El popular Héctor Agustín «Chiquito» Cirolla nació en Concordia un 27 de agosto de 1966. Y fue un boxeador Pluma y Livianos Jr en aficionado y en profesional. Se crio en el Barrio Lezca y luego se mudó al San Miguel 2. En su casa lo crio una madre con mucho afecto, amor, y buenos consejos. No solo a él, a sus tres hermanos y a su hermana también. Por eso debe ser que respeta tanto a «ellas». Las quiere y las defiende siempre. Jamás las ofende. Hoy, a sus cincuenta y tantos, ya es una leyenda de la ciudad. Bien conocido, y más famoso que Busti, que Bordet, o que Urribarri. En la calle lo conocen todos. Y esta más vigente que nunca.
Su padre los abandono. Su mamá, pobrecita, los tuvo que criar sola. Tuvo que abandonar la escuela en tercer grado. Se puso a laburar en una tapicería del centro y a entrenar boxeo. Todo el día en la calle para lograr hacer algo con el deporte que le gusta y «hacerse la diaria».
Peleo como aficionado casi 100 peleas. Siempre bien entrenado. Rápido, movedizo, «cascoteaba» en la corta, media, y en la larga también. Era un boxeador con gran mecánica y habilidad. Le faltaba pegada. Romper cuando conectaba. Perforar. No tenia esa pimienta. Pero se prendía. Era un ídolo. Muy respetado. Muy querido. Y el quiere mucho a su gente. No es «chamuyo flaco».
En el Ferro peleaba todos los fines de semana. Y si no había guerra en «La Meca», viajaba a los pueblos de por acá cerca, nomás. Se prendía en todas. Porque amaba competir.
Héctor Cirolla debuta profesionalmente un 7 de julio de 1990 contra Augusto Andrés Roldan, empatando en su primer pelea. Luego empato, perdió, y gano. Pero siempre se divirtió. Empato dos veces con Daniel «El Negrito» Medina (una como amater y la otra como profesional), peleo contra Juan Luis Sánchez y contra Carlos Ríos.
«Chiquito» fue un estilista, ágil, siempre bien entrenado, aguerrido, y que se prendía. Daba acción y emoción. Un apasionado y un enamorado por el boxeo. Amaba y aún ama el deporte que le dio todo. Héctor Cirolla se retira un 17 de diciembre de 1993 perdiendo contra Carlos «El Principito» Ríos en Santo Tomé, Santa Fe. Entre el trabajo, los entrenamiento, y los viajes… ¡Estaba perdiéndose de disfrutar el desarrollo y las picardías de sus cuatro hijos! Criados por «una masa de mujer» que es Mariela Cirolla (la mujer de toda su vida).
El hombre del la historia de hoy, en «La Ley del Boxeo», fue pupilo de don Nicolás Camino, de don Emilio Panozzo, y de don «Pancho» Segovia, quien fue como su padre. Esa familia y su familia se querían «con locura». Amaban y aman el boxeo. Honran la vida. Hace como 25 años que es entrenador. Ama a los gurises, el deporte y la vida sana. Ha sido declarado Personalidad Destacada por El Consejo Deliberante de Concordia.
Hoy trabaja en el gimnasio «Amigos De Chiquito Cirolla» del Víctor Opel, donde este 17 de enero organiza, junto a Polideportivo Víctor Opel y La Ley del Boxeo, boxeo barrial de verano. Vuelve el boxeo a los barrios. «Chiqui» hace contención social, es padre, hermano, tío, amigo, psicólogo, y preparador físico de sus pupilos y sus alumnos. Uno de los tantos «santos» entrenadores que La Ley del Boxeo ama de hablar y de admirar. Los entrenadores, tras tantos años en la actividad, tienen un aura que los distingue, y que les permite perseverar y perdurar en un deporte tan sacrificado y necesitado como el boxeo. Le «sacan agua a las piedras». De la carencia una virtud. Tienen mucho amor para dar.
Boxear no es subir y pegar. Boxear es enfrentar la vida con la guardia alta. Cara a cara. Mano a mano. Sin perder el afecto jamás. Hoy trabaja con quien esto escribe en charlas de prevención de adicciones en el Consejo Municipal de Prevención de Adicciones de Concordia. Y créanme que escuchar sus charlas y sus historias no tienen desperdicio. Se emociona y siente mucho. Los gurises tienen pasión por el hombre. Hay cosas de la naturaleza de un hombre que la Facultad no te puede dar.
Héctor Chiquito Cirolla del San Miguel Segundo de Concordia: «Hablas a corazón abierto. Y con la convicción de saber de que tu trabajo es muy importante. Ayuda a sacar a los chicos del infierno. Y eso es lo mas grande que hay…». Siempre se emociona cuando confiesa que dejó la escuela en tercer año y hoy tiene al honor de dar charlas a chicos de hasta sexto. ¡Porque lamentablemente lo que la naturaleza le dio, la academia no te presta!
Tu amigo: «El Fede» (como siempre le decís vos).