FEDERICO "LOBO" MULLER

BOXEADOR CONCORDIENSE RAMÓN HORACIO «NICO» ALBERS EN LA LEY DEL BOXEO (30/7/21)

El invitado de hoy nació un 2 de septiembre de 1960 en Concordia. Es del barrio Centenario, calle La Paz y Bulevar San Lorenzo. A media cuadra de los viejos comedores «El Tranquilito» y «El Chiche». Paradas obligadas de los viajantes y parroquianos de la época. Y ha sido campeón argentino Mosca de boxeo en los dorados años ochenta. Mi primer ídolo doméstico.

Hubo muy buenos boxeadores. Los que están en nuestro Salón de la Fama La Ley del Boxeo se destacan del resto. Son los que pelearon mucho y bien, los que tienen al menos dos grandes victorias, o los populares fajadores que llenaron estadios. Algunos de ellos cumplieron con un requisito, otros con dos, y pocos con tres.  

Pero Los Grandes Boxeadores Concordienses de Todos los Tiempos, como él, son aquellos que se destacan de ese Salón de La Fama La Ley del Boxeo. Los que están en el olimpo. «Los Grandes Boxeadores de Todos los Tiempos» son, por ejemplo, «Tiriti» Osuna, «El Negro» Bogado, «El Gringo» Jaurena, «El Rako» Jaurena, Remigio Molina, «Musculito» Blanc, “Panterita” Lescano y el mozo que tengo enfrente, y que tanto me costó traerlo a los estudios de la radio. Bienvenido, viejo ídolo y ahora sueño cumplido, Ramón Horacio “Nico” Albers, a “La Ley del Boxeo”:

“Hola Muller, como estas. Me cuesta venir a los medios, no me gusta. No es nada personal, todo lo contrario. Pero me habló Horacio Cresto y accedimos. Me gusta estar tranquilo en casa, nomás. He sido muy callejero, vendía diarios, me metía en la zona de los otros sin saber, y por eso terminaba «trenzado» con los otros «canillitas». Una vez me robaron toda la plata recaudada. A «caminar la calle» se va aprendiendo… En los partidos de fútbol era el ídolo cuando se armaba la podrida, era de ir al frente”.

Muchas historias, reales o imaginarias, se escucharon siempre de él. Representa no solo a la cultura del boxeo de antes, sino que a la cultura popular de un lugar y época determinada. Hoy es mito y leyenda viviente. El campeón argentino más viejo que camine por Concordia. 

“He trabajado muchos años en la Panadería La Familia, en Lamadrid y Espejo, de don Gilabert. Quién me ayudó a sobrevivir y salir adelante. Limpiaba, amasaba, cocinaba, porcionaba, repartía, hacía los mandados, y era ayudado en lo que necesitara… Gilabert me enseño cosas que no las había aprendido ni en la calle ni en mi casa. Dormía ahí, comía ahí… Esa era mi vida y mi sustento”.

“Un día me meto en el gimnasio de Mario Higueras con solo 45 kg. Barría, pasaba el trapo, secaba, y hacía ejercicios. Quería ser como Juan Carlos Bogado quien entrenaba ahí, además estaba «El Mono» Vallejos, «El Pato» Rojas, «El Huguito» Fernández, alta banda. Camada histórica y recordada por los pocos «viejos vizcachas» que están quedando”.

«Yo debuto en el boxeo con 15 años. Termino como amater con un récord de 38-1. Solo perdí el invicto con «El Visco» Vilche. En una pelea de ida y vuelta. Había sido diseñado para boxear, pero me gustaba fajar y quería ser campeón. Era macizo, concreto, fuerte, durable, disciplinado, y guapo. Tampoco era “huuuu”, pero había que ganarme…”.

“Enseguida conozco y me caso con Carmen Ramírez, mi mujer de toda la vida. Quien me acompañó, cuidó y alentó en toda mi carrera como boxeador y en la vida misma. Tuvimos cuatro hijos y ocho nietos. Mi institución familiar fue una aliada indispensable para la contención y el amor. Y por eso pude salir adelante en el deporte, al más alto nivel”. 

“Debuto profesionalmente un 5 de diciembre de 1980 ganándole por puntos a Tomás Gómez. Ya por entonces era dirigido por «El Huevito» Segovia y «El Banana» Enrique. Sería una constante tener que enfrentar a grandes y muy difíciles oponentes. Me tiraban monstruos y los peleaba a todos. Donde sea y cuando sea. Me apodaban «Nico» por Nicolino Loche, por mi visteo, finta, y bajada de brazos en defensa. Pero, llamado a pelear cuando el destino lo reclamaba, me prendía… No era ningún negado en ofensiva”. 

“Cansado de madrugar y de salir a trabajar a las 3 de la mañana a «parar la olla», me voy a la gomería de «El Lucho» en Las Heras y Humberto Primo. Trabajo ahí y vivo en el fondo del negocio con mi mujer. Las gomas de los camiones eran mucho más grandes que yo. Dejaba de repararlas solo una semana antes de las peleas, para no subir tan «cargado» a los combates. Y no perder la agilidad necesaria para meter las manos”.  

“El 6 de junio de 1981 debuto perdiendo por puntos en el Luna Park contra Demarco. Cuando perdía lo hacía en peleas parejas, competitivas, y llenas de acción. Iba para adelante y enamoraba a la hinchada. Entretenía porque brindaba drama. Y la gente se identificaba con mi estilo”.

“Corría en San Carlos, luego velocidad con profesor «El Tote» Amengual que me hacía «transpirar sangre», y posteriormente al Gimnasio Municipal. Era cortito, rapidito, mecanizado, y vivo. En el medio… laburo «todo el día».  Siempre me hacía un tiempo para poder mejorar como boxeador”. 

“El 9 de octubre de 1982 me enfrento con el ex campeón mundial Santos Benigno Laciar. Pierdo por primera vez por KOT 7 contra, si bien aún no lo sabía, uno de los mejores boxeadores argentinos de todos los tiempos. Venía perdiendo, pero llevándola bien. Ese día «subo» irritado porque no me pagaron lo prometido. Se me metió en la cabeza esa bronca y eso iba a arrasar con mi concentración y actuación”.

“El 24 de agosto del 84 domino en el clásico entrerriano al paranaense Rodolfo «El Tanquecito» Rodríguez. La primera había empatado en Concordia, y en la segunda en Concepción del Uruguay terminamos en Sin Decisión. La tercera fue la vencida. Hubo muchos clásicos… Con Román y Condori peleamos cuatro veces. Con Paniagua y Cortés tres”.

“Me consagro campeón argentino Mosca un 14 de septiembre de 1984 ganándole por puntos a Daniel Adrián Román en Concordia. Fue una pelea durísima. Ese año fui el boxeador con más actividad del país. Peleo 14 veces en solo 12 meses. Hoy en día nadie pensaría hacer eso ni mamado”. 

“El 13 de diciembre del 85 pierdo con el inmenso Gustavo «Mandrake» Ballas. Lo mismo en la revancha y en la buena. Ballas fue, para los que no saben, un mago con guantes. Y grande para la categoría. Yo lo aguantaba porque siempre estaba super motivado. Era granítico y bien curtido. Ballas era un Super Mosca natural, o Gallo”.

“Me retiro el 7 de noviembre de 1986 ganándole por puntos a Ricardo «El Paraguayo» Escobar Báez en Concordia, pero sigo haciendo deportes. Fui un gran protagonista de la Maratón de Reyes, las corrí a todas. Y rápido. Juego todos los fines de semana con mis nietos. Disfruto de las pequeñas y sencillas situaciones de «la diaria».

“He hecho pozos en La Tortuga Alegre para la Cooperativa Eléctrica, trabajé en la Construcción, en un Aserradero, también fui Remisero. Pero más se me vincula en el Cementerio enterrando muertos”.

Laburo muy físico y muchas veces indescriptible. A ellos nadie les envidia su jornada. Son empleados de la parca. Enterradores, reducidores… Municipales que «hacen el trabajo sucio». 

“Por azar del destino o porque no me quedaba más alternativas, me gane la vida trabajando en «La Ciudad de los Muertos». Desenterrando, trasladando cuerpos descompuestos. No hace falta aclarar que es un trabajo tan digno como cualquiera, pero en un momento me empezó a afectar. Siempre «hice la chuleta» y además fui boxeador. Solo me robé un par de naranjas como «pecado capital”. 

“Cuando ese trabajo ya me estaba haciendo muy mal por los cuerpitos de los bebés, me trasladé a la basura. El viejo camión que junta lo que la gente no quiere y lo lleva a un vertedero, a una incineradora, o a nuestro Campo del Abasto”.

“Hoy estoy en el barrio Simón Bolívar, en los departamentos de avenida Las Heras y Perú. Frente a la escuela Choveta. A la vuelta del Cementerio Nuevo. Se me ve poco en la calle. Menos en fiestas populares. Te prometo que voy a volver al boxeo a mirar y te voy a dar un fuerte abrazo. Me gustó mucho la entrevista que me hiciste, te agradezco de corazón”.

A “El Nico” no lo encontrás por ningún lado. Menos que menos, en las redes sociales. Donde hay «famosos» todo el día que no tienen grandes historias para contar… Son los necesitados de afecto. “El Nico” no necesita reconocimientos porque hacía boxeo porque le gustaba y lo necesitaba. Sigue siendo un guapo abajo y arriba del ring. Porque se pelea como se vive. 

Nico Albers tiene la cantidad de peleas, la calidad de rivales, la popularidad, y las victorias notorias como para ser uno de los más grandes de todos los tiempos. «Nico» Albers es un gran ejemplo de conducta y superación. Ha sido un honor haberte conocido. Escucho de él desde mi primaria en la Almafuerte y lo he tenido en la Radio sentado. Como se cantaba en los estadios llenos, hace ya mucho tiempo: «No te vayas campeón, quiero verte otra vez…»

LA LEY DEL BOXEO (MATRIX 94.9)

 

 

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