Oscar Natalio «Ringo» Bonavena (58-9, 44 KO) nació un 25 de septiembre de 1942 en la Capital Federal de la Argentina. Del barrio Parque Patricios. Porteño hasta la medula. Hijo de doña Dominica, quien dio a luz a nueve criaturas. Dominica, según Osvaldo Principi, fue una de las mamas más famosas de la historia junto a Doña Tota Maradona. Y de Vicente, quien laburaba en el ferroviario. Y Oscar se comió el mundo a tarascones nomas. Fue un boxeador pupilo de los hermanos Rago. Taquillero a mas no poder, cantante, actor, humorista. Y murió, con solo treinta y tres años, un 22 de mayo de 1976 en Reno, Nevada. Hoy es leyenda, mito. Ringo es uno de los hombres mas amado de la historia de nuestro pais. Así nomas. A secas. Como para arrancar. Y dejar las cosas mas claras, de quien es el personaje de nuestra historia de hoy en La Ley del Boxeo.
El era de un barrio característico de la ciudad y del pais. Se dice que ahí fue la primer fundación de Buenos Aires. Que en 1873 arranco «El Trencito de la Basura», que llevaba la chatarra de toda la ciudad para quemarla ahí. Por eso le dicen «La Quema». Y a ellos, los hinchas de Huracán como el: «Los Quemeros». En esa misma época arranca un Matadero de carne proveniente del interior. Se comercializaba mucho con gente de campo. Así que se lleno de prostíbulos, de gente con plata, y muy habilidosa para «operar» con los cuchillos. Rápidos para «hacerte una bragueta en la panza». Nace la leyenda de un barrio porteño de guapos «de pocas pulgas». Pero el mas guapo de todos iba a nacer como setenta años después de que arrancaran esas escaramuzas. Se llamo Oscar Natalio Bonavena. El mundo lo conocerá como «Ringo» Bonavena. Con el único limite de la eternidad…
Bonavena fue un aficionado de elite. Tanto es así que participo en el Panamericano San Paulo 1963. Pero cuando fue dominado y superado por un rival, apelo a un mordiscón en el fragor de la batalla. Y aquello le iba a costar el campeonato y la licencia para boxear en la Argentina. Decide dejar «La Quema» y se va vivir a los Estados Unidos. Pero no puede ni quiere dejar «La Quema» que llevaba adentro de el. El capo del barrio. El orgullo. Volvía de tanto en tanto. Y, como canta una banda rockera, «Ringo regresa a su barrio. Lo esperamos en La Quema». Ringo se iba a convertir en un Multimedios por obra y gracia de el mismo. Fue Boxeador, su Agente de Prensa y Marketing, Patrocinador, Vendedor de si mismo, de sus derechos, y de todo lo demás.
Bonavena debuta como profesional en el Madison Square Garden, de New York. Ganándole a Lou Hicks por knock out técnico un 3 de enero de 1964. Así que arrancó «de una en las grandes ligas». Recién en su combate numero diez debuta en su país derrotando un 16 de abril de 1965 a Rene Sosa por KO 2 en Mar del Plata. Era un tanque. Poder letal. Dos armas de destrucción masiva. Petizo, pie plano, zurdo de guardia diestra. Y una capacidad para recibir golpes que no se encuentran fácilmente. Pegaba con las dos. Era brutal. Abajo era un niño alegre, lleno de afecto, muy tierno, pero siempre en el cuerpo de un campeón de los pesos Pesados. Cada vez que volvía se juntaba con sus amigos del pasado y con el jet set que se encandilaba con su sentido del humor y con sus genialidades.
Oscar Natalio Bonavena se consagra campeón argentino de los pesos Pesados un 4 de septiembre de 1965. Dominando y derribando a Gregorio «Goyo» Peralta frente a 25.00 personas. Récord absoluto de entradas vendidas en el Palacio de los Deportes de la Argentina. Enfrentó a los más grandes de la época desde Joe «El Tren de Filadelfia» Frazier dos veces (en la primera lo tiro dos veces). Y el pais entero se paralizo en la medianoche del 7 de diciembre de 1970, cuando enfrento y puso en aprietos al gran Mohamed Ali. Canal 13 esa noche registro un rating de 79,3 puntos. El pais entero estaba viendo la pelea de Ringo y Ali. Nunca parecía estresado ni tensionado. Eran tiempos en que la gente se sabia de memoria los equipos de futbol y los campeones mundiales de boxeo en cada categoría. Peleo con figuras míticas. Vivió, como dice Ezequiel Fernández Moore en su libro Díganme Ringo, en el lugar y en el momento justo.
Era también el símbolo de un barrio (Parque de los Patricios), de una ciudad (Buenos Aires), y de un país (Argentina). La espada de su barrio. «El Orgullo Quemero». Como lo describió el legendario periodista deportivo Ernesto Chequis Bialo: «Con Bonavena se dio una ecuación inversa. El barrio siempre le perteneció a él. De allí es que se grita «Somos del barrio / del barrio de la Quema / somos del barrio de Ringo Bonavena…», cantado por la tribuna de «El Globo». Grito que reflejó durante muchas generaciones el orgullo y el amor entre la gente con su idolo. Mente, cuerpo y alma predispuesta a la generosidad y amabilidad.
«Ringo» Bonavena calentaba la previa como nunca antes por estos lados. Era verborragico, histriónico, amenazador, irónico, gracioso, ingenioso, y muy fanfarrón. Era petizo para un pesado, tosco, rustico, y encima tenia la voz aflautada (que «se chocaba» con el contenido asesino y amenazante de sus palabras). Pero el pibe le ponía ganas, buen jab como bate, pegaba como un caballo, y tenia un maxilar a prueba de bombas atómicas. Era un boxeador divertido pero brutal. Lleno de músculos bien voluminosos. Un retacón potoco y atrofiado. Tren superior voluminoso y piernas fuertes. Había que moverlo… Resignaba defensa por ofensa. Háganse un lado que ha nacido un fenómeno de masas. El dueño de un barrio.
Mas allá de tantas cosas que se recuerdan y emocionan cuando evocan sus vivencias y ocurrencias. Ringo se tomo la vida de un trago. Fondo blanco. Y sintió mucho disfrute al hacerlo. Se recuerda su impresionante admisión en el jet-set y en la farándula, como su generosidad y pureza. Hasta lograr ser tapa de los grandes medios de la vida social, política y artística de nuestro país. Y su muerte en la puerta de un prostíbulo de Reno Nevada, a manos de un asesino a sueldo que le tiró seis escopetazos, tuvo todos los condimentos de un final cinematográfico. Tanto es así que se hizo una, protagonizada por el genial actor Joe Pecy.
Ringo fue a buscar a los «buenos muchachos» que lo estaban traicionando. Y una bala humeante y cobarde le atravesó el corazón. Al entierro fueron 150.000 personas. Caía uno de los argentinos mas amados de nuestra historia. El era del «El Barrio de La Quema». Pero los del barrio de la Quema, aun hoy a cuarenta y tantos años de su muerte, aseguran con locura lo contrario: «Nosotros somos del Barrio de La Quema. Somos del Barrio de Ringo Bonavena…». Hasta siempre niño grande, guapo, de barrio y gran tipo. El gran idolo, abanderado, el elegido y el consagrado por la gente. Oscar Natalio Bonavena. Pero díganme Ringo nomas…
LA LEY DEL BOXEO (MARTES 20 HS MATRIX 94.9 Y WWW.RADIOMATRIX949.COM).