FEDERICO "LOBO" MULLER

INGENIERO AGRONOMO Y EMPRESARIO DE «VERTISOLES» GUILLERMO BERTHET EN «LA LEY DEL DEPORTE» (18/2/23)

Vertisoles Productos Agropecuarios es una empresa que comienza en el año 2008 con una casa Central en Concordia. Contaba con un negocio de distribución de agroquímicos, focalizado en economías regionales, como el citrus, arroz, y horticultura. 

En el año 2015 tuvieron un cambio importante con la decisión de importar productos, desarrollar registros propios, y lograr acuerdos con empresas exclusivas.
Esta decisión estratégica permitió mejorar el negocio, atender mejor a los clientes, incorporar personal calificado a sus filas, y sobre todo, ampliar la red comercial.

La expansión del 2016 estuvo acompañada de una inversión tecnológica con un sistema de gestión integrado. Ampliaron las sucursales, sumaron más recursos humanos calificados, como Ingenieros Agrónomos, Contadores, Personal Administrativo, y se focalizaron en una logística propia.

Pero todo cuesta, y el hombre de la nota de hoy, supo adaptarse bien a la adversidad, y superar las fuentes de tensión, como siempre lo son para «un estudiante de bolsillos flaco», los problemas económicos.

Esta es, en líneas generales, la historia que me contó un día de visita, el dueño de la empresa Vertisoles SRL Productos Agropecuarios. Bienvenido al Ingeniero Agrónomo (como mi abuelo, mi tío, y mi viejo) Guillermo Berthet a Continental Concordia 94.9:

«Hola Fede, querido, como estás. Pasa ¿mis ancestros? Eran franceses, de padre y de madre. Escapados de la guerra, vinieron y se instalaron todos ahí en la colonia San José. Ellos fueron a parar a Pedernal. Mi abuelo instaló una herrería allá, por la ruta 14, que en ese entonces pasaba por Pedernal, que se encuentra entre Concordia y Colon. Venían las carretas desde Corrientes, paraban ahí, y se iban para Buenos Aires, o a la inversa». 

«Entonces, el abuelo «enjuntaba» las ruedas de los carros de madera, y les ponía el hierro, entre otras cosas. Eso era «yuntar». Después hacían los frenos de los caballos.  Ya todo el mundo sabía que ahí había un herrero del camino. Se los forjaba a «fragua», a «martillo» o a «yunque». El viajante ya paraba ahí, había una toldería, y un almacén en la esquina, donde ya aprovechaban a bajar, y ahí seguían».

«Mi abuelo había arrancado con todo eso, con la herrería, y después se puso de pocero, hacía perforaciones para agua. Se murió haciendo pozos. Y mi padre siguió con eso, ¿viste? Y bueno, yo me acuerdo, yo tenía siete, ocho años, no sé, andaba con mi padre, y nos íbamos a los campos, y lo ayudaba, yo soy nacido ahí en Pedernal». 

«Mi padre nació en Pedernal, pegado al Club Juventud Unida, la casa para este lado, es mi casa materna. Y la que sigue, es la casa de mi padre. Ahí vivió toda su vida». 

«Hice la primaria ahí y la secundaria me la fui a hacer a Concordia, a la Técnica 1. Llego a los doce años. Voy a vivir al fondo de una casita, y tenía un despertador, un tablero y un colchón. Ponía el despertador, me levantaba a la escuela, a dibujar, y después dormía. Era doble turno, y exigente. Aprendí mucho, pero me dije: «Yo esto en mi vida, no quiero hacer, voy a seguir estudiando otra cosa». 

«Quería estudiar Agronomía y lo más cerca que tenía era Corrientes. Toda la facultad la hice laburando, vendía detergente en la calle. Primero los vendía puerta a puerta. Hasta que después dije, no, me voy a los edificios, hablaba con los conserjes de los edificios, les dejaba los productos ahí, y pasaba el sábado». 

«La botella era más cara que el detergente. Entonces buscaba esos envases de cinco litros de aceite que dejaban los comedores. Me contraté un carrito y los sábados iba por esos lugares, y los cocineros me regalaban los bidones. Entonces, ganaba en el bidón, más en el producto, y ya ahí lo hacía más rentable».

«Y después estuve de remisero, pero mucho tiempo, a mí se me complicó con la facultad. Porque no me podía mantener, no me daban los números, y mis padres no me podían mantener ni tampoco se estilaba hacer eso». 

«Yo iba a la clase, escuchaba y retenía. Entonces, repasaba en el examen final, lo daba y aprobaba. Eso me ayudo a no dejar. Me gustaba y me iba bien, y eso era un estímulo para seguir, pero no podía ni «escupir de seco que estaba». 

«Me faltaba de todo, y un mal día hago el bolso, ¿viste?  Cuando tenés esos días que no va, esto se termina hoy. Le dije a la señora de la pensión si no le debía nada porque me iba. «¿Cómo te vas a ir hijo?, me pregunto». 

«Y saque el pasaje en tren, hice el bolso, me siento adelante y empieza a marchar. Y tuve ese momento de lucidez y cambié abruptamente de opinión. Tire el bolso y me baje yo también. Y, en ese momento de lucidez, me dije, ¿qué carajo hago acá arriba del tren? Si tengo tres años adentro de la facultad, me quedan tres años más, o lo que sea, y listo. No puedo tirar todo por esto». 

«Menos mal, ahí le di con todo a la facultad. El último año metí doce materias, dos por turno. Y trabajaba en una empresa constructora de las cinco de la mañana hasta las cuatro de la tarde. Tiraba las cosas, me cambiaba y me iba a la facultad». 

«Yo tenía eso, mamé el sacrificio de chico, claro. Aquellos que salieron adelante y asomaron la cabeza, salieron así. No les quedaba otra. Desde la sobreprotección, desde la vagancia, es imposible. Yo creo que, en algún momento, alguien te va a dar una oportunidad.

«Era maestro mayor de obras, y eso me ayudo. En la empresa constructora hicimos setenta y cinco viviendas detrás de la de la terminal de Corrientes. Me dieron de ayudante un chico que era analfabeto. Me dijeron, vos elegí el pibe que quieras para que te ayude. Y elegí un ese pibe, José Aranda. Comimos todos los días durante un año y medio juntos, con poco más que cebolla y harina de mandioca».  

«Cuando termino la facultad consigo trabajo en Villa Ángela, Chaco. Estuve un año completo ahí, y casi terminando el año la conocí a Vale, mi mujer. En Villa Ángela había una Agronomía, entonces, yo trabajaba para una empresa que tenía que promocionar los productos. Mi trabajo era la promoción, nada más. No vendía ni nada». 

«Y ahí, después, ya me fui a trabajar en multinacionales. Y nunca más tuve un día sin trabajo. Hice asesoramiento técnico y venta de fertilizantes y agroquímicos. En grandes empresas y creciendo dentro de ellas. Así que esto lo hice muchos años». 

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«Hasta que un día en el 2008 me independice. Arrancamos en el 2015 en Villa Adela, y en el 2017 adquirimos este predio de 7000 mts con oficinas y 600 mts de depósito acá en el Parque Industrial Concordia. Tuvimos la visión y el coraje de hacerlo. Y consolidamos un porfolio de productos propios. Representamos a empresas que no cuentan con una cadena comercial».

«Para continuar este proceso requerimos capital de trabajo a largo plazo, y con tasas competitivas. Nuestra misión es brindarles a los clientes los mejores productos de alta calidad para su producción, además de contar con el servicio de asesoramiento de la mano de nuestros profesionales».

«Estamos abocados a la venta asesorada con base en las necesidades que tengan nuestros clientes. Y garantizamos la entrega del producto en el campo o en el lugar asignado».

«Cumplimos quince años, nos sentimos muy felices y queremos seguir trabajando, aprendiendo, y desafiarnos permanentemente. Ya abrimos sucursales en Villa del Rosario, en Federación, en Santa Lucía, en Corrientes…». 

«Somos mayoristas de las mejores marcas en plaguicidas, herbicidas, fungicidas, fertilizantes, y otras herramientas para la producción de cultivos, respaldados por reconocidas empresas y por profesionales especializados».

«Ahora estrenamos la nueva página web: www.vertisoles.com.ar para que puedan tener un nuevo medio de comunicación con la empresa y nosotros con los clientes, te la voy a mostrar, a vos que sos de redes, para ver que te parece».

El proverbio «hacer de la necesidad una virtud» encapsula la idea de convertir los desafíos en oportunidades. Nos lleva a reflexionar sobre cómo las circunstancias difíciles pueden convertirse en duros caminos para el crecimiento personal y profesional.

A lo largo de los siglos, esta expresión ha transcendido las fronteras, resonando en distintas culturas y lenguajes. Hoy la escribo en español y en Concordia, porque cuando pienso en Guillermo Berthet, es la frase que se me viene a la mente. Él ha sido un verdadero resiliente. 

CONTINENTAL CONCORDIA 94.9

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