Muhammad «El Más Grande» Ali (56-5, 37 KO) fue el deportista más famoso y el más carismático de la historia. Así nomás. Símbolo de los turbulentos años 60 y de la década del 70. Cuando Alí peleaba el mundo miraba, lo quieran o no. Todo el mundo sabía que desayunaba Alí y que hacía o no hacía durante todo el día a día.
Su estilo de boxeo revolucionó el deporte. Fue el primer boxeador tres veces campeón del mundo lineal del peso Pesado, y con la agilidad y la velocidad de un peso Mediano. Y la lengua que condimentaba fuerte la previa, de tan picante que la tenía… Sus peleas por los derechos de los negros, contra la guerra de Vietnam, y su conversión al islamismo y al mundo musulmán lo hicieron más famoso aún.
El hombre de esta historia ya le había ganado a Sony Liston, Joe Frazier, Floyd Patterson, Oscar Bonavena y George Foreman, entre otros. Se había «cargado» a todos.
Sin embargo, antes de pelear con Spinks, Alí ya había mostrado claros signos de declive físico y boxístico. Sus dos defensas frente a Jimmy Young y Ken Norton en 1976, podrían haber ido para el otro lado. Luego tuvo que remarla en la arena frente a Ernie Shavers en 1977. Estaba definitivamente en el «atardecer de su carrera», y con feroces y encarnizadas peleas en su haber. Así que Alí necesitaba un rival accesible como para «relajar» un poco.
Llegaba un condecorado León «Neón» Spinks con la medalla de oro Semi Pesados en los Juegos Olímpicos Montreal 76, pero con solo ocho peleas en el campo rentado.
Alí y Spinks fue una gran historia del boxeo. La primera fue en el Hilton de Las Vegas un 15 de febrero de 1978. La ganó Spinks y fue nominada «La Pelea del Año 1978″ por la Revista The Ring, «La Biblia del Boxeo». Parecía la continuación de una de las más tradicionales escenas del boxeo: un viejo campeón perdiendo con un joven desafiante. El milenario paso de antorcha de una generación a otra. Y el retiro del viejo y gastado guerrero, de la áspera profesión de boxeador…
En esa primera pelea se vio que Alí ya no podía moverse con la velocidad de otros tiempos. No tenía la gracia ni la explosión de quince o diez años atrás. Encima no quería entrenar como antes. Gozaba de la fama más grande de todos los tiempos para un deportista profesional. Era una adorada celebridad en todos los puntos del planeta y esa abundancia hace difícil para cualquiera mantenerse concentrado.
Spinks era un boxeador sacrificado, determinado, que peleó sin descanso y que, fundamentalmente, no le tuvo ningún miedo a «El Más Grande». Lo «apuro» de campana a campana. No se dejó intimidar ni por los insultos durante la pelea. A pesar de eso, Alí lo tuvo muy sentido a Spinks en la ronda 10, pero no pudo mantener el ataque por falta de nafta. El 15.º round fue elegido como «Round del Año 1978». Terrible como se dieron. Aquella noche ganó Spinks en decisión dividida.
«El Más Grande» fue muy juguetón y divertido en las conferencias de prensa de su revancha. Pero en la pelea se puso serio y logro su última victoria de su legendaria carrera. Alí anunciaba tirar bombas y enterrar a Spinks. Pero su velocidad y su grandeza habían sido boicoteadas por la fama, las mujeres, y por el haber sido el boxeador más importante de la historia de este deporte.
Le quedaba un buen jab y una más que respetable derecha. Tenía buenas piernas solamente por un par de rounds, y no mucho más. La revancha fue en el Super Domo de Nueva Orleans. Fue un fenómeno deportivo y cultural. Una audiencia estimada de 90 millones de personas de más de 80 países del planeta. En Estados Unidos hizo 46.7 de rating. Casi la mitad de los televisores de Norte América estaban sintonizados con la pelea. Había 63.350 personas ese día, récord absoluto para ese entonces en una pelea de boxeo. Nadie se la quiso perder…
Las primeras vueltas fueron muy parejas, pero ya desde la sexta Alí arranco a agarrar cada vez más confianza, a fluir. Jabeó y camino en círculos. Tiro suficientes derechas como para mantener a Spinks fuera de balance y lejos de distancia. Otra vez «El Más Grande», y por última vez en su vida, elevándose para la gran ocasión desde sus propias cenizas. La revancha no fue tan excitante como la primera, pero fue muy importante para la historia, y aceptablemente interesante para los fanáticos. El orden había sido restablecido. Y el viejo Rey había vuelto a su antiguo trono…
Alí tuvo dos peleas más y las perdió a las dos. Ya estaba viejo y gastado. Spinks siguió mucho más, pero no tuvo jamás otra noche de fama y dinero como aquella, la de su gran batacazo. Han pasado más de 40 años desde que «El Más Grande» Alí y «El Neón» Spinks dejaron «en vela», no solamente al boxeo mundial o a todo el deporte en general. Sino que a la entera humanidad…
LA LEY DEL BOXEO