FEDERICO "LOBO" MULLER

EN CONCORDIA NADIE PREVIENE A LOS CHICOS DE LA FALOPA

En Concordia nadie previene a sus hijos de las drogas. A pesar de que aquellos chicos que caigan en la adicción de ciertos consumos, se enfermen y malogren sus días y sus vidas. No habrá para ellos amor sincero, éxitos académicos, sanación familiar, prestigio laboral, ni una vida linda y digna.

Las dos mujeres que sacaron el Taller de Prevención de Adicciones, Beltramino y Prietto, llegaron a la Muni y no sabían ni donde estaban paradas. Entonces le creyeron a unos tipos que hablaron mal del taller para cuidarse de «la escoba» que se prometía pasar. Prendieron el ventilador, a decir cualquier cosa, y «sálvese quien pueda». La culpa no fue del psicólogo Rubén Mendaza, pretendiente a manejar Fortalecimiento Social (que también renuncio), ya que no habla bien de nadie y nadie bien de él. Ni del otro, Mario Zaitum, que cree que por haber hecho un curso a distancia sabe y mucho de drogas (como no los conoce nadie afuera de sus ámbitos laborales, le cuento al querido lector que eran el «dos» y el «tres» de Fortalecimiento Social). Sin embargo, la culpa fue y será de las que les creyeron. La culpa nunca es del chancho…

Tampoco tomándose la molestia de conocer el trabajo sobre Consumos que se hacía a domicilio, solo escucharon a los celosos y miedosos de siempre. Y se justificaron diciendo que iban a «empujar» a los profesionales de Fortalecimiento Social a las escuelas para hacer prevención de adicciones. Y que no era «serio» contratar a gente de afuera. ¿A quién iban a mandar? ¿A Mendoza? Si a las charlas la pedían de todas las escuelas, diciendo por favor, pero que si no era con Rubén Mendoza mejor…

¿De dónde iban a sacar una persona con veinticinco años de consumo, cuatro años de tratamiento intensivo con profesionales especializados en la materia, que estudio seis años para publicar artículos, que saco y dono sus libros, y que dio charlas, que cuanto más gente había salían mejor? Tenés que desconocer y mucho el lugar donde caminas para decir algo así. Aparte, necesitas vocación y pasión, porque no lo haces por dinero, que eran viáticos y un poco más. Y, para hacerlo así, además requiere tener «la panza llena».

Y si vos no dejas un mensaje claro, penetrante, y aterrador …  ¡Lo hace la profesora, nomas, leyendo y dándoles un trabajo práctico, sin molestarse en «parar todo» el sistema educativo porque vos querés «decirles algo»!

Los especialistas prestigiosos, lo primero que dicen, es que con los chicos «fritándose» la cabeza desde los diez años, vas a gastar mucho más en hospitales, seguridad, y cárceles. Por no hablar de la angustia y el dolor. ¿Y pensás en cortar todo por ahorrarte esos viáticos y un poco más?

Y los niños, y no tan niños, tienen miedo, no solo a la «crotera» y la falta de oportunidades, sino también a salir a la calle, a que le peguen, y los maten los adictos. Eso obviamente que afecta su socialización, porque no da para ir mucho a jugar en espacios públicos. Porque en el camino te pueden «robar hasta el aliento»… Por «pegamento».

Sería bueno que vayan psicólogos, psicólogos sociales, psiquiatras, etc. Especializados o que les interesen las adicciones. Hubieran sido super bienvenidos, un sueño, pero nunca mandaron ni a uno. Por eso mintieron. Sabía que no iba a pasar, igual…

Los que pierden son los «gurises» que no pueden escuchar en profundidad historias reales sobre todo tipo de consumos y conductas que no le van a servir, que les provocan a la mente, cuerpo, y alma esos estupefacientes. Estar presentes con los chicos, informarles, hacerles sentir el drama, advertirlos de los momentos de angustia y terror, y llegarles al corazón, es la mejor manera de prevenir este infierno. También desde los medios, como humildemente se ha hecho. No reventando «a la grande» a los pobres ranchos con la yuta. Y salir en todos los diarios. Si al otro día salen… o empieza a vender el hermano…

Este es un «trabajo de hormigas», la situación es crítica. Ya estamos tarde, y si seguimos esperando, todo va a ser más complejo. Es posible que crean que su hijo no pueda caer en la drogadicción. Gran error. No porque tengan plata, vayan a la escuela más cara, están a salvo. No funciona así. Pueden tener problemas físicos, y buscar la solución compulsivamente con un consumo que a la larga los va a matar. O ambientales, si lo agretean en el aula, por ejemplo, y el pibe va a buscar una valoración con algún consumo que le «tape el dolor».

En Concordia nadie les habla y los escucha con experiencia (o sin ella). Los chicos necesitan un contrapeso que equilibre los «platillos de la imaginaria balanza». Frente a la gigantesca oferta de consumos problemáticos en las redes y la calle. Que no tengan miedo, que crean en gente que estuvo en el fondo consumiendo y delirando, y ahora no las está usando. Y encontraron otros caminos en la vida. Que les cuenten todo lo que les fue necesario para su recuperación.

Y que no tengan miedo de mirarlo a los ojos y contarle lo que les duele, y recibir sugerencias e ideas de que pueden hacer con eso. El taller no tenía todas las respuestas, pero sabía donde se podían encontrar las que realmente importaban.

La culpa no es de los que dijeron que el Taller de Prevención no servía, o que no trabajábamos, o que iban a ir ellos… Repito… trataban de «salvar su pellejo»… La culpa fue y es de las que no preguntaron en las escuelas y a estos «termos» les creyeron. Sobre todo ese «Adoquín sin Magia y con mucho Pelo» de Florencia Prietto.

FEDERICO MULLER

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