Oscar Natalio Bonavena se consagra campeón argentino de los pesos Pesados un 4 de septiembre de 1965. Dominando y derribando a Gregorio «Goyo» Peralta frente a 25.00 personas. Récord absoluto de entradas vendidas en el Palacio de los Deportes de la Argentina. Enfrentó a los más grandes de la época desde Joe «El Tren de Filadelfia» Frazier dos veces (en la primera lo tiro dos veces). Y el pais entero se paralizo en la medianoche del 7 de diciembre de 1970, cuando enfrento y puso en aprietos al gran Mohamed Ali. Canal 13 esa noche registro un rating de 79,3 puntos. El pais entero estaba viendo la pelea de Ringo y Ali. Nunca parecía estresado ni tensionado. Eran tiempos en que la gente se sabia de memoria los equipos de futbol y los campeones mundiales de boxeo en cada categoría. Peleo con figuras míticas. Vivió, como dice Ezequiel Fernández Moore en su libro Díganme Ringo, en el lugar y en el momento justo.

Era también el símbolo de un barrio (Parque de los Patricios), de una ciudad (Buenos Aires), y de un país (Argentina). La espada de su barrio. «El Orgullo Quemero». Como lo describió el legendario periodista deportivo Ernesto Chequis Bialo: «Con Bonavena se dio una ecuación inversa. El barrio siempre le perteneció a él. De allí es que se grita «Somos del barrio / del barrio de la Quema / somos del barrio de Ringo Bonavena…», cantado por la tribuna de «El Globo». Grito que reflejó durante muchas generaciones el orgullo y el amor entre la gente con su idolo. Mente, cuerpo y alma predispuesta a la generosidad y amabilidad.

«Ringo» Bonavena calentaba la previa como nunca antes por estos lados. Era verborragico, histriónico, amenazador, irónico, gracioso, ingenioso, y muy fanfarrón. Era petizo para un pesado, tosco, rustico, y encima tenia la voz aflautada (que «se chocaba» con el contenido asesino y amenazante de sus palabras). Pero el pibe le ponía ganas, buen jab como bate, pegaba como un caballo, y tenia un maxilar a prueba de bombas atómicas. Era un boxeador divertido pero brutal. Lleno de músculos bien voluminosos. Un retacón potoco y atrofiado. Tren superior voluminoso y piernas fuertes. Había que moverlo… Resignaba defensa por ofensa. Háganse un lado que ha nacido un fenómeno de masas. El dueño de un barrio.

Mas allá de tantas cosas que se recuerdan y emocionan cuando evocan sus vivencias y ocurrencias. Ringo se tomo la vida de un trago. Fondo blanco. Y sintió mucho disfrute al hacerlo. Se recuerda su impresionante admisión en el jet-set y en la farándula, como su generosidad y pureza. Hasta lograr ser tapa de los grandes medios de la vida social, política y artística de nuestro país. Y su muerte en la puerta de un prostíbulo de Reno Nevada, a manos de un asesino a sueldo que le tiró seis escopetazos, tuvo todos los condimentos de un final cinematográfico. Tanto es así que se hizo una, protagonizada por el genial actor Joe Pecy.

Ringo fue a buscar a los «buenos muchachos» que lo estaban traicionando. Y una bala humeante y cobarde le atravesó el corazón. Al entierro fueron 150.000 personas. Caía uno de los argentinos mas amados de nuestra historia. El era del «El Barrio de La Quema». Pero los del barrio de la Quema, aun hoy a cuarenta y tantos años de su muerte, aseguran con locura lo contrario: «Nosotros somos del Barrio de La Quema. Somos del Barrio de Ringo Bonavena…». Hasta siempre niño grande, guapo, de barrio y gran tipo. El gran idolo, abanderado, el elegido y el consagrado por la gente. Oscar Natalio Bonavena. Pero díganme Ringo nomas…

LA LEY DEL BOXEO (MARTES 20 HS MATRIX 94.9 Y WWW.RADIOMATRIX949.COM).