Miguel Ángel «Gomita» Albarado (31-35, 14 KO) ha sido un boxeador profesional de Concordia. Histórico y duradero. Tiene nada menos que 76 peleas profesionales en su haber. Un total de 31 ganadas y 14 por KO. Perdio 35 y 12 antes del limite. Empato 6 veces. A mi me importa poco cuantas peleas ganaste o perdiste, en boxeo importa a quien le ganaste y como. Con quien perdiste y por que. Sin nombre propios los números están vacíos de contenido.
«Gomita» nació un 9 de Agosto de 1967. Tiene 52 años. Una cara cortada y manos curtidas por haber vivido toda una vida a las piñas y trabajado en una gomería. Siempre en el campo de batalla. Jamás en la trinchera. Conto que ha laburado «a granel» desde los ocho años. Y entreno como un loco maniaco para que a su mujer y a sus hijos nunca les falte un plato de comida caliente.
«Gomita» debuta un 19 de Noviembre de 1990 ganándole por puntos a Marcos Rafael Martínez en Concordia. Se enfrento con todos los mejores Plumas de la zona y mas allá: combatió con nada menos que Domingo Damingella, Víctor Hugo Paz, Remigio Molina, Carlos Ríos, «El Rako» Jaurena, Pablito Chacón, «La Hiena» Barrios, «Vaca Mala» Maurín, y con Pablito Estrella, entre otros. Mira que nenes. No le hizo asco a nadie.
Miguel nos confió que nunca conoció a su padre, y que su madre murió cuando el era solo un niño. De cáncer. Tuvo que ser el padre de sus cuatro hermanos desde su más tierna edad. Huérfano de niño creció de golpe. Salió a trabajar de canillita y a curtirse en las calles de Concordia. Sin una familia funcional, La Ley del Deporte le pregunto como hizo para tener una vida tan sana y llena de esfuerzo: fe en Dios. Tajante. Señalaba el cielo a cada rato y no lo nombraba. Ahí encontró a su mentor. Su referente y se apegó a El. «Me dejé guiar», dijo en nuestra charla lenta y sin apuros. «El de arriba fue el faro de mi vida». Yo nunca dude de que camino recorrer», dijo mirando fijo y señalando el techo.
Se le insistió y pregunto como hizo para nunca tentarse con «anestesiar» su soledad y la sensación de abandono con drogas o alcohol. O por amabilidad con los pibes de la esquina, con los «guachos». Sin dudar respondió: «Me ofrecieron. Pero contestaba que en mi casa me estaban esperando».
El vive hace treinta y tres años con su mujer y sus tres hijos. No tiene historial en cárceles ni burdeles. «Nunca fume ni chupe», conto con cierto orgullo. Luego revelo que vivía en un rancho de latas, carton y chapas de tres por cuatro. Peleaba por oficio y necesidad. Sentía la tensión que lo hacía entrenar tres turnos por día. No se podía dar el lujo de quedarse en la cama. Su pasión y su urgencia eran mucho más grande que un posible desgano.
En el plano boxístico el era lo que en el ambiente se conoce como un «probador». «El Probador» es una escala obligada de una promesa o de una estrella que vuelve, y que tiene pretensiones de descollar en el mundo. El «exponía» de que madera estaba hecho el pretendiente. Si estaba para dar el salto o no…
«El Gomita» hizo de goma los pronósticos adversos que anuncian que siendo muy pobre y huérfano se podría terminar muy mal. El logró tener una vida digna y feliz. De trabajo y «calor hogareño». Confiando en el camino hacia donde quería llegar. Fue un capitán sabio que seguía el viento en dirección a su buen puerto. Lamentablemente no todos logran tener esa inteligencia personal.
Ya retirado y al final de la charla (que estuvo buenísima y donde La Ley del Deporte aprendió mucho) dijo que sintió miedo al retiro. Ese fantasma que invade la cabeza de todo boxeador. Conto «sin titubear» que presento proyectos de Escuelas de Boxeo pero que lo «cajonearon» siempre.
«El Gomita» hoy anda muy bien. Trabaja en Vialidad de la Provincia de Entre Rios. En el taller donde arreglan las maquinas para que los caminos rurales se mantengan en buenas condiciones. Y sigue convencido de cual es el camino. No vive en el Palacio Arruabarrena, pero su casa es un hogar de material y con comodidades. ¡Es lo menos que te mereces mi querido Campeón del Mundo!
Mientras corría las colinas (de día y de noche) en el Parque San Carlos siempre tuvo un sueño loco y ambicioso. Y fue persistente. Y lo tuvo al más grande de su lado. Confió y se dejo guiar. Se entrego a él. Porque supo que necesitaba ayuda. Y eso es ser una persona humilde. ¡Supo que solo no podía!
El Gomita Albarado «se burlo» de las suposiciones y prejuicios que dicen que el boxeador termina haciendo guantes borracho con su propia sombra. El desafió la ley del boxeo nunca escrita del triste y miserable final del golpeado… ¡Así que papel y birome en manos gurises! Tomen nota de un líder positivo. Hay miles de casos con finales felices también, pero no son noticias. Lamentablemente lo más fácil y lo que más vende es el escandalo…
MATRIX 94.9