Rodolfo «El Pato» Rojas nació un 18 de octubre de 1954 en Concordia. Vivió y se hizo ídolo. Tuvo una destacada vida como boxeador aficionado. Y muy popular carrera como profesional. Pero por ser un personaje adorable de nuestra ciudad. Aun anda en la vieja «Capital Provincial de Pugilismo» repartiendo buenos sentimientos. Forma parte de la mitología. Historias fantásticas y casi inverosímiles. Es un personaje que todo el mundo sabe quien. Un «loco lindo». Un «loco bueno». Todos estamos un poco locos. ¡Los únicos que no están locos, lamentablemente, yo nunca tuve el gusto de conocer! Una vez que intimamos sabemos que no estamos solos en este lío. Si no estamos todos juntos en el manicomio… ¡Es solo por una cuestión de espacio nomás!
«El Pato» Rojas era muy aguerrido, un tipo bondadoso, humilde, demasiado bueno para su propio bien como guerrero, un temible pegador de la categoría Welter (147 Libras/64 Kilos), sus clásicos con Bernardo «Cococha» Narváez dividían a los barrios. Sus contiendas eran excitantes y de ida y vuelta. Pegaba pero cobraba lindo también. Peleo con Carlos Herrera, con Rómulo Ibarra, con Luero, con Suarez, la trilogía con Benito Zumoffer, con Portillo. Siempre daba buenos espectáculos. Por eso se dice que «nadie llenó el Ferro como «El Pato». Cuerpo todo «tajeado». Tenia terrible…
El es de La Cantera (Avellaneda y Concejal Veiga). Limite con Las 28 Puñaladas. Ahí al lado del Arroyito Concordia (Hoy entubado). Y vagaba por las cortaditas de Las Heras y Concejal Veiga. Ahí era figura. Ese fue su barrio de toda su vida. Ahí, entre cortadas y callejones, sigue siendo un Rey. Un Rey bueno. Un buena onda que inspiro buenos juicios sobre el boxeo y sus deportistas. Ahí andaba siempre sacudiendo la bolsa «a los chirlos». Pegaba tan fuerte que hamacaba las copas de los arboles. Cuando una parra tiritaba era signo de que abajo estaba el «Pato» Rojas entrenando…. O enseñando a sus «gurises». Era una imagen hermosa. Del Rey Bondadoso. No un Rey Mala Onda (como dijo un vecino escritor y muy amigo). Generaba ese halo. Colgaban la bolsa de la parra de don Delaloye (Dueño de la Farmacia Las Heras), y se acercaban los curiosos a «ver esa postal». Le enseñaba a toda la «banda loca» que andaba siempre con él. Un Rey accesible.
Rodolfo Rojas, como aficionado, entrenaba mucho en el patio de la casa de «Chichín» Chamorro. No tenían elementos deportivos ni grandes planes de trabajo. Hacían una colecta, vendían cosas para conseguir un buen par de guantes, una venda, alguna bolsa… Había mucha pobreza en esa época como para tener algo nuevo, caro y bueno. La gente los ayudaba mucho, colaboraba todo el barrio por «la causa».
Al Pato se le ve la pureza de su corazón «de toque», enseguida te das cuanta que no «complica». Iba a la Cantera (gimnasio antiguo y «Cuna de Campeones» en Concordia donde hoy esta el Monumento al Boxeador). Andaba ahí jugando, viendo, mirando y admirando. Acomodaba las sillas, las mesas, hacia los mandados. Mientras soñaba con ser el Rey. Su vida era el barrio, los amigos, y algún que otro festival de boxeo o bailable. «El Guapo Amoroso».
A «El Pato» como profesional lo entrenaba el popular «Banana» Enrique, luego lo llevó Juan Carlos Pradeiro para el Luna Park. Para saltar al próximo nivel. Le ha ganado a Eduardo Contreras, a Rómulo Ibarra, perdió con «Cococha», con Luis Suarez. Cuando peleo Juan Carlos «El Negro» Bogado con Aguilar en el club Libertad por el titulo argentino Mediano, «El Pato» ganó por KO en el Round 2°. Pegaba fuerte, guapo, era aguerrido. Le faltaba «instinto asesino». No quería lastimar a nadie, hacer daño. Por ahí si noqueaba era porque tenia «pólvora», además de tremendo lomo, pero… Peleaba muy seguido. Cada vez que podía. Le gustaba. Y lo necesitaba. Cuatro veces por mes, demasiadas peleas.
Luego se cansó, se le fueron yendo las ganas de entrenar… Y empezó a querer experimentar otras cosas que la vida tiene para ofrecer… Los bailes y los caballos. En un principio era muy de estar con su familia, le gustaba quedarse con la vieja. Una vez que se fue ella ya todo fue distinto. Se quedó sin sostén. Ella era todo para él. Le hacia tremendos ravioles, fideos casero, unas sopas que todavía hoy cuando las recuerda se besa la punta de los dedos. Rojas aprendió a hacer todo gracias a ella. Hoy aplica las técnicas cuando le cocina a su mujer en el callejón de Rawson Sur y Humberto Primo. Hace altas Riojanas, Milanesas, Asados deliciosos con su primo Merini (el papa del periodista deportivo y amigo personal Luis «El Tito» Merini). Gracias a su mujer recupero todo.
Andaba muy mal. Descarriado por «el copete», las minas y el «escolazo». Una mujer puede ser tu sol. Pero también pude ser tu nube. El Pato eligió bien y le escapó a «El Viejo de la Guadaña».
El popular y taquillero Pato Rojas se arrepiente de no haberse cuidado más en su carrera, no entrenaba muy bien. Había empezado a fumar, a tomar. Iba a bailar al club Libertad, al Ferro, Sarmiento, no se perdía ni una festichola. Todos los fines de semana había dos mil, tres mil personas. fue un «Bailador de Madrugada». Como «El Chúcaro»: «No le duran mujeres. Las gasta en el baile hasta hacerlas morir….». Iba hasta el San Martin caminando. Vagoneta. En busca de un inmortal «firulete». Era todo calle de ripio, no había tanto transito ni peligro. Se comenta que le sacaba brillo a la pista. Y música al cuerpo. La rompía… Folclore, tango, lo que venga, muchos amigos músicos. Las salidas, los vicios, los amores, los llantos de madrugada, las promesas, y las traiciones… «El Pato» de la gente…
Rodolfo Rojas vendía pollos y asados en el ferrocarril, era ferroviario. Le gustaban las carreras de caballo. Un día fue, vendió y ganó mucho dinero. Se copetió, se tiró en las vías medio mameluco, y los «amigos del campeón» le robaron toda la plata. Esos mismos que habían pasado juntos «la caravana». Pero no tiene rencores. El acepta las cosas como son. Hay gente que te aplaude de cara y te apuñala de espaldas. Pero hay gente que no… Trabajo en Mosaicos Albarenque, fue Remisero. En la actualidad es chofer de la Ambulancia en el Policlínico Ferroviario y anteriormente en la Asistencia Publica. Siempre manejando a cualquier hora, ayudando en lo que pueda para llegar lo mas rápido posible a socorrer en una emergencia. No anda con giladas. Siempre una vida y su familia están esperando por los Médicos y por él.
No toma más, no fuma… La rema. El Pato está feliz. Gracias a la Iglesia que lo recuperó, al Señor que es el más generoso. Cocina de todo con la patrona. Está muy enamorado. Aprendió a disfrutar de las pequeñas cosas. Son re compañeros, de a ratos discuten como toda pareja. Según él, ella no tiene días malos porque el jamás llega con «mala cara» del trabajo. Al contrario, tiene un hermoso espíritu positivo. De niño bueno. «El Pato» ha sido siempre de La Cantera, y de allí siempre será: «El Guapo Bueno del Barrio». Eso no es un dato menor. Siempre junto al box.
LA LEY DEL BOXEO