Nicolino Locche (117-4, 14 KO) nacio en Tunuyan, Mendoza, un 3 de septiembre de 1939 y murió en Las Heras, Mendoza, un 7 de septiembre del 2005 cuando tenia 66 años. Arrancó en el gimnasio de boxeo Julio Mocoroa de don Paco Bermúdez. Ya fumaba y Don Paco odiaba que ande echando humo cada que vez que se conseguía «un descansito». Nicolino era el primero en hacerle los mandados a los grandes, así se podía prender uno medio escondido. Loche es el máximo idolo de la historia del boxeo argentino.
Loche fue un genio de defensa. Ya no sabían como apodarlo… «El Willie Pep Latino», «El Mago con Guantes», «El Brujo», «El Chaplin del Boxeo». Tenía radares en la cabeza para detectar los golpes. Nunca nadie vio algo parecido. Ni antes ni después… Su primer pelea como amater fue con 15 años y solo 42 kilos. Se cansa de asombrar al boxeo aficionado. Se retira con 122 combates ganados y solo 5 derrotas. Fue una joya inimitable, nacido con una vista y unos reflejos «biónicos». Locche conocía el futuro. Era «El Nostradamus del Boxeo».
Nicolino debuta como profesional el 11 de diciembre del 58 ganando por KO en el segundo asalto a Luis García en Mendoza. Y rompe todos los esquemas del boxeo de sangre, sudor y lagrimas. Locche era fantasía, picardía, magia y mucho show. Fue distinto a todos… tribunero, gracioso, taquillero como ningún otro en la historia argentina. Nicolino parecía salido de un cuento. En Buenos Aires peleaba «Locche de Noche». Los cafés, las pizzerías, los carritos haciendo «la diaria»… Era previa, fiesta y sobre mesa. Ir a verlo a Locche era un imbatible programa porteño.
El 26 de febrero del 60 da el golpe al vencer al cordobés Jaime Gine y le corta un invicto de 6 años y 86 peleas sin reveses. Luego «lo atiende» nuevamente el 4 de noviembre del 61 y se consagra campeón argentino de los Ligeros ganándole en el Luna Park. El 29 de junio del 61 gana el titulo sudamericano Ligeros superando al brasileño Sebastiao Nascimento. Manos colgando a los costados o escondidas detrás del torso y salidas casi «como cacheteando» al rival. «La especialidad de la casa». Algo increíble a ese nivel. Hay que saber esto: Fue el máximo idolo en la legendaria y gloriosa historia del Luna Park.
En su camino al titulo del mundo, esto es curioso y poco frecuente, tuvo que enfrentar a rivales mucho más difíciles que en posesión de la corona. Locche fue «probado a fondo» contra Perkins, Ortiz, Cachazu, Laguna, Urbina, Pruitt, y Cervantes… Su obra cumbre fue en Japón, un 12 de diciembre de 1968, cuando le gana el titulo mundial Super Ligeros al invicto Paul Fuji, en la tierra «del sol naciente». Bermúdez lo saco de Argentina y se fueron a Japón un mes antes. Revoleaba con una y tiraba con otra, como los chicos cuando juegan.. Esa noche gano, golpeo y gusto. Dio una catedra boxística. Tras el noveno asalto Fuji estaba ciego, desfigurado, y semi loco. Abandono su cinturón de campeón mundial. Ya lo había castigado suficiente…
Esa es la obra cumbre de la historia del deporte argentino. Por encima de Newbery, Fangio, Vilas, Monzón o Maradona, como dicen los historiadores. Dijo Osvaldo Principi: «Loche era un veterano de 29 años con cara de hombre grande y 106 peleas de las cuales solo había perdido 2». Aquella noche no le podía ganar ni «Mandrake». La transmisión de Osvaldo Cafarelli, Fontana, y Cherquis Bialo hizo llorar a todo un país. Fue un cuento rea y asombrosamente narrado…
Luego se satura del gimnasio, del entrenamiento, empieza a faltar. «Pichuco», Goyeneche, las «tertulias», pucho y chupi. Así y todo casi nadie era capaz de ganarle. Porque era un genio de pies a cabeza. Podían ser más grandes, más fuertes y más atléticos, pero no les servía de nada.: «Vos no podes herir lo que no podes tocar».
Defiende el titulo mundial en cinco ocasiones. Y lo pierde con Alfonzo «Pepermint» Frazier en Panamá, mal entrenado. Después lo noquea el colombiano «Kid Pambelé» Cervantes. Vuelve y hace 12 peleas, ganándolas a todos en el Luna y abandona el boxeo. Ya no quería saber nada… Locche es probablemente la única persona en la historia del boxeo mundial en producir tres dígitos de victorias y un solo digito de derrotas tanto como aficionado como profesional. 122-5 de amater y 117-4 como profesional. Termino su campaña con 239-9.
Las manos de Locche metían poco daño, pero sus genialidades hacían estragos en la psiquis de sus rivales. Los frustraba tanto que terminaban sin ganas de seguir. ¡Se dice que ha ganado una vuelta sin lanzar una sola mano! Se paraba quietito frente a sus oponentes, dejaba colgando la cabeza a centímetros del rival para que se la ejecuten, con sus brazos bajos y esquivaba. Reino desde 1968 hasta 1972. Un tipo irrepetible. Sus triunfos más notables fueron frente a Giné, Cervantes, Hernández, Fuji, Lopopolo, Perkins, Villa, Laudonio, Brown. Y los empates que lo enaltecen frente a Ismael Laguna y Carlos Ortiz.
En sus ultimas entrevistas ya viejo y cansado, escucharlo hablar era como escuchar a mi abuelo, el que tiene mas pasado que futuro, el que no se guardo nada. El que puso todo. El que esta satisfecho con lo vivido, el que hizo lo que pudo y más aun. Ese que ya está mucho mas allá del bien o del mal. Que amó mucho la vida y fue amado. Loche fue un Dios del boxeo. Lisa y llanamente…
Locche es, hasta por encima de Justo «El Torito de Mataderos» Suárez y de Jose «El Mono» Gatica, el boxeador más amado de la historia del boxeo argentino. Nadie lleno el Luna Park como él. Ni nadie lo hará jamás… Como Locche no veremos en la vida. Se dice que esta clase de genios nacen uno por siglo. Yo no creo ni eso, no soy tan optimista. Yo estoy más de acuerdo con lo que dice el viejo tango: «No habrá ninguno igual, no habrá ninguno…»
LA LEY DEL BOXEO (MARTES 20 HORAS RADIO MATRIX 94.9).