Juan Diego López fue peón de carga en la vieja Barraca Americana de Hipólito Yrigoyen, entre Buenos Aires y Roque Sáenz Peña del centro de la ciudad de Concordia.
Luego puso un kiosco en la plaza España que lo «protegía» del sol y la lluvia, para poder almacenar y vender diarios y revistas a la gente que se quería informar, cultivar, y emocionar con la comunicación de las distintas épocas de nuestro país.
Yo, que me crie en Alem entre 25 de mayo y el arroyo Concordia, iba a la plaza y me subía al tobogán, a la hamaca, y a la calesita. Con mi mamá y mi papá, que nos llevaban a mi hermano y a mí, para que nos divirtiéramos y «quememos» un poco de energías, ante la atenta mirada de la imperturbable estatua del «maestro de los maestros»: Domingo Faustino Sarmiento. La plaza España era, y hoy lo es, hermosa y distinta a todas.
Juan estaba en el kiosco con sus clientes, conocía como eran, como pensaban, y que necesitaban. Clientes, pero más que nada conocidos y amigos, transeúntes de la zona. El escuchaba a sus clientes, atento a sus opiniones, sugerencias, comentarios, o alguna queja.
Su valor humano impactaba y brindaba una experiencia, que era difícil que se olviden de él. Por eso era un kiosquero famoso.
«Juan del Kiosco», como se lo llamaba, organizaba grupos infantiles que preparaba para el futbol, el handball, y el atletismo en la década del 70. Siempre alrededor de la plaza. Se practicaba en un baldío frente a «La España». Y se jugaban los campeonatos en el barrio Ex Aeroclub.
Con un grupito de corredores, que siempre se juntaba ahí a entrenar y charlar, organizaron en enero de 1980 la primera carrera, que se llamaba «Maratón Día de Reyes». Y que fue creciendo hasta lograr un tamaño insospechado por todos.
El lideraba la Agrupación Juvenil Plaza España. Una de las dieciséis que había y competía en el campeonato de los barrios. Por otro lado, López fue uno de los precursores de la entrega de los premios “San Antonio de Padua de la Concordia”, galardón que reconoce y dignifica la tarea de los deportistas destacados de la comunidad. Es como nuestro Olimpia de Oro del deporte doméstico.
Por esto, los vecinos y vecinas del barrio Plaza España, el 27 de octubre del año 2021, solicitaron mediante nota dirigida al Presidente del Concejo Deliberante, que se construyera un monolito a fin de homenajear al eterno Juan López, en el lugar donde estaba el mítico kiosco en el que trabajaba el mismo. Específicamente en la esquina de las calles Alvear y Bernardo de Irigoyen.
Hoy pueden ir a verlo, pasar, está muy lindo. Con la plaza remodelada. Y el barrio, con sus casas grandes y majestuosas, sigue muy bien conservado. El Monolito tiene un Código QR que remite a un enlace con la información de la vida y obra de Juan Diego López.
Un tipo puro y querido, que tanta contención le dio a los gurises, con los valores de antes, de gente que casi «no vienen más». Ellos, hoy ya adultos y maduros, recuerdan cuando salían de la escuela de La Placita, luego la Numero 24, hoy la Numero 55 Justo José de Urquiza, en calle San Martín y Alvear, frente a la radio LT 15 «La Radio del Litoral», y se iban a jugar. Al fútbol o a correr con él.
Dejaban el guardapolvo y los pocos útiles que llevaban, y se ponían a disposición de «Juan del Kiosco». Quién «manejaba la batuta».
Era carismático e imparcial, atendía a todos por igual, sin importar si eras el hijo del doctor del barrio o del albañil del otro lado de la vía. Cariñoso, pero también muy firme a la hora de poner los límites, y por eso lo respetaban mucho.
Juan Diego López fue un vecino muy importante, destacándose por su larga trayectoria en el vecindario, realizando una obra social, conteniendo durante décadas a distintas generaciones, no únicamente de la zona urbana donde vivía, sino de distintos barrios que se acercaban, a través de la práctica deportiva de fútbol, del vóley, del handbol, y muy especialmente del atletismo.
El hecho de que sean los propios vecinos quienes solicitaron la colocación de un monolito con una placa que reconozca su labor habla de la clase de persona que fue, de su aporte a la comunidad en la que vivió, y de como se lo extraña.
Realizar reconocimientos a personas de nuestra ciudad es fundamental para el fortalecimiento de los lazos afectivos y comunitarios nuestro, y a la valoración del lugar en el que vivimos, nos desarrollamos, y morimos.
El Monolito dice: «Juan Diego López, sabio maestro. Por su inmenso amor por ser educador de valores a través del deporte, seguirá enseñando siempre aquí, en su plaza España». Hoy, en «La Ley del Deporte»: Juan Diego López, o «El Padre de la Maratón de Reyes», o simplemente «Juan del kiosco».
LA LEY DEL DEPORTE