FEDERICO "LOBO" MULLER

LA PELICULA DE GREGORIO «GOYO» PERALTA Y OSCAR «RINGO» BONAVENA POR LA LEY DEL BOXEO

Dedicado a mi querido amigo Víctor «Pico» Medina.

El Luna Park de Buenos Aires es, por muy buenas razones, considerado el estadio meca del boxeo argentino y sudamericano. Han pasado geniales campeones mundiales, actores famosos, músicos legendarios, movimientos políticos de todo tipo y pelaje, y demás expresiones populares y culturales.

Pero hubo una noche donde no se podía «ni respirar de tu propio aliento». El 4 de septiembre de 1965 el estadio Luna Park batió para siempre su record de asistencia y recaudación. En total 25.236 personas pagaron la entrada. No solo eso, se quedaron alrededor de 5.000 personas afuera porque no entraba ni un alfiler adentro. El evento fue un fenómeno irrepetible en la historia del Luna, fue la pelea más convocante de los 120 años de la larga historia de boxeo en Argentina.

Aquella noche estaba la toda «la crema porteña», «el jet set», los que pisaban fuerte por aquellos años locos… los jugadores Onega, Sachi y Rattin, el conductor «Pipo» Mansera, el polista Manditeguy, el luchador Karadagián, el jefe del ejercito Juan Carlos Onganía, y los boxeadores Accavallo y Pascual Pérez entre otros. Los fanáticos se apiñaron como nunca antes, ni jamás después. La multitud rugía y quería, siempre insaciable, «un poco bastante» de sangre y de terror.

En el 65 crecía la industria de los diarios, las radios y la flamante televisión. Y esta locura iba a cambiar todo y mucho, el motivo la semejante concurrencia era la defensa del famoso boxeador Gregorio «Goyo» Peralta (98-9, 60 KO), 30 años, 1,83 cm, campeón argentino y sudamericano de los pesos Pesados. El hombre venía de ganarle el último año, en una pelea sin titulo en juego, al campeón mundial Semi Pesado Willie Pastrano en Miami. Ya había debutado en el Madison y era considerado un héroe acá en la Argentina, la gente lo adoraba, el hablaba como un profesor de filosofía, era técnico, y un señor caballero en el ring y en la vida. Y era el favorito de la gente, el más querido de todos, al menos hasta esa noche. Saludaba sonriendo ante la multitud una vez que subió al cuadrilátero.

Su rival era todo lo contrario, nada que ver, eran como el agua y el aceite. Oscar Natalio «Ringo» Bonavena (58-9, 44 KO), recién tenia 24 años, 1,79 cm, porteño hasta la medula, de Parque Patricios, del mítico basural de «La Quema» de Buenos Aires, y hablaba y calentaba la previa. Era verborragico, histriónico, y muy fanfarrón. Era petizo para un pesado, tosco, rustico, pie plano y encima tenia la voz aflautada (que «se chocaba» con el contenido asesino y amenazante de sus palabras). Pero el pibe le ponía ganas, pegaba como un caballo, y tenia un maxilar a prueba de bombas atómicas. Era un boxeador fanfarrón pero brutal. Lleno de músculos bien voluminosos. Un retacón potoco y atrofiado.

Aquella noche chocaban el ídolo y el villano, el bueno y el malo (hay mamita querida que estas en los cielos de la gloria esto si que es casi tan viejo como el boxeo mismo), Gregorio Peralta y Oscar Bonavena. Y nadie se lo quiso perder.

Bonavena se burlo, le sacó el cuero en los meses previos, trato de ganar la batalla psicológica, incomodar desde el camarín, meterse bajo la piel de Peralta… Y ya el odio de «Goyo» era real, sincero y profundo, ¡Debía sonar la campana!

En la pelea Goyo parece atado, nervioso y medio sorprendido de que Ringo no intente aplastarlo. Que prefiera esperar, Bonavena se arma de paciencia mientras la muchedumbre grita por «Goyo». Ringo barre con los brazos y perfora con volados de diestra y siniestra. Lo trata mal a el campeón.

En las vueltas del medio ya Peralta sufre una presión asfixiante por parte del joven maleducado con la lengua leguleya. Se lo fueron desbordando con más actitud y garra, que con alguna otra herramienta boxística como la gente. Ringo era bicho, pillo y mañoso. Más rápido de cabeza que de brazos. Y le mezcló castigo arriba y abajo.

Bonavena demostró que tenia una terrible mano de KO cuando lo tiro a Peralta en la vuelta cinco. Fue un escalofriante cross de izquierda a la carretilla. El campeón cayó casi sentado, le contaron hasta cuatro en la lona y hasta ocho «medio mameluco» parado, como «pasado de copas». La multitud enmudeció, y todos se convirtieron en «sordomudos», de no poder creer… La pelea fue reñida, pero favorable a «Ringo» sin ninguna duda. Lo hizo flamear varias veces. «Goyo» apeló al «Modo Supervivencia» varias veces.

Ganó Oscar Natalio Bonavena en fallo unánime y por amplio margen. Revolvió por «cielo y tierra» para terminar con Gregorio Peralta, pero se le escapó «por un pelo». Si antes lo querían 25 fanáticos llegados en bondi desde «La Quema», ahora tenía a la gigante mole con 25.000 monos adentro rendidos a sus pies. Había pagado con el lomo lo que había firmado durante meses con esa voz «de pito».

Cuando el arbitro le levanta la mano Ringo explotó en lagrimas, apoyó su cabeza sobre el hombro de Peralta, y busco su contención y afecto. «Vencedores y Vencidos». Esta foto que ilustra la nota, sería la tapa de la revista El Grafico, e icono de la historia grande del boxeo argentino.

Luego no se pudieron sacar ventajas un 8 de agosto del 69, y la revancha terminó en un empate. Siempre sus nombres estarán asociados, se odiaron siempre, hasta las tripas. Y tendrán que convivir siempre juntos aunque se hayan querido matar… ¡Pero en las paginas de gloria!

Peralta luego se hizo mucho más famoso con sus dos derrotas frente a olímpico y «Artista el KO» George Foreman y por buenas peleas en España y en Alemania. Se retiro a los 38 pirulos y vivió silenciosamente por el resto de su vida hasta el 2001, cuando falleció ya de viejo.

Bonavena también se hizo mucho más famoso con sus victorias ante el canadiense George Chuvalo, sus dos derrotas frente al campeón mundial Pesado Joe Frazier (en la primera lo tiro dos veces), y por sobre todo en su derrota frente a Mohamed Ali por KO 15 un 7 de diciembre de 1970 en el mítico Madison Square Garden de New York.

El 22 de mayo del 76 lo asesinaron de un escopetazo en un prostíbulo llamado Mustang Ranch en Reno, Nevada. La historia es muy conocida a nivel mundial. El 29 de mayo de ese año fue velado y llorado por 100.000 personas en el Luna Park. Aquel día se fue su cuerpo, pero su leyenda sigue más viva que nunca. Con el único limite de la eternidad…

LA LEY DEL BOXEO (MARTES 20 HS ACTIVA CONTINENTAL 98.9/DESDE EL 1 DE OCTUBIRE MATRIX CONTINENTAL 94.9).

 

 

 

 

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