FEDERICO "LOBO" MULLER

LA ADICCIÓN AL JUEGO

Un compañero de tratamiento tenía muchos cuadernos escritos y tachados de los números que iban saliendo, semana tras semana. Y calculaba las probabilidades de que salga ese número. Hacía cuentas y jugaba. Con el corazón, a punto de estallar de excitación, se metía en «la ruleta rusa de la vida». El, en el fondo, sabía que no le iba a ganar a la casa, pero estaba enceguecido y loco por sus estrategias. Abrazado a ese circuito de placer y perdidas quedo en «banca rota». Otro vació sus cuentas bancarias con el juego on line. Quedo rajado de seco. 

Lamentablemente, hay mucha gente que arruina su vida en máquinas tragamonedas, ruletas electrónicas, punto y banca, quiniela, póker, lotería, «burros», apuestas on line, juegos y casinos. «Los Gamers», por ejemplo, te apuestan si el centro va a salir pasado al segundo palo o al primero para que «la peinen». 

Luego, muchas veces, la conducta puede problematizar tu vida y derivar en una enfermedad de difícil control, ya que es legal, la promocionan 24/7, es de fácil acceso, y promueve hábitos que nos alejan de la responsabilidad, de la honestidad, y del esfuerzo. O sea, queremos hacer plata divirtiéndonos, y sin trabajar.

Toda la previa jugar, como palpitar la jornada, diagramar estrategias, calcular probabilidades, engañar al oponente o a la casa, fingir y usar mañas, esperar tenso, ansioso, y saber que «timbeas» fuerte y duro… Los «sube», los enciende. Y con el agregado «gratificante» de que pueden ganar.

Cuando «pierden los estribos» gastan los ahorros, le roban a sus padres, o hermanos. «Viaja» la tele, empeñan el equipo de música, roban tarjetas, hasta las baldosas… Lo hacen a escondidas de la familia, que dicho sea de paso, puede no percibir, lo que está sucediendo

Y si no hay para robar en casa, terminan pidiendo plata prestada a financistas, prestamistas, usureros, o amigos. También podemos finalizar robando en la calle, en el club, o en el trabajo.

Yo conozco amigos que perdieron sus negocios y sus casas porque sus padres «se la jugaron». Luego vino el divorcio, las depresiones, y los suicidios.

En el instante en que el juego afecta tu carácter. Te estás convirtiendo en un tipo caracúlico, que no habla, preocupado, cavilando con posibles salidas del problema, y cuando hablas decís cosas feas e hirientes. 

El jugador enfermo no puede parar aunque quiera. Puede abstenerse por un tiempo, pero en algún momento, a partir de alguna situación, el impulso triunfa sobre la buena voluntad.

Un indicador que alguien de nuestra casa padece ludopatía es que surgen manejos extraños del dinero, comienza a quedarse más tiempo en el trabajo, en la facultad, atornillado al celu, no se lo ubica fácilmente… Y siempre se encuentra en situaciones confusas y contradictorias.

En la casa hay atraso en los pagos de luz, gas, escuela de los chicos, faltan «las joyas de la abuela», se «roban» la bici del «nono», en los gastos de tarjetas aparecen gastos extraños, no se paga el alquiler, el auto está roto y desvencijado… Y se inventan supuestos robos sufridos, pérdidas, olvidos, estafas padecidas, etc. O a la inversa, sacan «la boga», y compran algo costoso, se compran tremendas zapatillas, pagan vacaciones cuando habían dicho que era imposible, y vuelven con regalos para matar las culpas cuando andan «dulce».

El juego va metiéndose en sus vidas, restándole placer a otras actividades que antes interesaban, aislándolos, y empobreciéndolos. Cuando el familiar detecta la adicción, lo primero que debe hacer es enfrentarse con el enojo, con la angustia, la desilusión que esto le genera, pero nunca negarlo, relativizarlo, o minimizarlo. Aceptar es el primer paso en el camino de la recuperación.

El familiar debería ver como acercarse, preguntarle, escucharlo y acompañarlo, desde el afecto. Y pedir ayuda a un profesional, y comprometerse también con el tratamiento y las indicaciones terapéuticas. Acompañarlo sosteniendo los límites, por ejemplo, en el manejo del dinero, evitando ubicarse como cómplice, y fundamentalmente comprendiendo que la recuperación es un camino largo, trabajoso, lleno de logros y algunas recaídas.

En el caso de que la persona no se comprometa con el tratamiento, o lo abandona, o ni siquiera acepte comenzarlo, la familia puede participar de reuniones para pensar de qué modo pueden ayudar. El abordaje grupal, tanto para los pacientes como para sus familiares, suele ser eficaz.

Son grupos coordinados con el objetivo de que, a través del intercambio con otros, surjan nuevas respuestas y posibilidades frente al problema.

La recuperación habla de, en este caso, que el jugador sostiene la abstinencia y se le va la impulsión, pero también habla de la recuperación de lugares, funciones, trabajos, proyectos, sentimientos, pensamientos, y vínculos que fueron perdidos debido a la enfermedad. Recuperar algo que hubo como el deseo, las ganas, el placer por algunas actividades, y el lazo social que el adicto perdió.

Este trabajo no puede hacerse solo, sino con un profesional que sostenga, que presione para que uno se meta en la angustia, que ayude a encontrar las palabras, que no juzgue, y que esté advertido que en el camino de la recuperación, las recaídas pueden suceder. 

La plata y la fortuna, además de que hay que ganársela trabajando, no nos garantizan la felicidad y el bienestar. Y no la vamos a encontrar en apuestas on line, un casino, o en una sala de máquinas. Está más del lado de la salud mental, física, y emocional. Y del trabajo bien y honestamente hecho. Además, por supuesto, que del amor por uno mismo y los demás.

FEDERICO MULLER

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