FEDERICO "LOBO" MULLER

LA KETAMINA: «USOS, ABUSOS, Y DESAFÍOS»

Una vez en New York me convidan en un baño algo que lucía como cocaína, pero era ketamina. Le di ahí, acepte más, pedí más, mezcle, como siempre, con alcohol, y cuando salí de ese boliche en mal estado presencio, por primera vez en mi vida, la caída de nieve. No solo eso, era una gran tormenta blanca. Encima, como no sabía ni donde estaba, me tuvo que llevar un viejo, canoso, y barbudo… hasta mi casa ¡Estaba con un bondadoso papa Noel en el medio de muñecos de nieve y trineos! ¿Dónde está la salida al mundo real?

La ketamina es una droga de síntesis que se utiliza en medicina y veterinaria por sus propiedades sedantes, analgésicas y sobre todo, anestésicas. Era una droga que me disociaba y alucinaba, de manera que al consumirla, muchas veces, tenía la sensación de «estar fuera de mi cuerpo», era tanta la locura que me agarraba, que me asustaba mirar esa película.

Su presentación farmacéutica es en forma de líquido inyectable. En la calle se puede encontrar como líquido, polvo, cristales, o pastillas. En su forma en polvo puede ser inhalada por la nariz, inyectada o consumida por vía oral. La ketamina, también conocida como «Special K», es un anestésico general disociativo. Esta sustancia es apreciada por su capacidad de combinar efectos hipnóticos, analgésicos y amnésicos, sin pérdida de consciencia ni depresión respiratoria.

Con esta sustancia, a dosis bajas, conseguía un sentimiento apacible, soñador, similar al gas hilarante. Daba la sensación de flotar y salir ligeramente fuera del cuerpo. 

La ketamina me causaba depresión, delirio, amnesia, trastornos de las funciones motoras, presión arterial elevada, y problemas respiratorios. La desconexión de la realidad ordinaria y la sensación de participación con otra realidad se acentuaban.

Los que consumen grandes dosis de ketamina tienen deterioro mental, principalmente con respecto a la memoria verbal, y visual. Cuando el medicamento ketamina se deshidrata en una olla o sartén, queda un polvo que suele ser aspirado para crear un cuadro de alucinaciones o desvaríos, que puede llegar a situaciones de suicidio, traumatismos graves, y alteraciones cardiovasculares y neurológicas críticas.

La alucinación, despersonalización o ver cosas que no están son consecuencias directas de la ketamina aspirada. Además, produce trastornos neurológicos, incapacidad de poder aprender cosas nuevas, movilidad de las manos, y de los pies.

En la fiesta de la droga adulterada, además de éxtasis, anfetaminas y cocaína, se consumieron marihuana y ketamina. Así lo fueron revelando los análisis de laboratorio de los sobrevivientes, que permanecieron internados en tres hospitales. Con el paso de los días se pudo determinar que la combinación más común fue éxtasis con anfetaminas mezclas con ketamina, cocaína y marihuana.

Cuando uno ingiere una droga, ya lo hace pretendiendo perder el contacto con la realidad. Esto nos lleva a querer cada vez más y más. Porque después de la cerveza, por ejemplo, ya estás más cerca de un «virulazo», y luego próximo a otra trampa para «abollarte la marola».

Con la pérdida del contacto con la realidad también disminuyen los mecanismos de control. El superyó, que es el que nos cuida, es hipersoluble en alcohol. Con estimulantes todo se vuelve más accesible y se percibe como menos problemático. Ya estás jugado…

Obviamente que el Estado debería perseguir el tráfico de drogas, y fomentar otras actividades sanadoras, los padres tienen que hablar y conectarse con sus hijos, educarlos para que sepan decirle que no a la droga, los chicos tienen que poder rechazarla, pero es sumamente importante que los docentes y el personal de la salud eduquen a la población para que conozca los riesgos y de que no vale la pena asumirlos.

Hacer prevención no es solamente poner una publicidad en la TV, sino que los jóvenes, que son los más vulnerables, sepan en la escuela, qué les puede pasar y tomen conciencia del riesgo. Y que ellos mismos sean multiplicadores del mensaje. Únicamente así podrán metabolizar la historia completa, tomar bien sus decisiones y usar las charlas como límite para no caer en la vida enferma.

Y encima, como estás mal y enfermo, lo vuelves hacer otra vez. Merca, pucho, chupi, mujeres, anfeta, keta, meta, heroína, y sus derivados. Noche tras noches, envuelto en una nube de humo, que se va haciendo más negra y espesa.

La drogadicción es una enfermedad de negación. Negamos lo que hacemos. En tratamiento, al principio, un poco trato y otro poco miento. No hablamos de que consumimos quilombos, oscuridad, y perdidas… Si esto te suena familiar, pedí ayuda. No calles, no sigas, no te mates, no te piques, no lo hagas.

Se puede cambiar, se puede vivir de otra manera y salir. Con luz, con amor, y con esperanza. Hay caminos. Hazte un favor y pedí ayuda. Por vos, por tu familia, y por los que te quieren mucho. Como dice la canción de «Fito»: «Si ya metiste demasiado en tu nariz, tírate un cable a tierra». 

FEDERICO MULLER

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