FEDERICO "LOBO" MULLER

¿QUIEN FUE HORACIO «EL CIRUJA» ACCAVALLO? POR LA LEY DEL BOXEO

Horacio Enrique «Roquiño» Accavallo (75-2, 35 KO) nació un 14 de octubre de 1934. Fue un petizo botellero que nació en Villa Diamante, Lanús, provincia de Buenos Aires. Un chico bien simpático y agradable, que siempre peleo con «alma y vida» para no caer en los robos y la delincuencia infantil. ¡Este sí que supo ganarse la vida!

Hijo de «El Tano Roque» y de «La Gallega», dos inmigrantes analfabetos que vivían en la más desesperante de las pobrezas de los suburbios de Buenos Aires. Pero les sobraba dignidad, eran gente sumamente trabajadora. «Roquiño» tuvo que ser ciruja, juntando las sobras en «La Quema», el mítico basural porteño. No achicaba para hacer lo que mande la ocasión.

Fue payaso y acróbata de circo, «sparring» de los más grandones que le querían dar «la biaba». Un eterno «hazme reír» de todos. Donde haya un oído que lo quiera escuchar… ¡Él era figura hablando hasta por los codos! Por eso fue un gran taquillero del boxeo argentino. Fue un típico personaje de aquella Buenos Aires. Una metáfora porteña. Carismático, vendedor, «alto» chamuyero y bien «pillo».

Un «canto a la supervivencia». Es hijo de una ciudad que también nació en la extrema pobreza, y que su recurso de subsistencia siempre fue el comercio ilegal, el contrabando y el ingenio para poder sobrevivir. Le ponía onda y encima era un exquisito boxeador. Accavallo enamoro las masas. Cuando peleaba Buenos Aires miraba.

Horacio construyó un muy querible personaje que lo iba a llevar de la mano con el de gran boxeador. Hasta los lugares más remotos del planeta y más allá. A la gloria eterna. Al legado dorado. A la inmortalidad. Accavallo fue el segundo argentino campeón mundial de boxeo de nuestra larga lista. En cancha hostil. Gran carácter. Si había que ir a la Siberia Rusa iba y encima se hacía popular allá… no se dudaba. Así de personaje entrañable fue el inolvidable Horacio Accavallo. El de la conocida frase en la canción de Ataque 77: «No me bajes los brazos pendejo». Con esa voz gastada de tanto uso…

Saludador eterno, iba a las mesas a contar historias del pasado y a decirles «quien era». Llamaba por teléfono a cualquiera de la guía y se iba presentando, les decía su nombre y en que se pensaba convertir: «Cada amigo nuevo que yo me hacía, podía terminar asistiendo al Luna Park y colaborar en la recaudación. Así que a mi público lo fui inventando yo», dijo años más tarde en una entrevista de televisión.

Como don Horacio Accavallo ya medio que no vienen más. Son tipos de otros tiempos. Construyó su propio destino, «sacándole la lengua» a las estadísticas y probabilidades ¿Qué chances de ser uno de los mejores boxeadores argentinos del siglo 20 y ser ídolo de multitudes puede tener un pibe de su origen? Casi cero. A menos que vengas con la «estrella» de Horacio Accavallo. Y encima terminar bien y feliz…

Accavallo debuta el 21 de septiembre de 1956, el día de la primavera. Y arrancó a «florearse» por Buenos Aires y los suburbios de la zona. Le gana por KO a Emilio Ávila. A los dos años se va a Italia y es figura. Prueba suerte y hace una muy buena campaña con victorias sobre grandes campeones. Vuelve a nuestro país y se hace querer como nadie hasta entonces. Crece con el surgimiento de la figura del joven promotor Héctor «Tito» Lectoure. Accavallo se cansó de llenar la máxima meca del boxeo argentino y sudamericano.

Se consagró campeón argentino Mosca frente a Carlos Rodríguez un 9 de septiembre del 1961 en la F.A.B. Les gana a todos. Es una máquina de lucirse, que mezclaba lo más difícil de todo y en toda actividad que exista: Excelencia y velocidad. Era Mosca, pero en el ring tenía el tamaño, la velocidad y la malicia de un Mosquito.

Se consagra campeón sudamericano Mosca frente a Júpiter Mansilla un 7 de septiembre del 1963. El 1 de marzo de 1966 Horacio «El Ciruja» Accavallo se consagra campeón del mundo Mosca, nada menos que allá en Japón, en un fallo dividido a 15 vueltas. Fue frente a Katsuyoshi Takayama por las coronas vacantes versión Asociación Mundial de Boxeo y del Consejo Mundial de Boxeo. Fue el heredero de «Pascualito». El que agarró su antorcha y fue nuestro segundo campeón mundial.

«El Ciruja», quien con más de 80 peleas en el lomo, 32 pirulos, y bien «fogueado» en el ring, dominó al joven Takayama de tan solo 22 años. Ganó en la ofensiva desde el campanazo inicial hasta el final. Era demasiado vivo, movedizo, duradero y determinado para el pobre japonés. Era un petizo ágil y fuerte. Podía pelear 25 rounds seguidos. El mundo a sus pies, la gloria, la fama y la eternidad. Accavallo Campeón del Mundo, ¡De La Quema a la Tierra del Sol Naciente! Pavada de viaje en la vida… Un alquimista que se la pasaba cumpliendo sueños grandes y locos.

Accavallo fue siempre señalado como el ejemplo de un buen campeón: el inteligente, el soñador, el positivo, el taquillero, el que cuido mucho todo lo que ganó, y el que se aseguró muy bien el porvenir. ¡Si lo comprabas por tonto lo devolvías a los dos minutos! Hay muchos que terminaron teniendo una «vida normal» y digna, como Luis Ángel «El Toro Salvaje» Firpo, Santos «Falucho» Laciar, entre muchos otros. Roldán, Martínez… Solo que a pocos les interesa esas vidas de gran conducta y éxitos. «Los escándalos venden más», según reza un viejo axioma del periodismo deportivo.

Lo defendió dos veces exitosamente frente al japonés Hiroyuki Ebihara y otra frente al tremendo mexicano «Alacrán» Torres, en una pelea inolvidable y áspera. ¡Se retira campeón del mundo! El segundo de la historia detrás de Pascual Pérez. Luego se convierte en un exitoso empresario de ropa deportiva. Una máquina de cumplir metas. Se la pasa en televisión, hasta se casó en vivo y en directo por la pantalla chica. La gente se prendía con sus locuras. ¿Quería notoriedad? No, ni falta que le hacía, si los medios siempre se morían por tenerlo frente a las cámaras. ¡Nunca perdió las ganas de mover esa lengua que tanto le gustaba a la gente! Te hacía el programa solo.

Una vez le dijo a Lectoure: «Me retiro «Tito», no doy más de tanto sacrificio, de tantas privaciones. Si me retiro siendo campeón mundial, yo voy a seguir siéndolo siempre».

El 14 de septiembre es el día del boxeador argentino. Y el 14 de septiembre del 2022 falleció Horacio Accavallo de viejo nomas. Tenía casi 90 años. Bien vividos y disfrutados. Q.E.P.D. Campeón. Gracias por honrar como pocos el oficio de boxeador.

Se dice que un pueblo que olvida de sus errores, está condenado siempre a repetirlos… Debería decirse también que un pueblo que olvida sus grandes proezas… está condenado a no volver a repetirlas. Y a vivir sin conocerse. La historia de Horacio Accavallo debería enseñarse en las Universidades de toda la Argentina. Todos tenemos mucho que aprender de él…

LA LEY DEL BOXEO

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