FEDERICO "LOBO" MULLER

UN DÍA COMO HOY CARLITOS MONZÓN SE CONSAGRABA CAMPEÓN MUNDIAL

El 7 de noviembre de 1970, en El Palazzetto Dello Sports, de Roma, Italia, Carlos Alberto Monzón (87-3, 59 KO) se consagraba campeón mundial Mediano contra el olímpico y local Nino Benvenuti, y contra pronósticos muy adversos. y «El Emperador de Roma». Es y será «la máxima proeza del boxeo argentino». Monzón era un desconocido para el gran público del boxeo, era otro ignoto boxeador que tuvo su chance mundialista, y en los papeles era su «cuarto de fama», efímero y fugaz.

Estaba, según los «especialistas» de la época, condenado a terminar ejecutado en Italia, a volver en el cajón, o al menos ser superado en las tarjetas… La parada era bravísima: en la casa del gran campeón mundial, invicto y medallista olímpico Nino Benvenuti. Las apuestas estaban 3-1 en favor del local. Y eran sensatas porque Monzón había arrancado su carrera con un récord de 16-3, nunca había peleado fuera de Sudamérica y no tenía grandes nombre en su curriculum como para asustar a Benvenuti. Nada ni nadie pudo presagiar lo que iba a ocurrir.

La pelea es conocida, dramática y con un final eterno… el relato de la cuenta del periodista deportivo Santos Nicolini, la opinión de Horacio «El Gordo» García Blanco, aquella transmisión en vivo y en blanco y negro que paralizó al país. … la locura en Argentina. Monzón Campeón del Mundo. Lo fue talando al árbol. Fue machucando round a round hasta vivir su momento más sublime. Pase y siéntase cómodo en la historia grande del boxeo mundial.

Lo que no sabía ni el más optimista de los argentinos era que, tras sus primeras 20 peleas como boxeador profesional, nunca más iba a perder. Un récord de 83 peleas invicto al más alto nivel. Y peleo 100 veces en el campo rentado. Se retira campeón mundial y convirtiéndose, muy probablemente, en el mejor Mediano de todos los tiempos y de todo el planeta. «Cuelga los guantes» con catorce defensas exitosas de la corona más glamorosa de todas, junto con la de los Pesados.

Carlitos se transformó, a partir de esa noche, en una mega estrella del mundo.  Y se hizo el rey de los años ’70. Pegaba y agujereaba, empezó a hacer un perfecto uso de su altura, sus fibras y de su gran alcance. Tenía terrible puntería. Por más que se le muevan y lo traten de esquivar te iba a encontrar. Y mucho…

Imbatible en sus últimas 83 guerras campales en un periodo de 13 años. El titulo del mundo de aquella noche lo cambio todo, fue un campeón sin emociones en su mirada, cara de indio, pinta de «tumbero» y que emanaba hombría y machismo hasta por los poros.

Este pibe que ven en la foto es, sin discusiones de ningún tipo, el más grande boxeador argentino de todos los tiempos. Este país no debe olvidarse de sus grandes aciertos, de sus grandes nombres que hicieron historia, que construyeron una carrera perdurable más allá de su propia vida. Y con el único límite de la eternidad.

Hoy el boxeo debe suspenderse por un momento y recordar a su máximo ídolo y rendirle homenaje por aquella proeza. Hace 52 años que el país escuchaba ese relato memorable de Hernán Santos Nicolini: «Atención Argentina, atención, país… 1, 2, 3, 4… (se escuchan los llantos)… y el escalofriante grito eterno de: «¡Monzón Campeón del Mundo!».

LA LEY DEL BOXEO (CONTINENTAL CONCORDIA 94.9).

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