FEDERICO "LOBO" MULLER

¿QUIEN FUE RICARDO ENRIQUE «EL BOCHA» BOCHINI? POR LA LEY DEL DEPORTE?

Ricardo «El Bocha» Bochini va a cumplir 69 años este 25 de enero. Para los que no saben, fue uno de los números 10 más geniales de la historia Argentina. Uno de los últimos «enganches», el toque, la asistencia milimétrica, el giro sobre sus talones, el dominio exquisito de la pelota…

«El Bocha» nació en la pobreza de Zarate, provincia de Buenos Aires. Y se crió junto a sus ocho hermanos en una humilde casita a orillas del Paraná. Fue un «orillero» petizo y «figura» en todos los campitos de la zona. Nunca creció demasiado, ni de alto, ni de musculatura. Era medio chueco, se volvió pelado de joven, y despeinado de siempre. El escritor Roberto Fontanarrosa escribió una vez que «Parecía que siempre había mucho viento en las fotos de Bochini jugando al futbol, porque tenia una melena desordenada para todos lados».

Y nunca desarrolló un físico como para poder jugar al fútbol, mucho menos en un alto nivel. Parecía más un payaso trasnochado que un atleta. Es difícil imaginar alguien parecido a él, en el fútbol super profesional de estos días. «El Bocha» debutó en primera en Independiente en 1972 y se jubiló en Independiente en 1991. Casi 20 años en «El Rojo» haciendo mágicas diabluras con la pelota y sin pelota también. ¿En el medio? Ufff…  714 partidos en el fútbol profesional, siempre con la camiseta de Independiente, y metió 108 goles. En avellaneda es como un Dios, así de sencillo, corto y concluyente. Los viejos, los adultos, los jóvenes, y los chiquitos se le tiran encima… Y desde hace casi 50 años.

«El Bocha» ganó cuatro campeonatos locales del fútbol argentino, la escalofriante cantidad de cinco Copas Libertadores, tres Copas Interamericanas, y dos Copas Intercontinentales (hoy Mundial de Clubes). El llenó los años mas gloriosos del «Rey de Copas». Como si fuese fácil, siempre hizo de la complejidad una sencillez. Las jugadas mas difíciles de resolver, él las solucionaba con una mirada, un pase, una finta, un engaño… Estaba siempre unos segundos adelante de las jugadas. Era livianito para moverse sobre el césped. Iba a los «saltitos».

Se colgó de los cielos de los grandes N 10 de la historia de nuestro fútbol: con «Pelusa» Maradona, «El Beto» Alonso, Di Stefano, «El Matador» Kempes, Enrique Omar Sívori, «La Pulga» Messi, Juan Román Riquelme, etc.…

Los fríos e insensibles números también arrojarán que jugó en la selección argentina 28 partidos y que se quedó afuera del Mundial Argentina 78 y del Mundial España 82. Menos del Mundial México 86, por pedido y ruego de su fanático más famoso: un tal Diego Armando Maradona. «El Bocha» fue de la partida, jugó un partido contra Bélgica haciendo un par de paredes con su genial admirador. Cuando entra unos minutos Maradona lo invita: «Pase maestro».

En la cancha era inteligente, sagaz, siempre un tiempo antes de la jugada, y otro después. Tenia una computadora en la cabeza. Nada le «pasaba bajo el radar». En sus comienzos tenia arranques verticales, siempre sabia hacerse el hueco para desmarcarse, recibir y arrancar en velocidad. Las paredes con Bertoni en Independiente fueron una sociedad legendaria del futbol argentino.

Ya de viejo, «El Bocha» metía la asistencia justa para que definas. No tenias que pararla y acomodarte, ni correr al vacío, ni mucho menos que menos retroceder. Solo había que hacerle una mueca y el la iba a saber «leer». Y restaba «soplarla» y festejar. Tenía un guante en sus zapatos. Lento de piernas… un rayo de cabeza. Iba a los saltos esquivando «guadañazos».

Los periodistas deportivos tratan de ser objetivos, justos, puntillosos con todos los deportistas. No con él. «El Bocha» no se toca. Bochini se mira y se admira. El juicio critico «se corrompe» a la hora de hablar de Ricardo Enrique Bochini, el querido «Bocha». El Grafico lo describió hace muchos años así: «Se llama Ricardo Enrique Bochini, le dicen «El Bocha», no es alegre pero reparte alegría, no tiene el don de la elegancia, pero sin embargo casi no toca el pasto cuando juega. Nunca pudo ni quiso ser galán, chamuyero o sensiblero, lo suyo es solo el futbol. Y así siempre será…».

Toda una vida en Avellaneda, «Bocha» pertenece a uno de los pocos casos de futbolistas de una sola camiseta, en tiempos donde el trafico de jugadores ya se había acelerado y mucho. No tanto como ahora… pero mucho más que antes. Dejo la vida por su club. Eso es amor a prueba de bombas atómicas. Y eso que lo tentaron de todos lados. Eso es amor incondicional. Aún hoy anda en el Club Atlético Independiente. Es un técnico de las inferiores que para que lo echen tiene que matar a uno mas o menos… ¡Y ni así! Via libre para el idolo mas grande de la historia de «El Rojo».

Todos lo quieren a pesar de su parquedad, todos lo abrazan a pesar de su sonrisa difícil. El casi no habla, pero hizo hablar a la pelota y a todo el mundo de él y de sus pases magistrales. Lo nombran en todos lados, porque lleno de futbol las canchas más remotas e inconquistables, con su extraña manera de jugar y de lucir…

Termino una nota con la reflexión del genial escritor rosarino Roberto Fontanarrosa, pero más textual que en las líneas de arriba: «Cuando pienso en Independiente, pienso en Bochini. Con ese caminar algo bamboleante, el pasito corto, un poco cabizbajo, el ceño fruncido como si siempre hubiese estado preocupado por algo, la pelota… Y ese mechón volado, como si alguien le hubiese dibujado el pelo, y antes que se secara la tinta, le pasaron el dedo por encima dejándole un manchón. Siempre parecía haber viento en las canchas donde jugaba «El Bocha».

LA LEY DEL DEPORTE (JUEVES 20 HS MATRIX 94.9).

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