El invitado es hoy, con sus 83 años, el jugador vigente más viejo de la actualidad. En su apogeo tenía un tenis aguerrido, batallador, y de una respetable derecha. Un obrero del tenis. Que le podía amargar la jornada a cualquiera. Y tiene toda una vida de juego y de entrenador.
Cuando se habla de los precursores del tenis argentino se nombra a Enrique Morea y a Oscar Furlong, figuras en los años 40 y 50 de la Era pre Vilas. Donde había alrededor de 50 mil jugadores de tenis y luego del «Gran Willie» ya hubo como 3 millones, y se empezaron a vender raquetas, zapatillas, pelotas… En concordia también ya había tenis en la era pre Vilas. «Cacho» Gómez es reconocido como uno de los padres del tenis doméstico. Y rápidamente se nombra al invitado de hoy… entre otros. Quienes marcaron y dedicaron su vida a jugar y enseñar el «Deporte Blanco».
El es un referente, una «leyenda viviente». Queremos sacar a la luz la historia de aquellos años. Y su vida de maestro de escuela rural y de tenis. Como arranco, quienes lo jugaban, donde, y por qué.
Las vio a todas porque su tío fue fundador del Concordia Tenis. Además, los dotes de maestro de escuelas le sirvieron para expresarse y enseñar empáticamente cuando las herramientas para la docencia en el tenis eran muy pocas. Hizo miles de laburos… le ha ido bien, regular y mal… Sin embargo, siempre se levantó y la peleo. La «historia viviente» del tenis de Concordia y sus protagonistas en «carne viva» hoy. Bienvenido tenista y maestro don Luis Labella a «La Ley del Deporte»:
«Hola, muchas gracias por la invitación. Yo soy de Catamarca y La Rioja. En ese entonces en mi familia había una bicicletería y una cerrajería atendida por nosotros. Fui a la escuela normal y jugaba al futbol en Sargento Cabral. Pero me lesionaba mucho, se pegaba, entonces mi tío Enrique Labella me llevo a jugar a un deporte donde no me iba a lesionar porque no había contacto físico. Así fue como empecé a jugar al tenis en el Concordia Tenis Club. Enrique fue uno de los fundadores de mi querido club. Hemos hecho hasta torneos en su homenaje».
«La historia del tenis en Concordia nace el Victoria Park Tenis y Críquet, hecho por el ferrocarril, que era de los ingleses. Para ser socio debías pertenecer de alguna manera o ser hijo dé. Los otros no podían, y es así como crean el Concordia Tenis para que puedan jugar todos. La cantina era un rancho de barro, aún está el piso, con una cancha al lado. El cantinero era don Eustaquio Nalda, quien llegaba a caballo y lo ataba en el rancho. Una persona extraordinaria que todavía «es como que lo veo». De mañana vendía miel y de tarde era el canchero y el cantinero».
«La costanera era muy diferente. Existía el barrio Paredón, donde hoy está el Campo de los Deportes, que estaba lleno de personajes. No existía ni la pasarela, así que había que atravesarlo por el medio. Mejor andar bien con «El Bengo» Benítez, quien era el dueño del barrio, el que mandaba, y así podías pasar sin problemas. En ese entonces era todo «a tranco», no había ni autos, motos, triciclos, todo se caminaba. Una vez vino Morea y Furlong a jugar al club, dos tipos muy famosos del tenis. Fue un acontecimiento muy emocionante tenerlos».
«Al principio debías estar un año en el frontón para poder jugar. Ese era el divertimento de los chicos, luego si a la cancha. La cantina actual era una escuela del ferrocarril… Cuando vino la inundación del 59 tapo todo y quedo solo la estructura ahí, que luego fue cedida a la institución… Concordia estaba bajo agua. Para que te des una idea la torre de la Estación Central quedo tapada hasta la mitad, el agua llego hasta la esquina de mi casa, y la ciudad quedo aislada. No se podía acceder. Hasta alcanzó la escuela Normal por el desborde del arroyo Concordia. Fue un desastre, trabajamos mucho. Los daños fueron irreparables, no quedo casi nada. Y al Paredón lo trasladaron al Toronjal, solo quedo el paredón de piedras que todavía está, todo eso era el límite entre «El Paredón» y el ferrocarril».
«En el 55, cuando cae Perón, me recibí de maestro de escuela. Un día vino un inspector de escuela y me dijo que había un trabajo en una escuela en Formosa, cerca de la frontera con Paraguay. Que iban a pagar muy bien y me fui. Esa historia es fabulosa. A 102 kilómetros al norte de Las Lomitas, donde estuvo preso Menem. Fuimos con dos compañeros de acá. El lugar se llamaba Sección Isleta. Había que tomarse el tren de trocha angosta atestado de gente. Para hacer cien quilómetros demorábamos dos días. Se rompía siempre y toda la gente empujaba hasta la próxima estación. Y a esperar que al otro día o a los dos días venga otro para enganchar los vagones».
«Eran criollos, comunidades aborígenes, tribus de matacos. La gente transitaba por caminos picados a machete, trabajaban en el monte. Viajaban a lomo de buey con las cosas encima y arriba iba la gente… Yo tenía cero comunicación con Concordia, solo llegaban a caballo cartas y las mandábamos, una vez por mes. Y ahí dábamos clases a los alumnos. Fue una gran experiencia».
«El mejor jugador que había era «Cacho» Gómez, un tipo que inclusive jugaba bien al básquet, nació con unas condiciones naturales sobresalientes. Las mujeres jugaban poco. Si bien estuvo «Gige» Poloto, «La Negra» Gardel, Graciela Vélez y Gloria Friederich, entre otras, que jugaban bien, eran poquitas. Ahora son muchísimas. El tenis era sumamente elitista hasta que surgió la figura de Vilas que lo popularizó a niveles insospechados».
«Luego doy clases en escuelas en Diego López, Estación Alcaraz, era para los chicos hijos de trabajadores de un obraje de ñandubay. Finalmente en Nueva Vizcaya se crea el Inta, y consigo trabajo ahí. Se creó para experimentar, aprender, y volcarle los conocimientos al productor. Y como había pocos Ingenieros Agrónomos, ellos formaban gente con habilidades técnicas. Me hice ahí donde también jugábamos al tenis con compañeros de trabajo».
«Empiezo a enseñar tenis en el club regatas con «Cacho» Cortés, en la presidencia de Oscar Marelli. Arrancamos con una cancha y terminamos con cinco. Fue un gran suceso. Hicimos una escuela muy linda, tuvimos hasta 280 chicos. La gente aprendía y luego necesitaba cancha para poder jugar, así que creció mucho la escuela».
«Viajábamos con tres colectivos a los campeonatos entrerrianos. Uno llevaba Cacho Gómez desde el Salto Grande, otro la gurisa de Montenegro, y otro nosotros. Fueron años felices. Si nos habrán sacado canas verdes a «Cacho» y a mí los gurises, ja, ja, ja. Parábamos en albergues y no los podíamos hacer dormir porque jugaban, hacían guerra de almohada, cuarto oscuro, que sé yo… Era hermoso. Una época inolvidable».
«Después me fui a enseñar al Libertad con la presidencia de Juan Carlos «El Sopa» González y Gustavo Albarenque. En la sede se hicieron dos canchas y ahí le empece a dar clases a mis hijos, ellos empezaron a ser profesores. Daniel y Martín iban a jugar y se fueron formando. Y en Federación, en el Club Social y Deportivo Federación».
«Mi mujer Mirtha Cassarotto siempre crio a mis hijos mientras yo trabajaba afuera. Tenemos cuatro: Fabián arquitecto y vive en La Plata, Daniel ex profe de tenis quien ha conducido una delegación que viajo a los juegos para olímpicos, vive en Diamante y trabaja en forestación, y los mellizos: «Lalo» diseñador en imagen y sonido, y Martín quién es actualmente profesor del Victoria Park».
«Di clases en la escuela Belgrano, tuve de alumnos a los famosos hermanos Cañete… Puse una agencia de autos, una mueblería… trabajé mucho tiempo en el Inta en forestación, aserradero, vendedor, y manejo de maquinarias. Aún hoy ando trabajando en todo lo referente a la madera«.
«Hoy tengo 83 años y sigo jugando al tenis con gente de mi generación. Las limitaciones físicas a veces pueden más que las ganas y la experiencia. Nos juntamos con otros viejos muchachos como Manuel Amiano, «Bocha» Gómez, jugamos, comemos, nos divertimos. Siempre viajábamos a los torneos donde hicimos muchos amigos, es una vida sana. Hasta escribí notas de tenis en el viejo diario Concordia, cuando dejé me reclamaban porque no escribí de esto o lo otro, ja, ja, ja».
«El profesor de tenis tiene que olvidarse de sacar campeones. Debe enseñar tenis y valores para que los sostengan y trasladen a la vida. No apostar por un número 1, tener plata, no. Eso no, buenos valores como honestidad, el compañerismo, solidaridad, humildad… todo eso. Sí llegan a ser grandes jugadores bienvenido. Pero enseñarles desde chicos el deporte y a ser mejores personas es el objetivo más importante que tiene un entrenador».
«Y permitime dejar este mensaje: sin familia no hay futuro. Mi mujer es la artífice de criar a nuestros hijos. A pesar de haber sufrido depresión atentatoria. Los médicos dijeron que ella podía llegar a «ver la luz» en la muerte y que no la podíamos dejar sola. Pero así y todo siempre los crio y estuvo firme en lo que necesiten ellos. Y nosotros para ella. Sin un entorno sano y amoroso como la familia… Todo se disgrega como la arena en el viento».
Don Luis Labella laburo mucho y de todo. Según fuentes bien confiables nunca se lo vio tirado en la cama, ni abatido a pesar de que tuvo muy malas situaciones económicas, y afectivas…
Un maestro de aulas y tenis. Enseñando, cultivando y difundiendo educación y deportes. Determinado a la transmisión de valores, técnicas y conocimientos del tenis y de la vida. El preparaba y controlaba las clases, las evaluaciones y acompañaba a sus alumnos en su proceso de aprendizaje para lograr un mejor crecimiento personal y profesional.
Un referente ineludible de uno de los deportes más populares, gloriosos, y queridos como el tenis. ¡No me extrañaría que un día se le haga, como a su tío Enrique, una Copa o una cancha lleve su nombre! Ha pasado una gloria histórica de la vieja, querida y digna clase laburadora argentina, Don Luis Labella, por «La Ley del Deporte». Y ha sido enriquecedor, y sumamente encantador.
LA LEY DEL DEPORTE