FEDERICO "LOBO" MULLER

DESPEDIMOS A EL BOXEADOR CARLOS HORACIO «EL TORITO» DE JESUS: ¿QUIÉN FUE?

Carlos «El Negrito» De Jesús, un día estuvo haciéndonos pasar una hora increíble. Viaje al viejo boxeo, a la vieja ciudad, y a sus queribles nombres, algunos que ya se leen en hojas «amarillentas». Él es un registro de una época que queremos que se recuerde. No solo porque peleo con Carlos Monzón… sino porque además de ser un boxeador, fue todo un señor.

Es uno de aquellos históricos cuatro hermanos que tanto dieron que hablar: «Los Hermanos De Jesús». En un fin de semana inolvidable para don Carlos. La idea de su hijo y de Seba Cande (Escuelita de Futbol «Ni un Pibe Menos por la Droga») fue un lindo suceso. Y en el boxeo del Gimnasio Municipal fue homenajeado por la Secretaria de Deportes, le fue entregado un diploma de La Ley del Boxeo, y una linda plaqueta. Se le llenó el alma. Todo acompañado con una muy emotiva introducción del animador: Mauricio «El Mota» Medina.

Sus historias de aquel barrio de Pompeya y su populosa hinchada son muy hermosas. No deberíamos considerarlas «noticias viejas». Él deja un legado por su estilo como boxeador, pero fundamentalmente por su estilo como persona. Un tipo íntegro que deberíamos escuchar con atención y cariño. Esto dijo Carlos Horacio De Jesús del viejo y popular barrio de Pompeya:

«Muchas gracias por la invitación. Me siento muy honrado de estar aquí. El boxeo me gusto siempre con locura. Antes iban muchos más todavía. Cuando peleábamos en La Cantera no quedaba nadie en el barrio. Me entrenaba Bermúdez y Juan Carlos Enrique, el popular «Banana». Con ellos andábamos para todos lados. Tengo los mejores recuerdos, grandes personas que me ayudaron mucho». 

«Fui a la Escuela Benito Garat, frente al Parque Ferre. La casa de mis padres estaba en Federación, entre Urdinarrain y A Del Valle. Quedamos huérfanos cuando yo tenía 14 años. Así que aprendí todo de golpe, fui como el padre de mis hermanos menores. Sigo viviendo ahí. Entrenábamos en La Cantera, y después solos en casa. Los que querían contratarnos tenían que venir a hablar directamente con nosotros. Que andábamos más o menos bien, y llevábamos mucha gente».

«Yo peleaba los viernes y luego íbamos a comer y a tomar algo. Éramos más de cincuenta. Nunca discusiones, peleas, nada. Un grupo bárbaro. Un día peleo con uno de Santa Fe que era bastante buenazo, sábado un bailecito, domingo a descansar, y el lunes a entrenar. Viene la Reunión de la Comisión Municipal de Boxeo del día miércoles y me dicen que se enfermó «Kid Dure» Baigorria, y querían que pelee con otro que venía de Santa Fe: un tal Carlos Monzón. Yo no quería, estaba cansado. Le dije que si me pagaban el doble no había problemas. Llamaron, consultaron, y dijeron que sí. Y arreglamos todo ahí mismo. Me ganó Monzón, fue en el club Sargento Cabral».

«Peleaba en Concordia, en Salto, en Corrientes. El dueño de la Cantera era «El Finado» Mondolo, que me daba plata. Muy buen hombre. El boxeo era mucho más popular. Yo me crie en el club Colegiales, y me iba a ver toda la gente de ahí y la familia entera. El que no me iba a ver se subía a los árboles. Y me miraban desde arriba. La Cantera tenía árboles grandotes. Yo era muy guapo, iba para adelante. Miro boxeo y me gusta con locura. Pero el de afuera, Space, ESPN KO, el de acá de Buenos Aires ya no me gusta mucho. No le enseñan el punteo, no son parejas, me da bronca a veces…».

«Los dos mejores años que pase en mi vida, y lo digo con orgullo, fue cuando hice el Servicio Militar en Ushuaia. Andábamos en el barco todo el día. Hice la Marina. Viajaba en avión. Ni soñando iba a pensar que podía conocer esos lugares y esa gente… ¿Yo? ¿Te imaginas? Tienes que ver lo bien conceptuado que estaba. Andábamos en Barco, nos bajábamos de Licencia en Buenos Aires, luego zarpábamos de nuevo, y así. Nuestra base estaba en la Cárcel de Ushuaia. Nevaba en invierno, en verano. A cada rato». 

«Cuando llegué a Usuahia me encuentro con Juan Carlos Bogado (Concordiense Campeón Argentino Mediano), hacía un año que Bogado estaba ahí. No lo podíamos creer. Saltábamos de alegría. Nos conocíamos de acá, de Buenos Aires, si el peleó con mi hermano por el título en el Ferrocarril. Con Bogado íbamos a esperar los barcos a ver si venía algún conocido. Mirábamos el mar con entusiasmo».

«Después me fui a Buenos Aires a lo de mis tres hermanas. Tenía una carta de recomendación de Mondolo para seguir mi carrera en el boxeo allá, pero mis hermanas no me apoyaron. Decían que los boxeadores quedaban locos después de los 22 o 23 años. Me sacaron rajando». 

«De como ochenta perdí solo tres. Una con Monzón, después otra en Paso de Los Libres con uno de Rosario. Por puntos. Y la otra… ¿El mejor boxeador de Concordia de mi época? Y… a mí me gustaba mucho «El Lobizón» Maidana. Un Mediano que era bárbaro».

«Después de dejar de pelear fui Mecánico de colectivos y camiones. Trabajaba 10 horas por día. De 7 a 13 y de 14:30 a 21 hs. Pero en casa también hacía rejas, portones, soldaba. Todo el día entre los fierros. Me jubilé hace siete años (83 años). Ahora vivo en Diamante y A Del Valle. Le dicen Pompeya Sur, antes era todo un mismo Pompeya… Me enamoré de una mujer del barrio. Nos juntamos. Nos casamos. Tengo cinco hijos, y acá seguimos firme en el lugar de siempre». 

«Me duele la espalda de tanto trabajar, de hacer «mala fuerza», pero tengo una linda jubilación y me doy mis gustos. Trabajé mucho en Salto Grande».

«Nos juntamos en un humilde club, casi todos son jubilados… ¿El Club? En «El Bar de El Rucho» (Humberto Primo y Las Heras). Me junto con los amigos, le pido lo de siempre a «El Lucho», el ya sabe que me gusta. Por ahí se pasan de copas y se pelean. Yo no, la política nunca me gustó. Me gustaba en el tiempo que estaba Perón, después se pudrió todo. Yo me admiro de lo tranquilo que soy. No peleo. Me sorprendo de no meterme en discusiones que no me importan. Me tomo dos copas nada más, más de dos nunca. Medio raro que entre en el bar, a menos que este lloviendo. Me instalo en la vereda. Me traen el diario y me informo. Después me paro y me vuelvo para casa, no molesto a nadie. Me tomo el colectivo y listo… (Se ríe)».

«También me gusta visitar a un gran amigo: Héctor Oscar Noblega (periodista deportivo especializado en boxeo emblemático de nuestra ciudad). Ahí me gusta quedarme charlando con él».

El boxeo de Concordia tiene un libro que es un curriculum de quienes somos. Quien fue este, quien fue el otro. Que nos permite revivir situaciones que fueron muy épicas y placenteras. Acordémonos de los grandes hombres. A ellos les hace muy bien. Y a nosotros también…

FEDERICO «LOBO» MULLER

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