Si tenemos que describirla, diríamos que es una enfermedad multicausal o multifactorial, crónica, generalizada, aún no comprendida, que se caracteriza por un exceso de grasa o tejido graso, produciendo alteración en la función de diferentes órganos y tejidos a la persona.
Hace unas semanas una importante y prestigiosa revista médica (The Lancet) público un artículo con una nueva clasificación:
La obesidad clínica: provoca mal funcionamiento, así como daños graves en diferentes órganos, tejidos y complicaciones. Por ejemplo, Diabetes tipo 2, enfermedades cerebrovasculares, Hipertensión Arterial, y ciertos cánceres, entre otras.
La obesidad Preclínica: es el estado de exceso de grasa corporal con función conservada de los órganos, pero con un riesgo mayor de desarrollar obesidad clínica.
Las cifras son alarmantes; ¡aproximadamente mil millones de personas en el mundo tienen obesidad! La prevalencia se ha duplicado desde finales de la década de los 80’ y las perspectivas no son alentadoras: afectarán a la mitad de la población mundial para el 2035.
Es una pandemia silenciosa, que continúa creciendo y que se siguen cometiendo los mismos errores cuando de tratamiento hablamos: insistir y repetir, en solo reducir la ingesta de energía (“comer menos”) y aumentar el gasto (“moverse más”) sumando el «NO» a todo….
Se requiere de un profundo análisis y entendimiento de la enfermedad por parte de los actores, con una visión y manejo más interdisciplinaria de la realidad, vivimos en un AMBIENTE OBESOGÉNICO, que nos bombardean en todo momento y en cualquier lugar.
Los profesionales venimos de la pirámide nutricional al método del plato de Harvard, con la tecnología y las redes fuimos involucionando en evidencia y calidad científica. En donde se ofrece lo rápido y mágico, sin hablar de las consecuencias, como la temida pérdida de masa muscular (SARCOPENIA), desnutrición oculta: minerales y oligoelementos solo como para citar algunos ejemplos y luego involucionamos a una pirámide de evidencia científica de trabajos que no hacen referencia a los problemas sociales, culturales, y económicos. Ni incluyen las consecuencias catastróficas del marketing nutricional y farmacéutico.
Hoy hacemos medicina de enfermedad no de prevención o de salud, en donde se acepta el diagnóstico de obesidad cuando se hace clínica y debe tratarse las complicaciones.
Un factor importante a tener en cuenta, es que nuestro cuerpo tiende a adaptaciones metabólicas, por parte de hormonas que se liberan como parte del proceso de estrés del descenso de peso (grelina: como una de las más importantes de las que regulan el apetito) y en el caso de ser muy restrictivo, con muchos kilos descendido en pocos meses. No se resetea el set point de la memoria del peso y al abandonar o no poder continuar con ese plan infalible contra los kilos de más, se vuelve a recuperarlos. Pero en esa oportunidad, casi y exclusivamente siendo masa grasa, la masa muscular y ósea perdida, prácticamente no se recupera.
Al momento de pensar en el tratamiento, a pesar de lo que digan los gurúes en salud o influencers o promesas de publicidad, no hay una píldora mágica, ni una dieta revolucionaria, ni un tratamiento ideal que funcione de manera general contra la obesidad. Debemos hacer un correcto diagnóstico del FENOTIPO DE OBESIDAD que presenta el paciente, debido a que no es el mismo para todos los fenotipos y de esta manera poder hacer el tratamiento lo más personalizado posible.
Debido a que no todos los pacientes responden de la misma manera y los resultados son muy variables, llevo a Profesionales de la Mayo Clinic a clasificar en cuatro fenotipos de obesidad y, con base en ello, qué tratamientos responde mejor para cada cual.
1. El “cerebro hambriento”
A este pertenecen las personas obesas que no sienten saciedad. Siguen comiendo y repitiendo.
2. El “intestino hambriento”
Pertenecen aquellos que ingieren raciones normales, pero que en una o dos horas vuelven a sentir hambre.
3. La “comida emocional”
Aquellos que comen para lidiar con situaciones emocionales, tanto alegres como tristes, en momentos de estrés o ansiedad.
4. La combustión lenta
Tienen un metabolismo ineficiente. Es un tipo de paciente que no quema las calorías que corresponden por su peso, talla, edad y género.
Aproximadamente el 22% de los pacientes pertenece a este fenotipo, mientras que casi un tercio pertenecía a más de un fenotipo. Según dichos investigadores, es un verdadero cambio en la práctica contra la obesidad, con el que se pasa de recetar “de todo a todos”, a diseñar un tratamiento específico para cada tipo de obesidad.
En resumen, para plantear el correcto tratamiento debemos hacer un diagnóstico del fenotipo de OBESIDAD y para que la pérdida de peso sea sostenida, el tratamiento debe contar con un equipo interdisciplinario con Lic. Nutrición, Prof. Educación Física, Lic. Psicología, Médico Especialista en Obesidad o Endocrinólogo para lograr un cambio de hábitos, como el descanso, tratamiento del estrés, etc.
En los casos necesarios, viene un tratamiento de segundo nivel, que puede implicar el uso de medicamentos, endoscopia o cirugía Bariátrica o Metabólica.
Dr. Giacobino Marcelo Médico Especialista en Endocrinología Ex Residente Hospital Italiano CABA.