El martes 16 de noviembre del 2018 estuvo nada más y nada menos que el ex boxeador y último campeón argentino de Concordia: Diego «Rako» Jaurena. Un tipo que a finales de los 90 descolló con su gran habilidad, reflejos y coordinación para el pugilismo. Guardia baja, «cara de cárcel» expuesta, mirada desafiante y contrataques explosivos desde todas las posiciones. Lo tuvo todo y lo perdió todo.
Luego de vivir en la oscuridad, casi en la clandestinidad volvió con la alegría y la «llama de la pasión» encendidas por el deporte. Volvió a vivir y reír gracias a su familia que nunca lo «dejo tirado», a sus verdaderos amigos, a la iglesia con su palabra y, según La Ley del Boxeo, a su decisión de animarse a ejercer su gran pasión: el boxeo. Esto dejó un recargado Diego Felipe Jaurena, que volvió y es noticia, en la Ley del Boxeo:
«Arranque gracias a Dios hace tres meses con mi escuelita de boxeo en la plaza del Barrio Centenario. Ahí estamos en la cancha de básquet, enseñándole a los gurises chiquitos. De la nada me fui a tocar timbre casa por casa por todo el barrio, los junte a los padres y les dije que quería que sus hijos se acerquen a aprender boxeo conmigo y así fuimos de a poquito sumando nuevos chiquitos».
«Empecé con unos pocos y ahora por suerte sumamos treinta y cinco chiquitos que entrenan lunes, miércoles y viernes a las 19:00. Y cuatro grandes que vienen a las 20:30 todos los días. No solo de mi barrio, sino que vienen de Villa Jardín, de La Bianca, del Asentamiento. Gente de bajos recursos y yo no les cobro nada, no les pido plata, lo único que les exijo es que tengan respeto, conducta y disciplina. Yo cuando tuve esas tres cosas se me abrieron muchas puertas, cuando nos las tuve se me cerraron».
«Tengo una sola bolsa y dos pares de guantes, necesitamos más por supuesto. Les doy responsabilidad a ellos también para que aprendan. Pregunto: ¿Quién dirige hoy? Yo, yo dirijo. Los hago trabajar de a dos. Una entrada en calor, un entrenamiento técnico y luego una charla de media hora mientras elongamos. Ahí yo les hablo despacito, los aconsejo, les pregunto como andan, que hicieron hoy, como les fue, si tienen algún problema, vos como venís. Me gusta ver como les gusta, los chicos me miran y me van prestando atención».
«Están todos invitados, eso si, cuando yo estoy en la plaza con la escuelita de boxeo Diego «Rako» Jaurena es mi momento, yo trabajo y se practica deportes y se hacen cosas sanas. Hay gurises que se ponen a fumar y me dicen que la plaza es de todos. No, no señor. Acá mientras esta la escuelita no los quiero ver drogándose y les digo que no me asalten más en la plaza«.
«Acá todos me conocen. Yo tenía una mala vida. Yo les digo a los chiquitos: ¿Ustedes quieren terminar como termine yo? ¿Tirado en esta plaza re contra mil drogado? Eso lamentablemente me pasó a mi en la vida culpa de la droga, yo no quiero eso para ustedes, yo quiero lo mejor para ustedes, gurises. Hagan deporte, que el deporte los va a ayudar, los contiene. La droga todo lo contrario, los va a matar».
«Hablamos mucho, que se manifiesten los gurises y que me digan como se sienten. ¿Qué te pasa? No había para comer, ¿no comiste hoy? Algo vamos a hacer. Converso siempre, es fundamental. Tratamos de hacer alguna comidita todas las semanas. Un amigo me donó un cajón de pollo para esta, la otra hicimos uno sandwichitos con los chiquititos (se ríe y está contento «El Rako»)».
El Rako no murió. Sobrevivió para dejar este legado a la futura generación de gurises humildes de su barrio. Para mi que sabe que los chicos tienen que hacer deportes y hablar de sus sentimientos porque tiene mucha familia (viene de una humilde y excelente familia de deportistas y la actual lo banca desde hace veintidós años), tiene años con mucha iglesia encima, y mucho boxeo (aprendido del cubano Servelio Fuentes y del concordiense Victoriano Fernández). Esas tres cosas (familia, Iglesia y boxeo) las tiene en cantidades industriales. ¡Y calle en cantidades obsenas!
Necesita ayuda, que le donen dos cabezales y dos pares de guantes para los alumnos. Ahora viene muy bien y no les está pidiendo plata, solo elementos para los guises, que encuentran en el boxeo un santuario que les da una terrible mano.
Todos los seres humanos nos equivocamos feo en la vida, unos mas otros menos, pero no por eso merecen ser crucificados. Diego Jaurena se está recuperando, la pelea todos los días y se nota que disfruta lo que hace, su aporte está muy piola y recuperó su gran pasión: que es el boxeo. Viene muy bien a través de la fe y la esperanza. Si estás sano y salvo de las epidemias del mundo quizás no necesites de fe y optimismo, para cuando viene la mala…
Fe, optimismo y tolerancia a la frustración necesitara él y su escuelita de boxeo para que sigan creciendo. No podrá abandonar a mitad de camino por más de que este pedido sea «un grito en el desierto». Todo el mundo necesita de fe, energía y resiliencia, que es la capacidad de doblarse y no romperse a pesar de los problemas y la falta de resultados. Y él, y la Escuela de Boxeo «Rako» Jaurena no escaparán a las generales de la Ley…
LA LEY DEL BOXEO (MARTES 20 HS MATRIX CONTINENTAL 94.9).