El síndrome de piernas inquietas es un trastorno neurológico que se caracteriza por una incontrolable necesidad de moverlas. Este síndrome puede tener un impacto significativo en la calidad de vida de quienes lo padecen, ya que suele empeorar durante la noche, interfiriendo con el sueño y causando fatiga y somnolencia durante el día. Es una afección caracterizada por una sensación incómoda en las piernas, como hormigueo, picazón o calambres, lo que lleva a un impulso irresistible de moverlas y pasarla muy mal.
Este problema dificulta el sueño y causa irritabilidad y dificultades de atención durante el día. Es importante buscar atención médica para un diagnóstico adecuado y un plan de tratamiento apropiado. Sino, podés, en la locura que te agarra, consumir cualquier calmante para poder relajarte y vivir en paz. Porque tener eso, es tener un perno adentro.
Si bien los síntomas del síndrome de piernas inquietas pueden empeorar durante el reposo y afectar la calidad del sueño, esta afección tiene impacto en la calidad de vida durante el día. Los síntomas pueden causar molestias e incomodidad, incluso fuera del contexto del sueño.
Aunque el síndrome de piernas inquietas se caracteriza por síntomas en las piernas, puede afectar otras partes del cuerpo. Si bien el estrés y la ansiedad empeoran los síntomas del síndrome de piernas inquietas, esta afección tiene causas neurofisiológicas y no es simplemente un problema emocional. No te alcanza el yoga, hablar, reiki, escribir, correr, o nadar. Y, si sospechas que un perfume te va a curar, quizás te lo clavas…
La deficiencia de hierro en el organismo también se ha asociado con el síndrome de piernas inquietas. El hierro es necesario para la producción de dopamina, un neurotransmisor que juega un papel importante en la regulación del movimiento. Cuando hay falta de hierro, puede haber una disminución en los niveles de dopamina, lo que puede desencadenar en estas molestias. Que es como un estrujamiento de los músculos, algo te los quiere mover y te produce un temblor interno insufrible. Yo muchas veces a medianoche salgo a correr… ¿Qué voy a hacer?
Los síntomas pueden variar en intensidad y frecuencia de una persona a otra. Los principales incluyen sensación de hormigueo, picazón o calambres en las piernas, necesidad irresistible de mover las piernas, sensación de alivio al mover las piernas, dificultad para conciliar o mantener el sueño debido a los síntomas que empeoran durante la noche, y fatiga y somnolencia durante el día debido a la falta de sueño reparador. Cuando te agarra la «chiripiorca» pasas un día inolvidablemente terrorífico. Hasta sos capaz de tirar la toalla.
Estos síntomas suelen empeorar en reposo, especialmente durante períodos de inactividad prolongada, como sentarse o acostarse. El movimiento de las piernas proporciona alivio temporal, pero los síntomas pueden regresar rápidamente una vez que se detiene el movimiento. Te inyectan chispazos de electricidad y malestar. El temblequeo se te mete en la cabeza, y luego baja para torturar, y no podes ni pensar.
El médico, neurólogo o psiquiatra es quien te debe tratar. Realizará una evaluación detallada de los síntomas, su duración y su impacto en la calidad de vida. El tratamiento del síndrome de piernas inquietas se enfoca en aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida de los pacientes. El enfoque del tratamiento puede variar dependiendo de la causa y la gravedad de los síntomas.
Se pueden prescribir medicamentos para aliviar la sintomatología. Algunos medicamentos comúnmente utilizados incluyen medicamentos dopaminérgicos, que ayudan a aumentar los niveles de dopamina en el cerebro, anticonvulsivos, que pueden ayudar a reducir los espasmos musculares y mejorar los síntomas, medicamentos opioides, que se pueden utilizar en casos severos y cuando otros tratamientos no han sido efectivos. Es importante tener en cuenta que el tratamiento farmacológico debe ser supervisado solo por un médico especializado.
La terapia física puede ser beneficiosa para algunas personas con síndrome de piernas inquietas. Los ejercicios de estiramiento y fortalecimiento de las piernas, así como técnicas de relajación muscular, pueden ayudar a reducir los síntomas y mejorar la circulación sanguínea.
Además del tratamiento médico, existen algunos consejos que pueden ayudar a aliviar los síntomas del síndrome de piernas inquietas:
Aplicar calor o frío en las piernas para reducir la incomodidad. Realizar ejercicios de estiramiento suaves antes de acostarse. Elevar las piernas mientras se está sentado o acostado para mejorar la circulación sanguínea. Practicar técnicas de relajación, como la meditación o el yoga, para reducir el estrés y la ansiedad, que pueden empeorar los síntomas. Mantener un ambiente propicio para el sueño, como una habitación oscura, tranquila y a una temperatura adecuada. Establecer una rutina de sueño regular y asegurarse de dormir las horas suficientes.
No existe una forma conocida de prevenir esta patología, ya que su causa exacta no se ha determinado por completo. Sin embargo, adoptar un estilo de vida saludable y realizar cambios en el estilo de vida puede ayudar a reducir el riesgo de desarrollar síntomas o empeorar los existentes. Algunas medidas preventivas incluyen:
- Mantener una dieta equilibrada y asegurarse de obtener suficiente hierro y otros nutrientes esenciales.
- Evitar el consumo excesivo de cafeína, alcohol y tabaco.
- Realizar actividad física regularmente para mejorar la circulación sanguínea y reducir el estrés.
- Mantener una rutina de sueño regular y establecer un ambiente adecuado para el descanso.
- Comunicación abierta y apoyo: Debemos compartir abiertamente nuestras experiencias con esta afección, con un equipo de apoyo y buscar el respaldo médico adecuado. El diálogo fluido y la colaboración siempre son fundamentales para encontrar soluciones.