FEDERICO "LOBO" MULLER

ESCRIBIR «A MANO» LO QUE ME PASA (CHARLAS SOBRE CONSUMOS PROBLEMÁTICOS)

Escribir puede ayudarnos a desbloquear emociones asociadas a nuestros pensamientos, hacer más claras nuestras trabas, traumas, metas y deseos o ayudarnos a comprender situaciones que nos producen problemas. Escribir suele hacer que nos distanciemos y veamos lo que vivimos y también que podamos otorgarle un sentido. Este ejercicio promueve la sanación al ayudarnos a controlar nuestras emociones de una mejor manera, dejar de obsesionarnos acerca del evento traumático, dar otro significado a lo que sucedió, y aclarar el desorden de nuestra cabeza expresándonos en el papel.

Escribir no es una acción exclusiva de los escritores o periodistas, es parte de las actividades más básicas de la comunicación entre los seres humanos, y nos ha acompañado a lo largo de la historia de la humanidad. Cuando escribimos a mano pasamos a la zona de la memoria de forma mucho más profunda. Y recordamos mucho mejor lo que paso.

Escribir a mano produce una codificación de algunas zonas del cerebro donde uno va sanando sus heridas, por eso los diarios personales a lo largo de la historia han sido sanadores. Y han sido los más grandes libros de la literatura a nivel mundial, el hecho de escribir cómo te sentís, porque también cuando uno escribe enlentece su pensamiento, uno se desconecta del ritmo frenético, pero tiene que ser un lápiz o un bolígrafo, no vale teclear, ya que no estimulamos las mismas zonas.

Por eso tomar apuntes es sanísimo porque toda la información que te llega a tu cerebro, puedes decidir con qué te quedas y cómo lo escribís, ese trazo activa una zona del cerebro magnífica para la memoria, la concentración, y para ralentizar este ritmo de vida frenético que llevamos. El ejercicio propone un trabajo completo que intensifica nuestra capacidad de aprender, de allí la importancia de tomar apuntes a mano en una clase o un curso, pero también desconectar y resignificar nuestras emociones.

Esta tarea, que muchos dejaron de lado por los nuevos recursos tecnológicos, involucra áreas del cerebro responsables de la coordinación visomotora, la memoria a corto plazo y la comprensión del lenguaje, lo que puede ser una forma efectiva de estimulación cognitiva.

Escribir puede ayudar a mejorar la conectividad neuronal y la capacidad de procesamiento del cerebro. Además, la escritura a mano puede ser una actividad más lenta y deliberada, lo que permite una mayor reflexión y procesamiento cognitivo.

Alivio en palabras

Desde siempre, plasmar nuestras alegrías, enojos, tristezas, dudas e incertidumbres en un diario es considerado una buena forma de lidiar con nuestras emociones. Escribir es una forma práctica, útil y muy económica de potenciar el autoconocimiento. De hecho, la escritura también es una técnica practicada en un proceso de coaching o en una terapia psicológica. A través de las palabras, tomamos conciencia de nuestro yo, somos capaces de expresar claramente qué nos pasa y qué queremos ser y hacer.

La escritura a mano puede favorecer el bienestar emocional, dado que colabora para transformar las emociones al escribirlas. Recuerdas, sentís, escribís, procesas mientras lo haces, recreas, «se te mueve todo» en el cuerpo y la mente, y lo hablas para conocerte mejor y quizás compartirlo con alguien para esperar su devolución.

Describir lo que sentimos y trasladarlo a un papel, a nuestros pensamientos, estado mental, sentimientos, emociones, puede proporcionar, entre otras cosas, alivio y desahogo. Te lo sacas y lo depositas afuera, en el papel. Eso te saca la angustia.

Escribir lo que sentís y lo que piensas te ayuda a crear un espacio en el que puedes distanciarte y pensar con mayor claridad, ampliando tu margen de maniobra para elegir qué reacción vas a llevar a cabo entre el estímulo y la respuesta.

Cuando escribimos un diario íntimo, por ejemplo, se construye un tipo de narrativa de cosas que pasaron y de otras que no sucedieron. Si es algo que nos dolió, tendemos a resignificar esa situación en una vivencia nueva que constituye una narrativa distinta que nos hará sentir mejor. Y conocer más profundamente nuestro pasado y quienes somos. El cerebro trata de darle una vuelta de tuerca a la historia para que no represente un recuerdo doloroso porque gasta menos energía cuando se siente mejor.

Algunos elegimos recordar momentos como épicos, divertidos, grandes, geniales, y desopilantes, cuando en su momento fueron oscuros, enfermos y dolorosos. La escritura a mano tiene la particularidad de hacernos volver a mirar el pasado y desbloquear aquello que nos está haciendo daño. Cuando recordamos algo, el producto cognitivo siempre es distinto y la escritura permite ver cómo lo que percibimos de un suceso en un momento, puede modificarse en el tiempo. La escritura a mano funciona como un catalizador, puede ser una forma efectiva de cuidar nuestra salud mental y cognitiva. Desde mejorar la memoria hasta reducir el estrés y estimular la creatividad son algunos de los beneficios.

Sugerencias

Ten unos hábitos regulares para escribir un diario emocional. Las cartas son una buena herramienta terapéutica para sanar las heridas del alma. Podés escribir cartas a vos mismo, como si fueses alguien externo. Este ejercicio es útil para ganar objetividad respecto de un problema.

Lugar tranquilo

Aprende a jugar con las palabras para conocerte mejor a ti mismo y sacar fuera todo aquello que llevas dentro. Durante muchos años me pasé yendo de médico en médico por rinitis, picazón, tos, dolor de pecho, garganta, hinchazón, granos, «pitidos» en el oído, manchas, mareos, y tomaba diez remedios para diez problemas. Pero luego aprendí que somatizaba mucho los problemas emocionales y no los expresaba correctamente. No le ponía límites a mi cabeza. Y el que se «traga» las emociones se «ahoga» en ellas.

Yo, con el correr del tratamiento, me escribía todo para luego leerlo en los grupos terapéuticos, al tiempo seguía escribiendo, pero ya los decía sin leerlos, y así trataba de no perder tiempo e ir «al hueso». Caso contrario, divagaba, «calentaba la silla», no sabía por donde arrancar, y me perdía tratando de «zafar».

Más tarde, con el tiempo, releía el apunte y lo escribía en el teclado para hacer, de todo eso, un escrito «bien hecho». Con el objetivo de volver a sentirlo, compartirlo, y que pueda ser leído. Y el cuaderno, después, derecho al tacho. Había cumplido la función de hacerme sentir más liberado.

CHARLAS DE ADICCIONES EN CONCORDIA

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