Esteban Alfredo Osuna nació el 2 de Septiembre de 1940 en el Paraje Tatutí, departamento de Federación. Y murió un 3 de octubre del 2013 a los 73 años en San Martín. Pero se crio en Concordia, Entre Ríos. Y fue, para los chicos «rollingas» o «twitteros» que no saben de la historia de nuestro deporte, el mejor boxeador concordiense y uno de los mejores boxeadores argentinos y sudamericanos en las décadas del 60 y del 70.
«Tiriti» peleo 123 veces como profesional (77- 29, con 27 empates). Lo noquearon solo una vez. Defendió su legado y su orgullo mucho y muy bien en todos lados. Fue un excelente boxeador/peleador. Fue un capo y de una fuerza interior difícil de empatar. Era un virtuoso. De una atletismo y una durabilidad de alta gama.
Osuna debuta como profesional el 30 de julio de 1960 ganándole por puntos a Juan José Arroyo en el Luna Park con solo 19 años. Y se retiró el 18 de mayo de 1979, con casi 40 «pirulos» en su haber, perdiendo por puntos en Mar del Plata frente a Eduardo Jorge «Tito» Yanni. Luego se convirtió en un excelente maestro del boxeo. Dirigió al periodista deportivo Osvaldo Principi. Estar en una pelea larga, física y muy violenta, era «de rutina». Como para cualquiera de nosotros sería un «día movido» en la oficina.
«Tiriti» fue muy pobre y canillita acá en Concordia, jugaba mucho y muy bien en la antigua zona sur del la ciudad. Dicen que hacía sus diabluras con «la de cuero». Hincha de Comunicaciones, y que patrullaba el viejo barrio Aeroclub. Ahí salías jugador de futbol o boxeador. Osuna lustro botas, y le tuvo que «sacar brillo al culo y a la cara» de la vieja y querida Concordia.
Pero le gustaba hacer deportes lo más que podía. Se crio en la calle jugando a la pelota y «a las trompadas» si se complicaba el panorama. En Concordia sobrevivió a La Ley del Vale Todo. A los 14 años viajo con destino a Buenos Aires con su hermano mayor, con unas ganas «indomables» de crecer, y la tensión por ayudar a su familia. ¡Se fue con el bolso lleno de ilusiones y de fantasías! Acá todos quedaron pendientes de su suerte…
Y anduvo 20 años peleando en la elite del boxeo. Contra los mejores Welter, Semi Medianos y Medianos de la Argentina y de Sudamérica. Estuvo curtiéndose con toda la generación dorada del boxeo argento. Peleaba contra todos en canchas llenas. Brilló en una época insuperable del boxeo argentino. Luna Park atestado de fanáticos. Volvió a vivir a su ciudad desde el 71 hasta el 73. Entrenó a los gurises en el gimnasio de Leandro Vilche. Luego conquisto la división Mediano Jr o Super Welter en Argentina y Sudamérica. La gente huía de su rutina porteña y arrancaba hacia la Catedral del Boxeo. Deliraban con Osuna, La Cruz, Nicolino o Cachazu…
Hoy los boxeadores más famosos ya no pelean «todos contra todos», desafiándose y generando respeto y admiración del fanático. Luego se prueban en un mundial y «lo sacan» de un piñazo. ¿Cómo podés estar en perfecta forma, filoso y lleno de confianza en vos mismo si peleas solo dos veces por año? O menos… «El Negro» Osuna tenía el dominio absoluto del ring, era muy cerebral, y de grandes gestos técnicos. Pensante y calculador. Ganaba en el anticipo y era un gran contra golpeador. El loco era un fenómeno. Un virtuoso.
Cuentan los diarios de la época de su excelente técnica y visibilidad. Ah… y tenía un ladrillo en la mandíbula. Con fortaleza anímica y gran preparación física se dice que «la quijada» aguanta mucho más… Fue noqueado solo una vez en más de cien peleas. A los veintidós años se radicó en Brasil y peleo allá treinta veces como profesional (21 ganadas, 4 empatadas y 5 perdidas). Con el tiempo se convirtió en un verdadero ídolo del boxeo de Río, «La Ciudad Maravillosa».
Volvió a la Argentina con veintiséis y ya se quedó. Entonces se coronó campeón argentino y sudamericano de los Welter y luego campeón argentino y sudamericano de los Medianos Júniors. Le gano a casi todos, fue un inolvidable campeón. Tenía todas las materias aprobadas con excelencia en la facultad del boxeo y de la calle…
Cuentan las crónicas de la época que «complicó» al histórico campeón del mundo Welter: el cubano José «Mantequilla» Nápoles. En una pelea muy pareja y de fallo muy cerrado, realizada en México, país adoptivo del caribeño. Ese año fue declarado Mejor Boxeador del Año por los periodistas deportivos argentinos.
En Concordia lo saludaba una multitud cada vez que venía. Era un «ciudadano Ilustre», se lo veía boxeando, corriendo, jugando al futbol, o compartiendo comidas con sus amigos y su familia. Un hijo de Concordia que diseño su propio destino.»Imperecedero» al paso del tiempo. Luego vivió en el mítico barrio El Paredón, lleno de personajes entrañables.
Hoy tiene un gimnasio que lleva su nombre en la escuela «La Rosadita». En el complejo del Sindicato de Panaderos y Pasteleros de Concordia, liderado por su amigo y sindicalista Héctor Medina. Justo reconocimiento en vida para el viejo y mejor guerrero de la historia concordiense. Cuando ya su cabeza se estaba «vistiendo de blanco»…
Siempre será recordado como una persona cordial y respetuosa. El le dejo un legado a las futuras generaciones de boxeadores y deportistas en general, con su deseo grande y loco: «Se puede crecer y progresar mucho en la vida a pesar de no haber tenido acceso a una alta formación académica y convencional».
Tenés que tener su determinación de oro. Esa es la gran piedra fundamental para lograr los resultados extraordinarios en el boxeo y en la vida misma. ¡Como la tuvo «Tiriti» Osuna! El mejor boxeador concordiense del Siglo 20. Y es un deber de La Ley del Boxeo recordárselo a la «gilada» de tanto en tanto…
LA LEY DEL BOXEO (RADIO MATRIX CONTINENTAL 94.9 y WWW.RADIOMATRIX949.COM)