INSAI IZQUIERDO
Pero dejá pibe, que me venís a preguntar porque lo hice. A lo mejor, solito, te vas a dar cuenta. Ojalá que nunca, sabés, hay cosas muy fuleras. Además ya está hecho, que te vas a amargar. Mejor rajá, en serio te lo digo. No ganas nada con quedarte y de «yapa» te comprometes. Seguro que te comprometes, ¿no viste los diarios? Ahí están: «insólita actitud antideportiva», «gesto indigno de un profesional». Y la hinchada, mas vale no acordarse. Pero que te voy a contar a vos si estabas ahí, la oíste. Como para no oírla. Al que no oíste fue a don Ignacio. Ayer me llamó por telefono, sabes.
Lo hubieras escuchado. Le temblaba la voz. De entrada nomás me putio. «Te anduve buscando para encajarte un tiro», me dijo. Me le reí. «No se lo tome a la tremenda don Ignacio», le digo. Cosas de viejo, vio. De viejo gordo y pata dura. Me volvió a putiar y colgó. Pero el domingo me quería amasijar, ponele la firma. El Cholo me lo vino a contar.
Que andaba como loco por los vestuarios, hablando solo y manoteándose el sobaco. Y me podes creer pibe, a mi no me importaba. Mira, tenia ganas de volver a encontrármelo. Reírmele en la cara, cargarlo, que se yo. Estaba como loco yo. Fue el Cholo el que me saco del estadio. De prepo, a penas termino el partido. Me tiró un sobretodo en la cabeza y me metió en su auto. Ves esto, un cascotazo justo cuando subo al auto. Y a mi me da por reírme, podes creer. Los nervios supongo. Cruzaba las manos sobre el «mate» y gritaba gracias, gracias. Como en pedo, viste. Viste cuando estas en pedo y las cosas te patinan, y no te calentas por nada, bueno así. Entonces decime que haces acá. En serio pibe, porque no te vas. Queres hacerme ver que estas conmigo. Ya se que estas conmigo. Lo que pasa es que no te conviene. Como te lo tengo que decir. No salís mas de la tercera, aunque seas un «crack» y el sábado te metas cinco goles. Pensá si te llegan a ver en mi casa. No, del club no van a venir. Quien va a venir del club. Digo los periodistas, los fotógrafos, vos sabes como son. Salimos juntos y después me contas la que se te arma. Ayer vinieron y los recibí en piyamas, medio en pedo y regando las plantitas del patio. Querían preguntarme y no sabían por donde arrancar. Y yo serio, con cara de jubilado. Meta regar las plantitas y esperarlos.
Al final me hacen la pregunta y les digo que si, que es cierto que me retiro del futbol. Me arreglo el saco, toso, y les largo: «para atender mis negocios particulares». Entonces quieren que me saque una foto y me piden que me saque el sombrero. Les digo que no, que el sol me hace mucho mal. Así viejo, gordo y asmático, me puede agarrar una insolación, imagínense. Y me tiro a chanta en una sillita, resoplando y agarrándome la cintura. No Zatti, no nos haga eso me dice el de El Grafico, y guarda la maquina, buen pibe. Una cara de velorio ponía. Así, como la que tenes vos ahora. Como la que tenias el domingo en la cancha. No me vengas a decir que no, si te june al salir del túnel. Llorabas che, o me pareció. Vamos pibe, que no es para tanto. Me ves cara de amargado a mi vos. Y entonces. Es que vos no podes entender, sos muy pichón todavía.
Mirá, pibe, hay veces que el hombre tiene que hacer su cosa. Como si de golpe Dios te pasara la pelota, y te batiera, tuya, jugala. Entonces que vas a hacer. Sino no sos un hombre. Sino no sos vos. Sos una mentira, un preso, que se yo. No se como decirte. Como si en un cachito así de tiempo de amontonara todo. Entonces todo lo que vos hiciste, todo lo que vas a hacer no vale un pito, no interesa. Nada mas que ese cachito de tiempo interesa. En el que vos tenes tu pelota y estás solo, entendés. Paro peor lo de insólita actitud y el gesto indigno. Pero no, no estoy sonado. Si, ya se que perdí cosas. No me lo vas a contar a mi. Pucha que perdí. A lo mejor algún dia me lo vas a entender. Que queres mas que un cuadro. Claro, uno empezó de abajo y fue subiendo. Ni se me pasaba por la cabeza jugar en otro lado. De River, de México, de España. Aunque el club hubiera ligado en forma por la transferencia. Yo nada, firme en el cuadro. Un año, y otro año. A que no sabes cuantos años. Ah, lo sabias pibe. Dieciséis años, nueve en primera. que me decís.
Claro que hubo momentos lindos, como si yo no lo supiera. Te acordas de aquella final con Independiente. Dos a cero perdíamos. Íbamos por la mitad del segundo tiempo. En eso Dalesio me pasa la pelota por el banderín de córner. Se me vino Funes. Un jueguito de cintura y lo pase. Y se me aparece Liporena y Sambocetti a darme con todo. ¡Liporena y Sambocetti!, nada menos. Tipos con prontuario, te acordas. Había cada nenes en aquella época que los zagueros de ahora son pastores evangelistas.
La cuestión es que me los voy a los dos. Amago un centro con la derecha y con la zurda le hago un túnel a Rodríguez. Camino dos metros y se la pongo en el pie a Diaz y gol. Y sobre el pucho, el empate. Un tiro cruzado de Di Gregorio, y yo la mato con el pecho. Otra vez Sambocetti a la carrera como para «estrolarme». Justo cuando la tengo al lado, la subo de taquito y se la paso por encima. Ni la vio el rubio, pobre. Me adelanto, la vuelvo a agarrar de cabeza y bang, a la red.
Y a los cuarenta y tres minutos la locura. Iglesias con la mano a Mejeira y este de emboquillad a mi. Camino unos pasos y se la devuelvo. Y el lo mismo, un par de gambetas y me la devuelve. Y le hago la bicicleta no me acuerdo a quien y otra vez se la devuelvo. Nos recorrimos la cancha de punta a punta. El a mi y yo a el. Llegamos a la puerta del área de ellos, yo amago un tiro esquinado y, de cachetada, otra vez a Mejeira. «El Gallego» la empuja y gol. Esa tarde, pibe, me trajeron en andas hasta la puerta de casa. Ahí fue que empezaron con lo de «La Bordadora», te acordas.
Y claro que era lindo. Los pibes te miraban como a la estatua de San Martin. Los muchachos puro palmearte y convidarte en la mesa. Hasta los de otros cuadros. Eso quien te lo quita. Te seguían a todas partes, la guita, la casa nueva. La tapa de El Grafico en colores. Y la tribuna que aplaudía cada jugada, sabés lo que eso. Y los periodistas que te ponían al lado de Cherro y De La Mata. Y cada gol era una fiesta nacional. Una vez me armaron un muñeco que era una vieja bordando y lo pasearon por toda Avellaneda, te acordas. Cuanto hace, ocho decís. Y si, mas o menos. Yo andaba por los veinticinco. Che, cuanto pesas, no yo ya pesaba más. Pero en aquella época no le hacia… era otro fútbol. Que tanto correr como un desesperado los noventa minutos.
De golpe todos los técnicos querían atletas, no jugadores. Fue después de aquella goleada por Europa. Yo me aguanté como dos años de carreritas y concentraciones, pero don Ignacio ya me tenia entre ceja. Claro, el quía se muñequeaba la presidencia del club, y desde la comisión directiva empezó con aquello de que había que renovar todo. Primero la sede, después las finanzas, y después la modalidad de juego y todo el equipo. Estilo europeo, fútbol europeo, decía. Vos sabés como los embarduló a todos con eso, no.
Y ese año don Ignacio Gómez presidente. Lo primero que hizo fue traer ese director técnico húngaro, como se llamaba, bueno no me acuerdo. Y a mi me quisieron pasar a la reserva. Entonces me raje. Te parece que me la iba a aguantar. Me apareció lo de Colombia y a la semana estaba jugando en Bogotá. Cinco temporadas en Colombia, che.
Que iba a hacer capote allá. Los tipos jugaban un futbol de la época de Colon. Y conmigo se enloquecieron. Sabes como me llamaba, «La Araña», me decían. A los dos meses de llegar le ganamos a México y ese año salimos campeones. Y los diarios lo que menos decían era que yo era un fenómeno. Quizás si yo me quedaba en Colombia, pero que me voy a poner a pensar si ya estoy acá. Y vos sabés bien porque estoy acá. Porque me fueron a buscar, sino no venia. El húngaro ese, vos lo viste, resultó un fracaso, y casi nos manda al descenso. Lo pusieron a Bruno y don Ignacio se la tuvo que tragar. Encima lo obligan a meterme a mi en el equipo. Se tuvo que quedar en el molde, porque imagínate que otra campaña desastrosa y chau presidencia. Y chau acomodo, chau coimas, y chau negocios con el gobierno. Así que el tipo se hizo como que era cosa suya, que me trajo para darle al equipo mas fuerza en ataque. Te das cuanta que ñato. Hasta me la quisieron hacer tragar, a mi que coño me importaba.
La cuestión que me vinieron a buscar, pibe, y me vine. Con treinta y cuatro volví. Pero contento, sabes. Volver a ser otra vez la bordadora. y unas ganas de jugar en la bombonera, y en la de River. Reírme un poco de estos atletas, enseñarles lo que es el fútbol. Contento pero algunos diarios me entraron a dar «tupido». Que estaba viejo, que estaba pesado. Que era un error incluirlo a Zatti. Yo me decía vas a ver vos cuando agarre la pelota. Ni bien entre no van a saber donde tienen las patas. Que me iba a imaginar, pibe, el asunto de los meniscos. Fíjate si no es mala leche. Una caída pava en el entrenamiento, me revisaron y no hay vueltas. Los meniscos salidos, tengo que operarme. Es o no es «mala leche». Eso fue lo que me mató. El mes entero sin poder moverme, me entendés. Yo tengo tendencia a engordar. Y un mes «haciendo sebo», chupando un poco, fumando, comiendo en casa. Cuando volví a los entrenamientos andaba con unos quilitos de mas. Pero no era para hacer tanto «espamento». Si juegue como siempre, en la practica me mandé un gol que mama mía. Hasta los muchachos me felicitaron. Pero los diarios dale con que estaba gordo, que estaba «jovato», y que me agitaba al correr. De donde sacaban esas cosas los tipos no se. Me daba una bronca.
Pero pensaba en la hinchada, sabes, y la bronca se me iba un poco. Van a ver cuando Zatti se corte solo hasta el arco, pensaba. Cuando el cemento se venga abajo gritando por la «bordadora». A la hinchada no me la van a engrupir con eso de que soy un gordo asmático. A lo mejor por eso estaba un poco nervioso el domingo, preocupado. Venir y reaparecer en una semifinal no es joda. Pero no fueron los nervios ni la preocupación. Que se yo que fue. Mufa, la mala suerte, anda saber que fue… De entrada la pierdo boludamente frente a Rolandi. Después erro un tiro libre a dos metres del área que era como para «colgar los botines». Después viene Kenny y me la saca y yo como un estúpido. Ye después no la veía. Es la verdad, si ya no la via. No te pasa que alguna tarde vos ni la veías. Entras a correrla y la «pifias». Bueno yo el domingo andaba así. El único centro que me tiraron quede corto en el pique y no llegue. Y ahí empezaron.
«Dale gordo, cómprate una motoneta». Y al ratito se largaron todos. «A dormir la siesta viejito», «A regar las plantitas, abuelo», me gritaban de todo. Y yo oyendo, tragándome todo. Era como un campeonato a ver quien decía la cosa mas chistosa. En una de esas oigo algo de obeso, asmático y yo me avivo de algo. Que todo lo que me gritaban era cierto, yo era una especie de bofe. Porque la verdad es que yo ya jugaba cada vez peor. Los muchachos ya no me la pasaban. Cuando un tipo no anda, no anda. Pero lo de la tribuna era alevoso. Hasta «pata dura» me gritaron . A mi. Me acordaba del muñeco, de la tapa en «El Grafico». Y te juro que llore. Se me hizo un nudo en la garganta y lloraba de bronca. Y ya era peor porque con la bronca y la desesperación no veía ni medio. Que decían en la radio, no deja, ya se, no me digas mejor. Termino el primer tiempo y me quede solo, amufado, con la garganta seca. Y con lo de «patadura» golpeándome los oídos, como una locomotora.
Cuando volvimos a la cancha, cuando subo al túnel me pegaron con una moneda acá, con fuerza. Me hice el gil y y cuando pasaba te vi a vos prendido al alambrado. No me viste que te sonreí. Bueno empieza el segundo tiempo y otra vez a «chingarla», y empezaron los gritos, las cosas jodidas, y todas las cargadas. Y a mi se me vuelve a escapar una pelota y vuelven los larga viejito, sentate asmático. Y yo con esa bronca que te enturbia la vista y no te deja ver nada. Ojala que nunca te pase. Te gritan pata dura y a vos te dan ganas de matarlos a todos. O de morirte, en serio te digo. Ya ni la buscaba mas, ni esperaba que me la pasen, que se yo. Estaba ahí nomas, como un pavo. como en otro mundo. Yo estaba muerto cuando apareció ese tiro de Morante, te acordas. Todavía no se porque me la pasó a mi. Lo salieron a marcar y no le quedo mas remedio. O por lastima, que se yo. Lo que yo vi es que Morante se la estaba por entregar al arquero, pero perdió tiempo, y quedo tapado. Entonces me vio solo en el área chica y me paso. Como una vos que me decía es tuya, jugala vos. Un tiro corto, a media altura. Yo salto apenas y en vez de cabecear la paro con el pecho. La bajo y la dejo morir ahí quietita en el pasto. Me acomodo como para devolvérsela enseguida, y en el momento que se la vos a dar no se que me pasa. Como una vos que me dice jugala vos, es tuya. Entonces la retengo. Y cuando Morante levanta el brazo pidiéndomela, me hago el que no lo veo. Y en vez de devolvérsela la amaso un poco, la toco y empiezo a caminar para adelante. Allá en la otra punta de la cancha veía el arco contrario como si fuera un sueño y como si terminara el mundo. Viene Kenny a sacármela y me ladeo un poco, sin soltar la pelota, con un movimiento de cuerpo lo dejo pateando el aire y encaro para adelante. Entonces seguí, se me vino Rivas decís vos. Por atrás se me vino «El Loco» a toda carrera, le hice la calesita, no se como me lo saque de encima pero seguí para adelante. La oíste a la hinchada enloquecida. Nunca la vi así. Dale Zatti, jugala «Bordadora». Yo encare solo para el lado del arco, lo pasé a Demarchi cuando se me vino a pecharme, me pre en seco y siguió de largo. Y yo engolosinado, como abombado. Righi se me tira con todo a los pies y casi me la saca. Mira que se me tiro de planchazo y yo lo salte limpito por encima. Yo sabia que nadie me la iba a sacar. Apoyo mal al caer pero me quedo con la pelota ahí. Vos los viste, no. Te juro que no se como hice, pero la tribuna se venia abajo. Ni se a cuantos pase. A cuatro, a cinco, a seis decís vos, si, puede ser.
Me acuerdo que cuando el arquero se me tiro yo lo esquive, y el tipo quedo tirado en el suelo. Y yo con el arco descubierto, solo. La oía a la hinchada gritando, enloquecida con el gol que se venia. La oía pero era como que la tuviera lejos. Como si no me gritaban a mi, a otro. Como a un tipo que yo no conocía. Y entonces se me vino lo de grande Zatti, dale «Bordadora», y todo eso, yo me lo estaba acordando. Y si paraba la oreja un cachito iba a escuchar lo de obeso, viejito, sentate asmático. Todo eso me zumbaba en el mate cuando estaba en la entrada del arco. Mire a la tribuna y se me subió como una tremenda bronca. Porque te aseguro que la oí. la palabra «patadura» flotando por el cemento. Y me quede amasando la pelota en la línea de gol. Se me apretaban los dientes. Entonces no se que me pasó, volví a sentir el golpecito de la moneda. Ya se que no podía ser, pero yo pibe la sentí. Campanee a la tribuna, me reí, y de un «guadañazo» tira la pelota afuera, lejos.
Tan lejos que entre el terremoto que venia de la hinchada alcance a verla llegar, picando, hasta el lateral izquierdo. Lo que no me gritaron. Querían voltear el alambrado para amasijarme. Todavía me acuerdo el crujir de los parlantes, vos lo oíste. No falto nada para que atropellaran, para que se metieran en malón en el campo. Mas cuando los vi furiosos, insultando, me pare y le hice un soberano corte de manga. Tranquilo, de frente a la tribuna. Y vos me preguntas porque lo hice. Deja, pibe, ahora. Algún dia los vas a entender, que se yo, a lo mejor sos muy pichón todavía.
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