
Sin embargo, no solamente estiró su invicto como profesional (15-0) este santafesino nacido hace 24 años en Arroyo Seco, sino que se ganó la chance de pelear por el título mundial de los Plumas de la Asociación Mundial de Boxeo contra el actual monarca, el británico Nick Ball.
El combate fue cuesta arriba para Cuello, que no le encontró la vuelta a un experimentado Olivo, que había llegado a la cita en la Ciudad del Pecado con un récord profesional de 22 victorias (9 KO), una derrota y un empate.
Mirco «beso la lona» en el segundo round -fue la primera caída de su etapa como rentado- y «corrió desde atrás» a lo largo de los diez rounds. De hecho, cuando empezó la última vuelta, las tarjetas marcaban que perdía 88-82, 87-83 y 86-84. Era nocaut o derrota.
Y consiguió una victoria antológica e inesperada a los 2′01″ del décimo, con una explosiva serie de ganchos de izquierda que determinaron el quiebre del púgil azteca y el final del cotejo, que determinó el KOT a su favor.
Olivo venía boxeando y con puntería en sus golpes sobre Cuello, que lució nervioso e impreciso durante todo el pleito. Un cambio de actitud del argentino en el noveno round hizo lucir sus máximos atributos: sus golpes al cuerpo. Con mejor resto físico y anímico, atacó a Olivo, que vaciló en dos ocasiones. Y en el décimo y último, lo derribó en dos oportunidades con sus ganchos a la «parrilla» y allí todo terminó.
Cuello obtuvo una definición épica. Capturó el primer puesto en el ranking mundial. Aunque deberá trabajar muchísimo para afianzar esta clasificación de privilegio en una división histórica repleta de leyendas del ring.
Esta guerra dura y áspera sirve para «tomar cartas en el asunto» y ver todo lo que se puede mejorar. «Fila» están haciendo tipos rudos y malos. Que si no tapa o esquiva las manos lo van «a sacar».
Las expectativas y la ilusión están intactas. Porque saco una mano milagrosa, que cambió la historia. Como tantas veces lo hizo el boxeo argentino en sus días de gloria.
FEDERICO MULLER