Terence Crawford hizo historia inmensa, realizando una obra maestra de colección para dominar con amplitud a Errol Spence, y derribarlo tres veces, hasta forzar la piadosa detención en el noveno asalto. Y se corona así como el campeón indiscutido de peso welter.
Crawford fue superior en todo a Errol Spence, a quien demolió a fuego lento. En una batalla de élites, estuvo dos niveles por encima, y obtuvo una victoria que de tan brillante, pareció fácil. Lo hizo ver a Errol Spence como uno de el montón.
«El Cazador» escribió su dominio desde el inicio, comenzando una tarea de demolición con claridad. A pesar del amplio arsenal que tiene en su boxeo, pareció solo necesitar del jab y el contragolpe para ganar la pelea.
Desde el primer asalto, Crawford sale a pelear como zurdo, y prácticamente todo el round lo trabaja con cautela sobre el jab. Es Spence quien presiona ligeramente, y Crawford lo espera. Pero cuando Spence presiona con más vehemencia, falla y Crawford lo contragolpea con poder en el mejor golpe del round. Spence mostró terror en el rostro al fallar y quedar expuesto al contragolpe de Terence.
En el segundo asalto, Spence se va la lona. Terence Crawford ya está peleando a nivel de un gran maestro, impresionante en el contragolpe, pescando a Spence cada vez que corre riesgos. En los últimos segundos del round, Spence falla un jab, queda mal parado, y Crawford lo contragolpea con un uno-dos y Spence cae. Se levanta en malas condiciones y sobrevive los últimos segundos del round. Crawford dio una muestra de dominio que marcará la tónica del combate.
En el tercer asalto, Spence sale a presionar duro. Busca mandar el mensaje de que se recupera de la caída, y que vuelve a la batalla. En esos segundos iniciales, logra abrumar a Crawford. Pero Terence ajusta y empieza a mostrar un gran despliegue del jab, con timing, poder y precisión. Vuelve a contra golpear con fineza y poder a un Spence que corre riesgos cuando busca presionar.
El cuarto es de Terence Crawford que está ya a un nivel de boxeo colosal. Maneja la pelea con confianza, con dominio. Es amo y señor, desde la técnica, la táctica y la psicológica. Su rostro es impasible, sereno, y concentrado. Y su boxeo es nítido, preciso, un reloj, con mecánica perfecta, marca el tiempo, marca el ritmo.
Le tiende trampas, y Spence cae, para contra golpearlo con poder, a dos manos y con nitidez. Spence ya está cortado. Crawford está ejecutando su obra maestra. Spence se está comiendo la paliza de su vida.
El quinto es otro round que Crawford domina a placer y con solidez. Sin embargo, Spence mete su mejor golpe del round, una larga izquierda que entra en la oreja de Crawford, y Terence la asimila sin problemas y responde con un uno dos fuerte. Da la impresión de que Crawford puede noquear.
En el sexto, Spence no deja de presionar, pero Crawford maneja con maestría esa presión y se quita golpes, para luego contra golpear, especialmente con tremenda mano derecha. El jab de Crawford es poesía, lo mete con poder, con ritmo, con velocidad, y lo devuelve rápido a la guardia. Es un latigazo que amasijo al texano.
En el séptimo, Terence Crawford está en plan demolición y manda dos veces a la lona a Spence. Primero, lo recibe a con un upper de derecha a la barbilla, cuando Errol busca entrar y lo manda a la lona. Al final del round, lo vuelve a derribar con un gancho de derecha al mentón.
En el octavo asalto, Crawford sigue metiendo el jab con maestría, sacudiendo una y otra vez a Spence y frenándolo en seco cuando intenta meterse. Crawford vuelve a sacudir a Spence que sigue valiente y apretando, pero está viéndose muy inferior. La detención empieza a asomarse, y desde la misma esquina de Spence están alertas para detener la pelea. Nadie esperaba, o casi, esta verdadera masacre.
Finalmente, «El Perla Negra» culmina su obra maestra en el noveno asalto al forzar la detención del réferi, luego de darle una golpiza a Spence. Errol, sobre piernas flojas al borde de caer, sobreviviendo con valentía, mientras se come todos los golpes a dos manos de Crawford. Hasta que el réferi interviene, y detiene la brutal golpiza.
Terence Crawford fue tan contundente y brutal en su demolición sobre Errol Spence que se convierte en el mejor boxeador Libra por Libra del mundo. No hace falta una revancha. Y ejecutó una obra maestra en el mármol del museo de la historia, por el nivel de su actuación, y por el rival sobre el que la logró. Se mirará una y otra vez «por los siglos de los siglos». Amén.
FUENTE: IZQUIERDAZO
LA LEY DEL DEPORTE