Jorge Daniel «El Negrito» Medina nació un 23 de abril de 1971 en Concordia, Entre Ríos. Era del barrio Pierrestegui. De la populosa barriada del noroeste de nuestra ciudad. Pupilo de Diego López, también de don Nicolás Camino, después lo dirigió don Emilio Panozzo, inclusive estuvo a las órdenes de Victoriano Fernández. Era un boxeador golondrina. Un proyecto no concretado. Era bueno, tenía buenos movimientos, se desplazaba bien, tenía técnica, iba armado, valiente. Pero cuando estaba bien en lo físico…
El 11 de diciembre de 1992, con 21 años de edad, debuta en una noche caliente e histórica empatando contra Héctor Agustín «Chiquito» Cirolla en el club Estudiantes de Concordia. En la pelea de fondo Jorge Melian le ganaba al popular y taquillero campeón argentino nuestro: Alfredo «Gringo» Jaurena por puntos. Y la gente casi hace explotar «El Gigante Verde» de la bronca y de ira contra las autoridades del festival. Oprobio hacia las tarjetas de los jurados. La hinchada quería colgar a todos. Esa noche no cabía ni un alfiler. Caliente como el infierno. Prendías un fósforo y el estadio volaba hacia la estratosfera. Relataba Cardozo. Comentaba Noblega... ¿Por donde la iban a pasar a la pelea si no era por Radio LT 15 «La Radio del Litoral»?
Al principio de su carrera ganaba y perdía. Fue un buen prospecto. De mayor a menor. Arrancó descollando y se fue diluyendo. Era un tipo que le podía complicar la vida a cualquiera. Ganar «si se inspiraba». Pero lo de él era muy precario. Muy humilde. Muy solo. En seguida el barrio lo encandiló. El barrio y «sus placeres». No se puede ser figura en el cielo y en el infierno al mismo tiempo. Vagaba mucho.
Luego entra en una seguidilla de derrotas estrepitosas. Es vapuleado bastante. Lo noquea «La Hiena» Barrios, Diego «El Rako» Jaurena, Fabián Ruiz, «Nocaut» Martínez, Remigio lo domina en Decisión, etc. Su última pelea la gano en Río Grande por puntos, frente a Guido Antilef un 18 de junio del 2005. Daniel Medina fue profesional durante 13 años. Muy conocido. El Negrito era bueno. Pero cuando tomaba y se copeteaba había que «darle lado»…
Daniel Medina boxeaba porque le gustaba, para hacer una moneda y poder darle de comer a su familia quién lo admiraba y aún hoy lo recuerda con cariño. Luego dejo. Volvió. Quiso retomar y andar fuerte, pero enfrente siempre había uno más musculoso, más entrenado, y con más determinación que él. Así de dramático eran sus desafíos. Se peleaba contra un King Kong. Contra un «Monstruos de Tres Cabezas». Y solo le fue quedando «el final amargo» del ocaso.
Daniel Medina entró en un mundo que siempre rozó el drama, las revoluciones a punto de explotar, la muerte. Había que buscar algo que «cure las penas». Eso pasa en todos lados. En el boxeo mucho. Y esas «vidas de terror», al límite, desesperadas, son las que tanto cautivan y seducen a los escritores y productores de cine. Son «vidas de película».
Daniel Medina «le entraba a lo que venga». Hasta que se convertía en «Satanás». Le poseían su cabeza, su cuerpo, y su alma. Le volvía aquella adrenalina de los minutos previos antes de subir al cuadrilátero. En ese escalofriante «túnel de los nervios». Y se transformaba en un tipo picante, explosivo, y busca líos. Uno de barrio. No salía de ahí, a menos que tenga que pelear afuera o «mandarse alguna» importante. La tierra y las periferias eran su hábitat natural. El cemento y las grandes luces lo sacaban de su «zona de confort»…
Daniel anduvo en la iglesia, en los gimnasios, buscando afecto y contención, muy querido y bien venido en el ambiente. Trataba de recatarse, buscar sentirse mejor, y no tener que salir a «hacer la diaria». Todos los días eran «una final». Una tarde, el conocido periodista deportivo y amigo suyo Juan Carlos Valdez andaba mirando récords para investigar más sobre uno de los deportes que más lo apasionan… Y ve que «El Negrito» seguía en actividad hasta el 2016. ¡Si había sido baleado y asesinado un 8 de octubre del 2012 en el barrio Pierrestegui por una larga disputa con otro que se «la tenía jurada! Había vuelto el fantasma de Daniel «El Negrito» Medina a sobrevolar por el sub mundo del boxeo. Alguien muy pillo y con poca vergüenza le trucha su licencia y su vida, y así poder pelear «legalmente» como profesional. Se animan a todo y les gusta hacerlo…
Jorge Daniel Medina tiene buenas victorias como aficionado. No tiene grandes victorias rentadas en su resumen. El hombre de la historia de hoy en «La Ley del Boxeo» era uno de los miles de boxeadores que necesitan pelear para comer. «Jornaleros de las Narices Chatas». Querido, bueno, pero no logro concretarse. Había que hacer la diaria y poner la vida en juego donde mande la ocasión. Pelear era lo que aprendió, le gustaba, y que además necesitaba. Al final, cuando muchos creían que se lo iban a «comer crudo», terminó vendiendo cara algunas de sus derrotas. Era bueno y valiente, pero no le daba la nafta para ganarle a los mejores. Porque estaba en malas condiciones (o no en perfectas) como para poder ganar…
Esta no es la historia de un grande de todos los tiempos. Ni de un tipo que ingresará en «El Salón de la Fama». Ni fue campeón argentino Pluma o Ligero, ni un «Campeón sin Corona», ni nada. Pero entró, para bien o para mal, en la humilde y humana «Galería de los Quién Fue». A veces entran los mejores, otros los de historias más fuertes, otras algún amigo querido, y también como esta porque «quiero saber». Simplemente sucede la intriga. Es la curiosidad de un periodista. Que los mete «de cabeza» en el querido y muy leído «Museo de los Quién Fue» de «La Ley del Boxeo». Y en un futuro serán Libro de Oro La Ley Del Boxeo.
LA LEY DEL BOXEO (MATRIX 94.9)