Dedicado a mi amigo Néstor Leguizamo.
Jaime Guillermo Juan Manuel «El Gallego» Giné (105-9, 26 KO) nació un 10 de abril de 1933 en Charata, Chaco. Una localidad rodeada por quebrachos y llena de hacheros cerca de La Forestal. Pero a los 15 años se fue a vivir a Córdoba con su familia donde hoy es uno de los más grandes ídolos. Giné regó de gloria ese suelo superpoblado de campeones argentinos, sudamericanos, y mundiales.
Jaime Giné fue pupilo de Miguel Domínguez, su gran maestro del boxeo y de la vida. Y debuta un 12 de enero de 1955 ganándole por puntos a Rafael Azuaga en Córdoba. Nacía un boxeador fino, elegante, preciso, resistente, y con puntería. Se hizo ídolo en «La Universidad». En una época donde los gimnasios se llenaban todos los sábados de fanáticos.
Jaime Giné tenía talento, buena forma, y gran potencial. Se mantiene invicto hasta que se consagra campeón argentino Liviano a los dos años como rentado. Fue un 4 de mayo de 1957, título dejado vacante nada menos que por Alfredo Prada. Esa noche Giné terminó con el invicto de Néstor Savino por KOT 10 en un Luna Park lleno de gente, que veía como un cordobés invadía exitosamente Buenos Aires. Esa fue una de sus más notables victorias.
Fue un campeón consolidado y duradero en Peso Liviano, una división de las más atractivas en la época de ocho divisiones del boxeo. Buena estampa, fina técnica, estilo clásico. Te ajaba por acumulación. Las manos se sentían solo con el correr de las vueltas… No era feroz, ni atacante poderoso, ni un «asesino en serie». Era un boxeadorazo. Nada parecía detenerlo hacia un título del mundo…
Jaime Giné fue uno de los grandes boxeadores de la historia, pero que por su bajo perfil no participó nunca de las polémicas mediáticas, ni construyó un personaje vendible y carismático. Solo se dedicó a entrenar y a pelear intensamente mes a mes, hasta construir un récord impresionante. Nunca nadie va a lograr algo como eso. «Clavado» que no va a suceder más…
Giné subió un 26 de febrero de 1960 con un récord invicto en 87 peleas. Ni 37, ni 57, ni 77… A defender su reinado con un chico más joven, más elusivo, y más fantasista que él: Se llamaba Nicolino Loche. «El Imbatible» contra «El Intocable». En la primera gana Loche por puntos, «chau» título, y chau «aura» de invencibilidad. Se caía una racha invicta con récord sudamericano, que aun hasta el día de hoy nadie la ha superado. Tenía que venir un tipo más genio que él para «pararle el carro». Y ese fue Nicolino Loche.
Gine se convierte en campeón sudamericano Ligeros el 14 de octubre de 1961 ganándole en el Palacio Peñarol de Montevideo a Eulogio Caballero en Decisión Dividida. Era muy respetado, mirado y admirado. Fue un «Boxeador de Zapatos de Charol». Elegante, bien parecido, sin declaraciones irrespetuosas ni amenazantes. En el Ring era intuitivo, pensaba, sentía, y percibía lo que iba a hacer el otro. Dominio absoluto de las acciones. Y luego «le pasaba la factura». Corría de mañana, de tarde guantes en el altillo de su caza, y todos los días al Córdoba Sport. Un tipo que se cuidó el físico, el cerebro, y el espíritu.
Con Loche empatan controvertidamente en la revancha. El país se dividió por aquella Decisión. Todavía se sigue discutiendo el veredicto. En Córdoba están «que trinan» por el fallo. Y el 4 de noviembre de 1961, en un Luna Park desbordante de gente, vuelve a caer en la tercera y la vencida con Nicolino Loche. Siempre en peleas muy cerradas. Encima pierde el cinturón de campeón argentino Ligero en juego.
El 11 de septiembre de 1962 cede el título sudamericano en San Pablo contra Sebastiao Nascimento. Superado inmediatamente en la revancha. Y también en la vencida por nocaut. Y en Córdoba… Loche y Nascimento fueron «sus piedras en el zapato». Lo «tenían alquilado». En su resumen también se cruzó con notables rivales como el riocuartense Ángel Olivieri, Fred Galiana, Manolo García, Orlando Zulueta, y Pedro Benelli, entre decenas que andaban muy bien.
Jaime Giné se retira el 30 de septiembre de 1966 empatando nada menos que contra Horacio Agustín Saldaño. Le robaban mucho las últimas peleas… Ante la duda se la daban a los «proyectos». Se cansó de que lo usen de «escalera». Le pasó la antorcha a otro tremendo boxeador: «El Último Gran Ídolo». «Cuelga los guantes» sin marcas en la jeta, ni la ñata abollada, ni la oreja mordida, ni nada. Fue el gran rival de Nicolino, el que lo exigió hasta los extremos. Y que solo le sacó un empate. Le quedó gusto a poco. Fue su sombra. Pero siempre para la industria del boxeo fue «el otro»… El segundón.
Luego se enlistó en la Escuela de Suboficiales y Agentes de Policía. Trabajó en Investigaciones. Y por último en la Escuela Superior. Estuvo complicado en una causa grave por apremios ilegales. Se lo acusó de abuso de poder, de gatillo fácil, o de pasar por encima de la ley. Esto hay que decirlo. Tampoco se comprobó. El siempre lo negó sin excepción. Cada vez que le preguntaron se angustió. Nunca lo acredito.
Después de ocho años de policía lo dan de baja por incapacidad. Porque un día lo agarraron a tiros en una emboscada. Lo atacaron rápida y brutalmente «a los cohetazos». Como resultado tuvo que vivir con tres municiones en la cabeza. Y un brazo que movía con problemas. Vivió de esa jubilación de Policía hasta sus últimos días. Con la familia, los amigos, y pescando tarariras tranqui en las mañanas, y contemplando el horizonte. Disfrutando mientras uno pueda…
Jaime Giné deja de respirar un 11 de febrero del 2008. Tenía 74 años. Y luchaba contra el Mal de Párkinson y el Cáncer de Próstata. Y es, junto a Justo Suárez, Julio Mocoroa, Jose María Gatica, Alfredo Prada y Locche, de los más grandes Ligeros Argentinos de todos los tiempos.
Boxeador fértil si los hay. Pero uno de los más olvidados… Menos en Córdoba. Allá lo extrañan y mal. Si él lo supiera… : «Adiós Jaime Giné. En Córdoba quieren saber de usted. Acá en Concordia tengo un amigo que también».
LA LEY DEL BOXEO (MATRIX 94.9)