Este cuento lo seleccione de el libro Crónica del Ángel Gris de Alejandro «El Negro» Dolina. Dolina es Músico y Escritor. Pero por sobre todo un conductor inimitable de Radio. Figura en el legendario programa «La Venganza será Terrible». Lo escuche casi todas las noches de mi vida de estudiante: «Antes de dormir, cuando estaba a mitad de camino entre la vigilia y el sueño, y también en mi quinta pesadilla. «Me hacia ver demonios».
Siempre admire esa mezcla rara de poeta de arrabal, atorrante de barrio y de tío copado (ese que todos soñamos tener, y que no nos ponga los limites como «papa»). Este es el aporte de un tipo inolvidable en mi formación a La Ley del Deporte:
EL ULTIMO PARTIDO DE ROSENDO BOTTARO
Había jugado muchos años en primera. Ahora unos muchachos lo habían convencido para que integrara un cuadrito de barrio en un torneo nocturno: «Con usted Bottaro, no podemos perder».
Bottaro no era un pibe pero tenia clase. Confiaba en su toque, en su gambeta corta, en su tiro certero. Su aparición en la cancha mereció algún comentario erudito: «Ese es Bottaro, el que jugo en Ferro o en Lanús…». Se permitió el lujo de algunos malabarismos truncos antes de empezar el partido.
La noche era oscura y fría. Las tristes luces de la cancha de Urquiza dejaban amplias llanuras de tinieblas donde los «wines» hacían maniobras invisibles. En la primera jugada, Bottaro comprendió que estaba viejo. Llego tarde y el sabia que la tardanza es lo que denuncia a los mediocres: los «cracks» llegan a tiempo o no se arriesgan.
Pero no se achico. Fue a buscar juego mas atrás y no tuvo suerte. Luego se mezclo con los delanteros buscando algún cabezazo y la pelota volaba siempre muy alto. Apelo a su «pasta» de organizador: grito con firmeza pidiendo calma o pre anunciando jugadas, pero sus vaticinios no se cumplieros. Ya en el segundo tiempo dejo pasar magistralmente una pelota entre sus piernas, pero el que acompañaba la jugada no entendio la «agudeza».
Después se sintió cansado. Oyo algunas burlas desde la escasa tribuna. En los últimos minutos no se lo vio más. A decir verdad, cuando termino el partido, ya no estaba. Lo buscaron para que devolviera su camiseta, pero el hombre había desaparecido. Algunos pensaron que se había extraviado por las sombras del lateral derecho.
Esa noche, unos chicos que vendían caramelos en la estación, vieron pasar a un hombre viejo, canoso, vestido con casaca roja y pantalón corto. Dicen que iba llorando…
ALEJANDRO DOLINA
LA LEY DEL DEPORTE (JUEVES 20 HS RADIO ACTIVA CONTINENTAL, WWW.ACTIVACONCORDIA.COM).