Carnicería El Águila tiene tres generaciones ofreciendo excelentes productos y servicios. Casi cien años sirviendo «las delicias del campo argentino» a nuestra comunidad. Por eso acá es una institución.
La dinastía la empezó Domingo Justo «Tito» Oliveri, quién se inició en la actividad comercial en 1925. Era el mayor de doce hermanos. Vivía en la calle 9 de julio número 75. Casa «chorizo», refaccionada, y alegrada por plantas y hermosa decoración.
La familia Oliveri luego alquiló el local de la Despensa «El Águila» en la Plaza España en el año 1935. Con la famosa águila parada desde arriba. Casa comercial que hoy tiene más de ciento veinte años. Un emblema sobre calle Bernardo de Irigoyen y Laprida. El recinto había sido fundado en 1888. Ya con el nombre de «El Águila».
Cuando llegan los Olivieri al barrio, impactaron en la zona. Los vecinos comentaban: «Buena noticia, parece que vamos a tener un buen almacenero en la esquina». «El Tito» Olivieri, con eficiencia, risas, y buen humor, entregaba papas, zapallos, arroz, arvejas, y diferentes harinas en el almacén de la Plaza España, hoy «Cuna de la Maratón de Reyes».
Empezó a crecer. Como iba bien, tuvo que pedirle ayuda a su viejo, quién le trajo a su hermana María Angélica, para que le dé una mano. Más tarde se trasladó toda la familia al «El Águila», porque ya no daban abasto con tanto trabajo.
Con el tiempo le ofrecieron comprar la propiedad. Lo hicieron, y toda la familia termino laburando en El Águila. Algunos en el mostrador, otros, como «El Mito», llevando los pedidos a domicilio de los clientes y amigos. Incrementaron tanto, que se le «hincharon los tobillos», se le complicó el traslado, y recurrieron a una bicicleta.
Al tiempo compraron un carro de media carga. «El Tolo» era el encargado del reparto. Después hubo otro que manejaba «El Coco» con la ayuda de los hermanos más chicos. Ha sido siempre un negocio «familiar por excelencia».
Más adelante consiguieron dos camiones. Ahí ya todos los hermanos participaban del reparto. Trabajaban duro, todo el día. Largas horas, a veces hasta las veinticuatro, dando lo que la gente necesitaba y pedía.
A continuación se fueron incorporando otros productos. En un momento se estableció la despensa con huevos, quesos, fiambres, artículos de limpieza, y conservas en general. Explotaba de cosas. Además, la frutería con toda su belleza de olores y colores. Y finalmente la carnicería, con productos de vacas, aves, corderos, cerdos, etc. Atendida cordialmente por Alfredo Olivieri.
Como siempre, los hermanos se fueron casando, teniendo sus hijos, encarando su propios emprendimientos. Y se convirtieron en una enorme familia. Tanto es así que los vendedores de leche Locasso y Regueira dejaban veinte litros de leche por día. Todos consumidos por la familia. ¡Hasta que decidieron comprar una vaca lechera que produjera lo necesario!
Domingo se retira en los años ochenta, dejando a cargo a su hijo Roberto Horacio «Pelusa» Oliveri, que está aún vigente. Hoy, el hijo de Roberto y el nieto de Domingo, Roberto Olivieri «maneja la batuta» de la carnicería más famosa y prestigiosa de la región. Trabaja casi todo el día y está en todos los detalles. Se llena tanto de gente que «anda bien», como de gente muy humilde y de pocos recursos. Todos encuentran ahí su comida y «la diaria».
«El Robert» es una figura preponderante en el barrio. Siempre aportando su «grano de arena», y sirviendo a la gran clientela de los barrios de la ciudad. Especialmente a la vieja zona sur. Con sus carnes frescas y deliciosas. Carnicería El Águila de Roberto Olivieri. Por calidad, higiene, atención, y los mejores precios… «El Mercado de Todas Las Carnes».
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