Esta noche La Ley del Deporte se acordó de homenajear a una persona llena de historia, de leyendas y de cuentos fantásticos. Una vida de entrenamientos, viajes, carreras y amigos. El programa fue dedicado a un atleta que nunca pierde las ganas ni la pasión por la actividad física y la vida sana. Es un ejemplo de motivación, y de eterna juventud. Bebe y se emborracha de la deseada “fuente de la juventud”.
Más allá de que jugo al futbol en la primera de Libertad, de que descolló en las pruebas combinadas hace muchos años, y que fue un duatleta determinante a nivel local… Este hombre es muy querido por toda la familia del deporte. Todos pedían que La Ley del Deporte le haga una nota a uno de los emblemas del deporte concordiense.
Tiene entre sus logros haber sido campeón argentino de Duatlón y haber viajado a competir internacionalmente en el Mundial de Duatlón de los Estados Unidos. Es, con 34 pruebas en su haber, posiblemente quien más Maratón de Reyes disputó, de las 39 realizadas hasta el momento.
Pero lo que más se comenta es que es un gran tipo, de conducta intachable, de valores que necesitamos «como buche en el desierto». Con casi 78 años de edad es un ejemplo de que todas las etapas de la vida se pueden disfrutar con felicidad y paz. El tiene una buena actitud que le trae una calma que se le nota en su andar y mucho en su mirada. La vida no empieza ni a los 30 ni a los 40. Empieza cuando vos decidís, cuando vos queres vivirla.
Gano tres veces el San Antonio de Padua de la Concordia. Y el Consejo Deliberante lo reconoció como Personalidad Destacada. Nunca envejece, nunca se retira, nunca se “da de baja”. Esto dijo Horacio “El Burro” Angio en La Ley del Deporte:
«Yo soy de «La Cantera», calle Laprida y Ramírez. Mi papa era taxista y fanático de los fierros, siempre me llevaba a las carreras, murió hace 6 años, ya tenia 94. Su último tiempo no se podía desenvolver solo… así que vivía conmigo».
«Mi mama, como todas las mujeres de aquella época, atendía la casa. Mi crianza no era fácil. Había que cumplir con muchas normas, mucha disciplina. Te sentabas a comer y estaba prohibido hacer gestos, ni decir que no te gustaba la comida. Se comía lo que había, punto y aparte. No se si estará bien eso o no, pero los tres hermanos lo aceptábamos».
«Yo jugaba al futbol en Sargento Cabral. Trabajaba en la cantina del club y me fueron a buscar de Libertad. Vivía en los clubes, de un lado para el otro. Íbamos a bailar al Ferro, pasábamos por Libertad, rematábamos en el Sarmiento. Era otra época… Yo era de bailar mucho».
«Jugué en Libertad hasta los 28 años. Llegué a primera si. Era un cuatro aguerrido, muy corredor, pero no tan buen jugador. Antes se jugaba mucho por las puntas. Teníamos hinchada propia que nos quería y alentaba. No había insultos y agravios como se ve lamentablemente hoy. Dejé el futbol porque tuve una lesión muy importante. Aunque seguí jugando los comerciales y en veteranos de Nebel. «A media pierna» como se dice, pero seguía…»
«Luego arranque con los Duatlones y me enganche. Juntábamos las moneditas para poder pagar los costos. Con mi amigo «Cacho» Gonzales que me ha acompañado a todos lados. Ahora me voy para la casa de él a tomar algo. Hice muchas amistades, no te das una idea. Me entrenaba Gerónimo Miño, el marido de María Inés Rodríguez. Si te muestro los cuadernos te vas a caer de espalda. Estaba muy bien entrenado. No descollaba, pero había que ganarme…»
«Gané en Ezeiza la clasificación para el mundial de Duatlón en Estados Unidos frente al local y campeón argentino por solo 60 segundos. Cuando regreso a Concordia me hacen una entrevista y le digo que es muy difícil que vaya por los costos. El gerente del banco, donde yo trabajaba, le pidió dinero a todos los socios, abrió una caja de ahorros, puso un empleado al mando, y la gente colaboraba. Los comercios donaban ropa para que yo vaya bien presentado y vestido. Fue una odisea».
«Competíamos en Palm Spring California, donde viven los ricos y famosos. Una experiencia inolvidable. 10 km corriendo, 40 km en bicicleta y otros 10 km más de pedestrismo. Estábamos a 3600 metros sobre el nivel del mar. En la bici me quede sin piernas pero llegamos bastante bien. Alquilamos una combi y le hicimos casi 6.000 km. Fue una aventura inolvidable».
«Si, hice un Triatlón, no me hagas acordar por favor. En «El Retobado» allá en Charrúas. Yo solo me metía al rio para darme un «chapuzón» nomás. La cuestión es que salí anteúltimo del agua. El arroyo tiene el agua quieta y pesada, así que me costó mucho salir. Después hice una aceptable competencia. Y me di el gusto de correr un triatlón».
«El dia mas triste de mi vida fue cuando se murió «El Huevo» Bradanini (legendario periodista de aquella época), me partió el alma. Era como un hermano para mi, me ayudó en todo. ¡Que tristeza! Luego corría con una remera con su imagen. Sus hijos me dedicaron una muy emotiva carta que me hizo llorar enormemente».
«Sigo yendo al gimnasio tres veces por semana, al de Mateo Orlandini, a quien le mando un saludo y a toda su familia me ayudo mucho a seguir porque tengo artrosis en la rodilla hace 25 años, y me cuesta mucho sacrificio poder correr. Y también ayudó a que yo pueda estar acá con ustedes, seguramente… Sigo participando en competencias y mi intención es seguir haciéndolo muchos años mas».
«Lo que me motiva es el reconocimiento de los jóvenes que me abrazan. Me dicen: «viejo, abuelo, maestro, genio». Y me siento realmente muy bien. Aparte a mi me encanta participar de las competencias y ver a mis amigos».
«Muchas gracias Müller y Araya. Ha sido una satisfacción muy grande que me hayan invitado a este prestigioso programa. Me permitieron explayarme tranquilamente y se portaron como dos caballeros. Y la hemos pasado realmente muy bien. Sigan así. Los felicito de todo corazón».
Se emociono hasta las lagrimas y agradeció el momento que le hicimos pasar. No hacia falta pero ser cortes y agradecido «paga» y muy bien en la vida. Sino pregúntale a él, que todo Concordia «se paralizó» y lo ayudó a ser un deportista «mundial».