FEDERICO "LOBO" MULLER

BOXEADOR Y ÁRBITRO EMILIO PANOZZO EN «LA LEY DEL BOXEO» (14/10/19)

Emilio Lindolfo Panozzo fue un referente ineludible a la hora de hablar de la historia del boxeo de Concordia. El fue un niño lustrador de botas, diariero y boxeador. Luego un adulto boxeador, entrenador, manejador, promotor, árbitro, juez, y un tipo que trabajó y mucho por el boxeo. Amigo de sus amigos y de sus conocidos. Se las sabía «lunga». Un hombre de la familia del boxeo, que trabajo en tantos festivales, cursos, aventuras por la provincia, y nuevos desafíos por el boxeo y los boxeadores.

A Emilio lo conocí en el club Alumni, recién en su homenaje. Una noche hermosa de verano en su barrio Lezca. Luna del Lezca. Volvía el boxeo al viejo, glorioso, popular, y populoso barrio Lezca, tras treinta y siete años y el laburo de la ex Comisión Municipal de Boxeo. Titulada: «Vuelve el Boxeo al Barrio. Noche don Emilio Panozzo».

Ser entrenador es muy importante, es la persona encargada del entrenamiento físico, mental y técnico del atleta. Es quién imparte las sesiones de entrenamiento, colabora en todo lo que pueda necesitar el chico, y por eso su gestión humana fue sumamente importante.

Como arbitro de boxeo dirigió y controlo las acciones de cada combate. Conociendo el reglamento y apegándose a él. Y como jurado se lo vio muchas veces a la vera del ring, a cargo de la puntuación de la pelea para que el fallo sea justo. Es crucial que sepan lo que están mirando como lo hacía «El Gordo».

Se dice que «después de muerto fuimos todos buenos». Es un dicho medio feo. Antipático. La Ley del Boxeo, cuando tiene dudas de decir algo de eso y así, habla de otra cosa, de otras virtudes, o de otros logros. Yo que se… Uno le busca la vuelta para respetar al hombre y a su obra. Ser bueno con la historia. Justo. Trata más de ver la mitad del vaso lleno si en un global el tipo de da positivo. Si tiene más en su haber que en su deber. Premiar con medalla de oro, plata o bronce. Porque es validar al ser humano. Pero jamás decir que uno fue una estrella si no cruzó nunca el Puente Alvear…

No tiembla el dedo en el teclado a la hora de querer homenajearlo porque ir a verlo a el era sumergirse en el pasado en blanco y negro. Abriendo esas hojas ya amarillentas del diario El Heraldo y El Sol. Y contándome como fue todo aquello con la tranquilidad de saber que en breve dejara de estar condenado a seguir viviendo. Hasta siempre amigazo mío. Gracias por tantas anécdotas y desinteresadamente.

La noche del festival que lo conocí también era medio retro. Barrial y familiar. Como ambientada exclusivamente para él. Estaba engominado y con terrible camisa de verano. Hablamos y luego la seguimos en su casa. Una casa chica, humilde, despelotada, despintada y húmeda. De las tantas que hay en Concordia cobijando a nuestros viejos. ¿Por qué tantos tipos buenos y queridos terminan así? ¿Para que ser bueno si siendo malo muchísimos viven mucho mejor? Su claridad, complicidad y sensibilidad en la mirada me tranquilizaban…

El era una de mis fuentes cuando quería conocer la historia del boxeo, del deporte, y de mi Concordia. Se fue mi más querida biblioteca. El ya estaba muy gordo y le costaba moverse. Pero de cabeza volaba. Tierno, cariñoso, sincero, empático, nostálgico, inteligente. Luego al final quizás sufrió y mucho. Parecía aceptar lo que le tocó en la vida. Íbamos a ir en breve con el ex boxeador y compañero de trabajo Héctor «Chiquito» Cirolla, por uno de los homenajes de La Ley del Boxeo: «Hay que ir rápido. No se cuanto tiempo más va a estar vivo con nosotros», me dijo. Advirtiéndome…

Se fue el querido don Emilio Panozzo. Y voy a despedirlo con una frase de un escritor y orador «maldito», sin lectores ni oyentes. Enfermo y traicionado por todos. Pero que me recuerda la alegría y generosidad, en el atardecer de su vida, de don Emilio Lindolfo Panozzo: «Amá tu destino». Lo dejo para que lo piensen. Ojalá les sirva de algo…

LA LEY DEL BOXEO (MATRIX 94.9)

Comentarios

Scroll al inicio