FEDERICO "LOBO" MULLER

LOS DIARIOS, LAS REVISTAS, Y YO (6/4/20)

En mi casa de Alem y 25 de mayo de Concordia y en las oficinas de los laburos de mi viejo, Alecy, La Plata Cereal, y luego Bunge, yo leía La Nación Deportiva y el Clarín Deportivo, de tanto en tanto el emblemático El Heraldo de Concordia, siempre buscando los torneos y competencias. 

Los martes llegaba la revista El Gráfico y me la «morfaba», y además leía, menos frecuentemente, la Goles, y algo de la Solo Futbol. Uno se instalaba esperando solo y ansioso en el quiosco a que llegue ese ejemplar que me iba a tener toda la semana leyendo y gozando. O que aparezca mi mamá o mi papá con ese incomparable regalo.

Cuando leemos un poema “escuchamos” una voz que expresa las emociones y las ideas, los poetas utilizan el recurso de construir una voz que es la que “suena” en el poema y a través de la cual nos identificamos o no con los pensamientos y emociones expresados; esa voz se conoce como el yo poético o el yo lírico.

Estaba super alegre con la revistas bajo el brazo, y la leía, releía, y las coleccionaba a todas. Hasta las escondía para que no me «la haga boleta» mi hermano mayor Tomás. No quería terminar de leerlas, entonces lo hacía de a poco. Eran ejemplares lindos, las tapas coloridas, plastificadas, y con pósteres gigantes en el medio. Y los que escribían eran, para mí muy poca autorizada opinión, unos genios. 

Mi vieja era una gran lectora de diarios, revistas, y libros. Recortaba los artículos, los subrayaba, los clasificaba por temas, los pegaba sobre hojas blancas, los encuadernaba o encarpetaba perfectamente, y finalmente los guardaba meticulosamente en su lugar. Increíblemente descritas y separadas por secciones diferenciadas. Historia, escritores, geología, astronomía, campo, música, cocina, economía… y obviamente deportivas. Era uno de sus hobbies favoritos.

Uno leía un poco de todo, pero se iluminaba con el deporte en general y el boxeo en particular. Ella hasta el último aliento alentó con su percepción y mejores deseos, a mi afición y mi gran pasión.

Papá, Ingeniero Agrónomo él, leía el diario La Nación, algunos libros de su profesión, de economía. Pero nada «muy loco» como para justificar el asesorar y ser consultado por todos los presidentes contemporáneos de la Nación. Más de un vez bromeé con que un ángel copado le inyectaba los conocimientos en el medio de la noche, mientras dormía, en el medio de su cráneo. No sabía que uno se podía cultivar de otras maneras también. Yo decía, porque me preguntaban «como hacía», que era un «milagro de la genética», que tenía «una computadora en la cabeza», etc. Aún lo es y la conserva. Se sienta y lee el diario de punta a punta. Le gusta, y retiene todo. 

Potencia la expresión de emociones y sentimientos: los poemas están repletos de valores, de sentimientos, de miedos, alegrías, confesiones, sensibilidades, etc. Potencia el lenguaje artístico a través del ritmo y la musicalidad. Estimula la memoria: los poemas son magníficos para memorizar gracias a su ritmo.

Luego, cuando me volqué a la gastronomía, leía todos los libros de Francis Mallmann, «El Gato» Dumas, «Doly» Irigoyen, Antonhy Bourduain, y las revistas El Gourmet. Leía recetas, e historias fuertes de cocineros. Siempre encerrados, blancos, ocupados, estresados, y algo enviciados.

El poema, al ser expresión de los sentimientos, a lo largo de la historia se ha relacionado con el amor, pero hay que relacionarla con otros temas que reflejen las emociones del autor ante la contemplación del mundo o de la realidad: amor, pena, soledad, miedo, fracaso, alegría, desamparo, nostalgia

Hoy leo básicamente La Nación, la revista The Ring Magazine, Planeta Triatlón, libros de boxeo, deportes, cuentos deportivos, psicología y psiquiatría para estar mejor formado en mis charlas de Consumos Problemáticos. Y, Dios me tenga de la mano el día del juicio final, subrayo con lápiz o birome las frases más importantes, anoto las ingeniosas metáforas, conceptos, chistes, como para luego ser puestos en otro contexto. Como para diferenciarme del resto. Y que mi escritura resulte entretenida, emotiva, y, porque no, embellezca la propia historia.

La lectura me despierta los sentidos mediante las palabras y la creación de belleza en el lenguaje, y también cultiva mi imaginación y mi memoria. Es toda una realización de las facultades corporales y anímicas. Porque la forma de cuanto se dice o escribe es tan importante como el sentido o el “mensaje”.

Nos mantiene informados. Despierta nuestra imaginación. Alimenta la inspiración y hace que surjan ideas. Nos permite conectar y ponernos en la piel de otras personas / personajes.

LA LEY DEL DEPORTE 

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