FEDERICO "LOBO" MULLER

LA ADICCIÓN A LAS PANTALLAS (CHARLAS DE CONSUMOS Y CONDUCTAS PROBLEMÁTICAS)

 

Un viejo adicto con el alta terapéutica siempre decía antes de dar una sugerencia: «te lo digo y me lo digo». Porque yo quede en un momento atrapado en la red, horas y horas trabajando y «paveando». Por eso cuando escribo es, para tener el concepto claro, cuando les hablo a los oyentes de las charlas, al lector de mis blogs, y … Para mí, para que los grandes errores, no los vuelva a repetir. 

Hay personas que se meten en las redes y no pueden salir más. Cautivos de ese mundo, buscan afecto, me gusta, seguidores, lectores, oyentes, visualizaciones y transmiten videos, con efectos, ubicaciones, música, reseñas del contexto, buscando «corazones» y «amores»… Para sentirse seguidos, observados, y queridos. 

Internet fue creado para ser adictivo y para generar adictos. Explotan una faceta de la vulnerabilidad humana, que es la necesidad que sentirnos queridos y validados. Nada motiva más que sentirnos apreciados, que gusten de nosotros, o que le importemos a alguien. Esto motiva al ser humano: subir fotos, videos, y recibir «likes». Un «like» es como un «micro chispazo» de dopamina.

Se habla de adicción a Internet cuando una persona no puede llevar una vida satisfactoria, está agobiada, desconsolada, y por eso se mete a cada rato en Internet, como vía de escape al indeseado presente, ya sea con juegos online, navegando en redes sociales, con compras, o viendo y subiendo vídeos de toda índole, inclusive mucha pornográfica.

La adicción a internet trae problemas de salud física y psicológica, asociados al sedentarismo, aislamiento, falta de habilidades sociales, visión distorsionada de la realidad, cambios bruscos de la conducta, fuerte dependencia a los dispositivos tecnológicos, y pocas habilidades para trabajar la paciencia y la tolerancia a la frustración.

La palabra “adicción” deriva del latín “esclavizado por” y se manifiesta en el anhelo por el objeto del que se es adicto, la pérdida de control sobre su uso y la impulsión imperiosa de continuar así a pesar de las consecuencias adversas que esto conlleva.

La adicción a Internet trae mucho riesgo de conductas peligrosas como el Grooming o una exposición temprana a contenidos sexuales, violentos, de consumos problemáticos, o ciberbullying. No pasa siempre, obvio, pero un uso descontrolado de las redes puede «cargar» y «gatillar» el «chumbo», de estas conductas enfermas.

Se sufre, además, un empeoramiento del rendimiento académico o laboral, problemas de sueño, abandono de las actividades de sano ocio, como el deporte o salir con los amigos al parque o a la playa. Se padece una declinación en nuestras relaciones familiares, que son las reales. Y se nos «sale la cadena» cuando falla la conexión a internet o esta va muy lenta.

Encima de esto, muchos, en las redes, hemos mostrado lo que deseamos ser, y no lo que somos. Inventamos personajes ficticios más o menos verosímiles, y a veces eso transforma a Internet en una «red de mentiras» muy peligrosa. Exponemos que somos buenos, lindos y generosos. Vendemos una perfección que no existe. Ni existirá. 

Hay varios estudios que explican la sensación de “recompensa” que tenemos, a la hora de recibir un comentario positivo o una respuesta a una publicación. La quiero y la tengo rápidamente. Y eso no nos va a hacer sentir el concepto que creemos es más cercano a la felicidad…

Todos conocemos a ese amigo que no puede estar despegado de su teléfono por más de 60 segundos. Todos hemos sentido un poco de pánico cuando vemos que se nos está acabando la batería o no sabemos el wifi ¿Por qué? Porque «necesitamos» saberlo todo, manejarlo, sacarnos los aburrimientos, y estar en el «borbollón de la comunicación». Muchas veces para nada. 

Existe un dominio de las redes sociales sobre nuestros pensamientos, sentimientos y conductas. Se nos instala en la cabeza y nos maneja. No al revés. Por eso hay que ponerse limites que la felicidad no la vamos a encontrar ahí.

La gente muy pendiente a la tecnología va a sufrir. Es como el que fuma o consume mucha azúcar, porque claramente la tecnología produce adicción. Y al final ya ni siquiera experimentamos emoción, solo soledad, angustia y dolor. 

Técnicas para moderar el uso de internet

  1. Limitar las notificaciones…
  2. Establecer un horario para revisar las redes. …
  3. Hacer un «detox» digital. … O desintoxicación digital, que es un período de tiempo durante el cual nos abstenemos de usarla.​
  4. Eliminar las apps de las redes sociales del celular.
  5. No estar más de treinta minutos en las redes por día.
  6. No mirar más de dos horas la tele.
  7. Y, si resulta muy difícil, buscar ayuda profesional.

No debemos dejar las relaciones humanas, las reales y hablarnos cara a cara. Escucharnos, sentirnos, conocernos, reírnos, llorarnos, sin redes de por medio. Con tiempo y relajados, esto es terapéutico y sanador. 

No olvidar de que cara a cara deberíamos contarnos historias, pasadas, presentes y futuras. Compartir angustias, victorias, anécdotas, traumas, logros, perdidas, nacimientos, crecimientos, enfermedades y muertes. De todo esto está hecha nuestra historia, y no es bueno quedar atrapados en las redes, ya que eso sería sinónimo de soledad y sufrimiento.

Encaremos el mundo «a capripela», atravesemos los temores y enfrentemos la vida sin la protección y la máscara de las redes. En las redes no nos podemos tocar, abrazar, oler, besar, susurrar, sentir o percibir, no en toda la dimensión. El mundo allá afuera es peligroso y cruel, pero mucho más hermoso que atrapados en la red. A todos, creo, nos ha pasado de andar, más o menos, demasiado en internet, pero se vuelve a un uso moderado. Si no sucede, consultar como se sale del enredo. 

Para evitar que un chico se pierda en el mundo digital, es muy importante que en la familia exista el diálogo y la comunicación, amplia y sincera, entre padres e hijos, con respeto, amor, y sin celulares. Ya que esto disminuirá las tensiones familiares y se podrán identificar las situaciones de riesgo. Para conocernos. 

Es importante reflejar a los hijos, esto aprendí en mi tratamiento, que deben poder expresar abiertamente sus emociones, sentimientos, pensamientos, y los conflictos que atraviesan con terceros. Y no encontrarse con unos «padres «cautivos», porque mal les hará ese silencio.

Hablen de quienes son y como son. Escuchen al compañero atentamente, y ayúdenlo… Y eso los va a hacer sentir mejor. Si hablamos con nuestros hijos y no le prestamos atención, no le mostramos que son lo más importante para nosotros en esta vida. Si estamos mandando mensaje a cualquiera mientras él nos quiere hablar… estamos haciéndole un daño muy grande a la relación. Las redes no son un buen medio para que padres e hijos se conecten. Salvo que los separe un continente…

Ojo con ser esclavos de la imagen y los «me gusta». Cuidado con perseguir «seguidores» y con ser «pura facha». Ya que, como se decía antes, la fama es «puro cuento». Eso no nos va a sanar, o mejorar, es un fugaz «mimo» nada más. 

«Si te transformas y obsesionas con el exterior… te puedes vaciar tu interior. En cambio, el trabajo que uno hace en su interior, siempre nos va a salir brillando en el exterior».

CHARLAS SOBRE ADICCIONES EN CONCORDIA

Comentarios

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio