Walker Smith Jr (174-19, 109 KO), más conocido como «Sugar» Ray Robinson nació en Vidalia, Georgia. En la época conocida como «La Gran Depresión». Su viejo laburaba de agricultor en la cosecha de algodón y del maíz. Jornadas gigantes y salarios enanos. Luego se fueron a vivir a Detroit. Y a los doce años, cuando sus padres se divorciaron, se fue con su madre al populoso barrio del Harlem en New York. Y es considerado el mejor boxeador que haya «respirado» alguna vez sobre la faz de la tierra. Fue lo más parecido a la perfección. Un boxeador formidable. Por talentoso, hábil y contundente para definir.
Algunos dicen que Gans, otros que Armstrong. Habrá quien elija a Alí. Pero la inmensa mayoría lo señala como el mejor boxeador de la historia. Y tienen muchas y muy argumentadas razones para hacerlo. Podía hacer cualquier cosa que hacia cada uno de los mejores boxeadores de todo los tiempos. Y mejor aún. Boxeaba y pegaba durísimo. Talentoso pero inquebrantable. Era difícil de conectar. Gran boxeador y demoledor en ofensiva. Un poder de knockout asesino (Noqueo a 109 tipos en 174) ¿Qué más se podía pedir? Cumplía con todos los requisitos necesarios de un modelo de boxeador. Poseía todas las virtudes. Realizaba amagues y preparaba «trampas» que nunca antes se habían visto. Y salía pegando con combinaciones propias de un «demonio poseído». Fue una figura de culto en los años 40 y 50.
En Detroit y en New York, donde vivió rodeado de pandilleros, se retira con un récord aficionado de 85-0, 69 KO. Debuta como profesional a los 19 años noqueando en el segundo a Joe Echeverría. Al año ya le había ganado a Angott, Servo y Zivic. Campeones o futuros campeones mundiales. Y llenaba el Madison Square Garden. Fue el mejor Welter de todos los tiempos. Con un récord en la categoría de 128-1, 84 KO.
Como campeón Welter hacia concesiones para que los rivales se le animen. Era un tigre que salía a cazar gente. Dividía al medio las ganancias para que no se le «achiquen». Sucedían cosas sin precedentes. Un tigre que pegaba el zarpazo y huía. Te dejaba «mirando estrellas». También tenía durabilidad y aguantaba el rigor de terribles batallas con boxeadores muchos más grandes que él. A pesar de ser siempre el favorito, llenaba los estadios de fanáticos. «Sugar» Robinson era un danzarín del Harlem. Iluminaba los bailes con sus movimientos. Le gustaba «mover las cachas». Parecía en un ballet. Siempre danzando en puntas de pie. Lo adoraban tanto los que recién se iniciaban en el deporte, como los viejos «zorros del ring».
Era una máquina perfecta de boxeo. Tenía un combo ofensivo de una hermosa brutalidad. Pegaba y agujereaba. Sus rivales se caían desmayados de cabeza. Era un negro de «gatillo alegre». Si habría que meter en una licuadora a los mejores de cada división la resultante seria Ray Robinson. Genio de otro planeta. Nunca entraba en pánico cuando se comía una mano terrible. Tenía escalofriante habilidad para recibir golpes. Y seguía con la mente clara y el cuerpo ágil para seguir en la lucha, que era cruel y mucha. Un cerebro más inteligente y más agudo que el de todos sus rivales.
Se chocó veintinueve veces con boxeadores que hoy están en el Salón de la Fama del Boxeo. Le gano a Sammy Angott tres veces, a Fritzie Zivic dos veces. A Henry Armstrong una por decisión. A su más famoso rival Jack LaMotta cinco veces con sola una sola derrota (la última fue la más conocida y la historia la recuerda como «La Masacre de San Valentín»). Superó dos veces al cubano Gerardo «Kid Gavilán» González. Cuatro veces al hawaiano Bobo Olson. Perdió y ganó con el inglés Randolph Turpin. Fue cinco veces campeón mundial Mediano. Noqueó a «Rocky» Graziano. Le venía ganando por puntos a Joey Maxim por el campeonato mundial Semi Pesado, hasta que se deshidrató por el calor en el Round 13 (única derrota por «KO») en «La Noche en el Infierno». Chocó cuatro veces con Gene Fullmer y Perdió, empato, y finalmente cantó victoria con el famoso «golpe perfecto». Los archi conocidos duelos con Carmen Basilio, quien le sacó el titulo por puntos, pero la revancha la ganó «Sugar». Eran super clásicos. Y a los 43 abriles se tropezó con Joey Giardello, quien le ganó a un viejo y baqueteado Robinson por puntos. No le hizo asco a nadie…
Su carrera duró 25 años. Desde 1940 hasta 1965. Peleó 201 veces como profesional. Ganó el titulo mundial Welter y reino por cinco años. Además, conquisto el mundial Mediano en cinco oportunidades. Media 1,80 y se exprimió todos sus millones enseguida. Fue la combinación más perfecta de sincronización de velocidad con potencia. Tuvo restaurantes, bailaba hasta hacerle brotar música al cuerpo. Y salía con toda la crema de «la ciudad que nunca duerme». Fue boxeador, cantante y bailarín. La gastaba… Sedujo tanto a la «popu» como a las «pipis».
Termino peleando en Europa, y en una plaza de toros de México. Andaba seco y había que hacer «la diaria» a como de lugar. Su mandíbula aguantaba «bates de beisbol». En un mundo donde los pobres son tratados como «basura tóxica» debe haber sido muy difícil convivir con esa nueva realidad, más si ya conociste el sabor de la fortuna. «El dolor de ya no ser» como decía el tango, le había dado lugar a «la vergüenza de no tener». Terminó viviendo en un mono ambiente de New York. ¡Los premios que recibía en las condecoraciones ni le entraban en su bulín!
Ray Robinson falleció un 12 de abril de 1989 en California: «Mi fortuna se me fue en caballos lentos y en mujeres rápidas». Fue el primer «Sugar» del boxeo. Luego vinieron Ray «Sugar» Leonard y Shane «Sugar» Mosley. Inspiro el mote de «El Mejor Boxeador Libra por Libra». A 80 años de su debut lo sigue siendo, y de todos los tiempos. Como dicen los trapos: «Podrán imitarte… igualarte jamás».
LA LEY DEL BOXEO (MARTES 20 HS MATRIX 94.9 Y WWW.RADIOMATRIX949.COM).