El invitado de hoy fue un volante de contención del Ascenso. Gran trajinador del medio campo y líder en una división famosa por «las piernas fuertes». Para quién -al igual que el gran educador sanjuanino Domingo Faustino Sarmiento- fue la lucha su vida y su elemento.
Un placer tener un volante de roce con buen manejo y habilidad para liderar. Lo hizo desde que era un pibe promisorio hasta ser un jugador hecho y derecho. Y por casi una década en Los Andes, el centenario club de Lomas de Zamora.
«Hola, Lobo, siento mucho gusto de estar acá. Soy nacido y criado en el barrio Vélez Sarsfield de Concordia, y de una familia bien futbolera. Hermanos bien futboleros. Mi viejo laburaba todo el día y mi mamá era ama de casa».
«Recuerdo mi paso por los clubes de barrio con gran nostalgia. Todo el día jugando con los amigos hasta que caiga el sol. Inolvidables días de pelota y de aire libre, de terceros tiempos con mate, pastelitos y tortas fritas. Nunca nos faltaba ropa, techo y comida. Fue una infancia hermosa».
«Yo salí y soy hincha de Libertad. A los diecisiete años Luis Pared me invito a probarme en Racing y fui. Probaban jugadores muy buenos de todo el país y fui quedando, anduve bien y no volví. Me quede allá, quería esforzarme y ver hasta donde podía llegar».
«Vuelvo a pasar las vacaciones a Concordia y no regreso nunca más a «La Academia». Mientras tomaba sol en la playa Los Sauces con mi amigo Juan «Jota Jota» Molo, recibo un telegrama que me daban la «libertad de acción. No entendía nada…».
«Llamo a mi hermano y me dice que hay posibilidades en Los Andes. No me convencía el Ascenso, era retroceder pero bueno fui. Ese club me dio la posibilidad de hacer 5ta, 4ta, Reserva, Primera. Las situaciones que se viven son de cierta precariedad, chicos que se toman un tren, un colectivo, llegan en ojotas y en bicicleta… No sobraba nada pero tampoco faltaba. Para salir había que ponerle mucho corazón. Hoy es mi casa. En el 2001 Los Andes asciende a Primera con aquel equipo de Miguel Ángel Ruso».
«Al otro año descendimos con un buen equipo. Aprendía de gente con mucha trayectoria y grandes personalidades, pero no me podía afianzar. Agarra Burruchaga y no anda. El Nacional B es difícil de jugarlo, la hinchada es muy pasional, si no andas te lo «hace saber», te habla…».
«Juego ocho años allá. La gente se identificó conmigo. Es mi lugar. Manejaba un vestuario con 23 años sin tener la experiencia deseada. No es fácil. Por ahí no todos quieren que te vaya bien, como en todos lados».
«Creo que si Los Andes se quedaba en Primera y yo me rodeaba de jugadores de ese nivel podría haber hecho toda mi carrera en Primera. Aprendiendo más cosas de otros escenarios. Pero no me quejo. Los Andes me dio todo».
«Después me voy al Emelec de Ecuador, un club gigante. Jugábamos ante 50.000 personas donde me fue muy bien. Quise volverme, pero fue un error, en retrospectiva. Debería haberme quedado allá o en otros lugares similares como Colombia o México».
«Me vengo para Chacarita con Sielinsky y me lesiono. Voy a Comunicaciones, luego a Brown de Adrogue por cuatro años donde pudimos ascender. Ese club es un modelo a seguir. Chiquito, pero ordenado, lindo, y con un trato muy respetuoso hacia todos».
«En el 2014 vuelvo a Los Andes y ascendimos dos veces. Juego poco, pero cumplí el papel de sumar más desde afuera. Fue un buen momento también. Me vengo de vacaciones a Concordia y nace mi hija, mama se enfermó gravemente… Y no me dieron más ganas de volver allá. Sentía que tenía que estar en Concordia».
«Acá jugué en Santa María y en Colegiales. No la pase muy bien. El futbol de Concordia no está preparado ni en condiciones hoy de dar el salto de calidad en el Argentino. Falta estructura, elementos, dirigentes, todo… El técnico es el dirigente, el presidente, el vice…».
«Dirigí un tiempo con mi gran amigo Juan Molo y me gustaría trabajar en un proyecto en un club de Concordia, para formar chicos de los barrios y ayudar a desarrollarlos en el futbol, que te puede dar mucho. Que vean las posibilidades que ofrece. Como lo hizo conmigo cuando era muy chico de barrio, y que me llevo a conocer hermosos lugares y personas».
Gustavo fue un volante con mucho despliegue, dispuesto a correr los 90 minutos, y de una regularidad notable. En Lomas le hicieron un mural. Allá fue figura, capitán y caudillo. Hoy ídolo. Acá le costo mucho la adaptación en su querida Concordia. Es un chico con mucha historia y grandes cosas para hacer y decir. Pero hay que saber darle un lugar.
«Pasto Seco» Ruiz Díaz vino con ideas nuevas y experiencia para compartir acá y dar todo lo que aprendió, hacer observaciones, quiere dejar algo. Pero se encontró con Dirigentes, Directores Técnicos y Comisiones Directivas que no tienen la capacidad para mejorar. No están predispuestos a que le digan nada. Al contrario, sienten que los vienen a «aserruchar», a «agretear», desplazar, o hacerlos sentir mal. Lo veían más como una competencia que como una herramienta más. Y así es imposible sumar…
Concordia necesita que Gustavo Ruiz Díaz esté dando charlas, dirigiendo, o asesorando. ¡Algo! Estoy seguro de que se va a poner el equipo al hombro, «contra viento y marea», y pelear por cada oportunidad como si fuera la única. Como lo hizo con cada pelota…
LA LEY DEL DEPORTE (MATRIX 94.9).