Marcelino “Nino” López es de un pueblo de 3.000 habitantes: Arribeños, en el norte de la provincia de Buenos Aires, casi en el límite con Santa Fe.
Era amansador de petizos y cabalgaba con los arrieros de la zona por las praderas de la pampa húmeda. Mientras tocaba la guitarra e interpretaba temas campechanos y nostálgicos.
Hoy tiene 37 años y un excelente récord de boxeador profesional con 37 victorias (22 KO), solo 2 reveses, y un empate. Hace casi diez años se coronaba campeón argentino y sudamericano Ligero y Súper Ligero.
Marcelino debutó un 15 de diciembre del 2006, ganándole en Caseros a Juan Manuel Flores en Decisión Unánime. Siempre fue y aún hoy lo es un ignoto para el gran público del boxeo. El 30 de mayo del 2014 se consagra campeón argentino Ligeros venciendo a Sergio «El Loco» Escobar por Decisión Mayoritaria. El 25 de julio lo pierde por Decisión Unánime a manos de Pablo «El Malo» Barboza. Y el 31 de octubre de ese año consigue el sudamericano Super Ligeros frente a Diego «La Cobra» Aguilera por KOT 5.
Al final de ese año decidió tomar un avión para empezar a trabajar definitivamente con Oscar de la Hoya y su empresa; con su nuevo entrenador Joel Díaz y con la misión de ponerle el cuerpo a los golpes de Vergil Ortiz, primerísima figura del peso welter, quien lo contrató como ayudante preferido para los guanteos previos a sus peleas trascendentes.
Se divorció deportivamente de dos fuertes pilares en su carrera y en su crecimiento: Roberto Ruiz, el entrenador tucumano que lo encumbró en el profesionalismo local, y Mario Arano, quien diagramó su campaña en aquellos viernes de DirecTV desde el club Ciclista de Junín.
El 3 de octubre del 2015 debuto en Carson, California, noqueando en tres asaltos a David Rodela y nunca más combatió en la Argentina.
«Nino» López es un boxeador de presión, duro en la corta distancia. Busca con un jab fuerte que explota en el rostro, tira a fondo el ascendente, reparte el gancho al hígado y termina muchas de sus peleas con la derecha arriba. Es un cañonero que sacude y castiga sin piedad a sus oponentes, aparte de aguantar y mucho. Para ganarle tenés que tener un día «soñado», o más todavía.
Peleó en HBO, ESPN, SPACE y DAZN y pocos se enteraron. Colaboró como “sparring partner” del chubutense Lucas Matthysse, en su época de campeón mundial ante la indiferencia general.
Hoy combate, exclusivamente, en Norteamérica, donde pasó por los diferentes roles que ofrece el ring: sparring, preliminarista, fondista, ganador inesperado y perdedor injusto. Pelea poco, y cobra buenas bolsas.
Lo bueno de “Nino” López en Estados Unidos fueron su debut con un fugaz KO ante David Rodela, en Carson en 2015. Sin embargo, y de repente, cruzó a dos primeras figuras: el norteamericano Michael Pérez, quién le causó una injusta derrota por puntos, la única en Estados Unidos, y su espectacular KO conseguido ante el mexicano Pablo Cano, que al poco tiempo sería campeón mundial.
Derrotó luego, en serie, a Breidis Prescott, primer vencedor del británico Amir Khan, a José García en México, a Daniel Echeverría, y finalmente a Jairo López en Fort Worth. Todas estas por KO y con espectaculares definiciones.
A pesar de que hoy está entre los primeros quince mejores en los 63,500 kilos (welter junior) para los especialistas, vive en el total anonimato. Quizás le falte continuidad, la cometa, y una personalidad más polémica y escandalosa.
Tras su última victoria se fracturo la mano izquierda, volvió de los Estados Unidos, se recupero, y ahora regreso a entrenar en Trelew.
Todos queremos saber que va a pasar con este gran boxeador que gesto desde el sacrificio y el silencio una de las campañas más sorprendentes de los últimos años. Habrá que ver cuanto pesa en contra su edad (37 años), la lesión, y la falta de continuidad, como para poder tener y sortear su gran chance mundial.
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