comprendernos a nosotros mismos, y por ende, a los demás. Es una tarea más que interesante, que nos traerá beneficios. Mostrarnos son ocultarnos. Y que minimiza las chances de entregarnos a los vicios. «El que no demuestra lo que siente pierde lo que quiere».
Federico Muller

